lunes, 21 de julio de 2014

A MI AMIGO LUIS TORREGROSA DE GIBELLER

Mi amigo Luis Torregrosa de Gibeller

Eran las 10 de la noche cuando un amigo y proveedor común me llamaba hoy para comunicarme la triste noticia, que mi gran maestro Luis Torregrosa Leal, había fallecido, días después de que también lo hiciera su compañero y seguro que amigo, Francisco Sáez de Tejada.

Cuando esto sucede, te das cuenta que se van marchando aquellos que fueron nuestros padrinos, nuestros maestros y nuestro aliento, como que en la lista para embarcarse con el barquero de la Laguna Estigia, a lo lejos ya suenan los ladridos del  perro de tres cabezas y en el pliego que va desgranando Caronte para subir a la barca, también está más cerca nuestro nombre para cuantos nos quedamos en esta orilla.

Es enorme mi pesar, pues desde que le conocí, en los albores de Matimex, con aquel elenco de magníficos y relevantes empresarios del sector de la distribución, que tuvieron la visión de superar sus pequeñas fronteras locales, mentales y lingüísticas, para crear una empresa común, que a todos les reportó pingües beneficios y enormes enseñanzas a aplicar a sus respectivos negocios propios, sin embargo, Luis, se destacó siempre de casi todos ellos, por su enorme generosidad, su amabilidad, su brazo amigo y su sonrisa incansable.

Supo hacer frente a situaciones muy adversas que casi estuvieron a punto de hundirle en la miseria y las superó con gallardía; le abrió los brazos a Josep Riera, hijo de un relevante empresario catalán cuyo negocio quebró, mientras otros colegas le daban la espalda y, en el epicentro de esta crisis económica, conmigo, tuvo el detalle de venir a visitarme a Roquetas para animarme y, si lo precisaba, invitarme a entrar en la central de compras que había creado o de disponer de los productos que me fueran necesarios de su Empresa, simplemente por el eco de nuestra pasada relación y por haberme conocido antaño como el sobrino de Paco Sáez.

En los varios encuentros, comidas y ocasiones que tuvimos de vernos, en estos últimos años como en las reuniones de Andimac, como en aquel viaje que hicimos juntos a Italia, su perenne sonrisa, su simpatía y sus sabios consejos y enseñanzas, me hicieron disfrutar de su persona y de su magisterio.

Por todo ello, sus hijos, sobre todo Jose Luis, tienen una tarea compleja cuando su Empresa está a punto de cumplir los 90 años, pues será muy difícil sustituirle en la comandancia del navío, pero cuentan a su favor con el legado que les deja y el gran cariño que ha sembrado por todas partes, como el privilegio de llevar los genes de tan gran persona y de excelente empresario.

Descansa en paz, Luis, tu memoria y tu recuerdo siempre me acompañará, aún cuando las palmeras del paseo marítimo de Alicante, ya no se plieguen ante tan honorable conciudadano, que supo llevar consigo la sobriedad castellana que le ilustraba con la cadencia del comercio y las olas del mar de los Fenicios.

Aquel que llamabas “chaval”,

FERNANDO ORERO SÁEZ DE TEJADA


Fernando

1 comentario:

  1. Por casualidad, me encuentro con este sólido escrito dedicado a Luís Torregrosa, mi padre.
    Éste año ya hace la década que se marchó ,parece que fue hace tan sólo unos días, parecía que se marchaba para regresar ,pero no fue así.
    A diario lo recordamos y hablamos de él, Está en nuestras vidas , pensamientos, conversaciones,peticiones,deseos ....en nosotros .
    Gracias por el escrito hacia Luís ,el maestro de muchos maestros.
    Te quiero papi.

    ResponderEliminar