Mi amigo Luis Torregrosa de Gibeller
Eran las 10 de la noche cuando un amigo y proveedor común me
llamaba hoy para comunicarme la triste noticia, que mi gran maestro Luis
Torregrosa Leal, había fallecido, días después de que también lo hiciera su
compañero y seguro que amigo, Francisco Sáez de Tejada.
Cuando esto sucede, te das cuenta que se van marchando
aquellos que fueron nuestros padrinos, nuestros maestros y nuestro aliento,
como que en la lista para embarcarse con el barquero de la Laguna Estigia, a lo
lejos ya suenan los ladridos del perro
de tres cabezas y en el pliego que va desgranando Caronte para subir a la
barca, también está más cerca nuestro nombre para cuantos nos quedamos en esta
orilla.
Es enorme mi pesar, pues desde que le conocí, en los albores
de Matimex, con aquel elenco de magníficos y relevantes empresarios del sector
de la distribución, que tuvieron la visión de superar sus pequeñas fronteras
locales, mentales y lingüísticas, para crear una empresa común, que a todos les
reportó pingües beneficios y enormes enseñanzas a aplicar a sus respectivos
negocios propios, sin embargo, Luis, se destacó siempre de casi todos ellos,
por su enorme generosidad, su amabilidad, su brazo amigo y su sonrisa
incansable.
Supo hacer frente a situaciones muy adversas que casi
estuvieron a punto de hundirle en la miseria y las superó con gallardía; le
abrió los brazos a Josep Riera, hijo de un relevante empresario catalán cuyo
negocio quebró, mientras otros colegas le daban la espalda y, en el epicentro
de esta crisis económica, conmigo, tuvo el detalle de venir a visitarme a
Roquetas para animarme y, si lo precisaba, invitarme a entrar en la central de
compras que había creado o de disponer de los productos que me fueran
necesarios de su Empresa, simplemente por el eco de nuestra pasada relación y
por haberme conocido antaño como el sobrino de Paco Sáez.
En los varios encuentros, comidas y ocasiones que tuvimos de
vernos, en estos últimos años como en las reuniones de Andimac, como en aquel viaje que hicimos juntos a Italia,
su perenne sonrisa, su simpatía y sus sabios consejos y enseñanzas, me hicieron disfrutar de su persona y de su magisterio.
Por todo ello, sus hijos, sobre todo Jose Luis, tienen una
tarea compleja cuando su Empresa está a punto de cumplir los 90 años, pues será
muy difícil sustituirle en la comandancia del navío, pero cuentan a su favor
con el legado que les deja y el gran cariño que ha sembrado por todas partes,
como el privilegio de llevar los genes de tan gran persona y de excelente
empresario.
Descansa en paz, Luis, tu memoria y tu recuerdo siempre me
acompañará, aún cuando las palmeras del paseo marítimo de Alicante, ya no se plieguen
ante tan honorable conciudadano, que supo llevar consigo la sobriedad
castellana que le ilustraba con la cadencia del comercio y las olas del mar de
los Fenicios.
Aquel que llamabas “chaval”,
FERNANDO ORERO SÁEZ DE TEJADA
Fernando
Por casualidad, me encuentro con este sólido escrito dedicado a Luís Torregrosa, mi padre.
ResponderEliminarÉste año ya hace la década que se marchó ,parece que fue hace tan sólo unos días, parecía que se marchaba para regresar ,pero no fue así.
A diario lo recordamos y hablamos de él, Está en nuestras vidas , pensamientos, conversaciones,peticiones,deseos ....en nosotros .
Gracias por el escrito hacia Luís ,el maestro de muchos maestros.
Te quiero papi.