ZAIDÍN, CIUDAD SIN LEY

Así podría seguir una larga
enumeración de hechos y recuerdos que se han hecho más presentes con la lectura
del libro de Isidro Olgoso, Entre Ríos, Historias del Zaidín (1953-1979), con el
que he tenido la fortuna de tropezarme en la biblioteca de Francisco Ayala.
El Zaidín, en la antigüedad era
llamado Alfoz Haw Al-Saelin, distrito rural del sur de la ciudad de Granada, a
donde pertenecía también Armila Alcobra, o la grande, y Almila Assugra, o la
pequeña, hoy todo ello Armilla.
Saedin era el nombre del pago en
el siglo XV, que viene a significar en árabe, “brazo de agua” o tierra entre
dos ríos, el Flum (Monachil) y el Xenil (Genil). Una superficie de unas 300 ha.
Pero todo este idílico lugar,
toda esta inmensa vega de cereales y frutales, de cortijos y vaquerías, de
choperas, moreras, castaños y la mayor variedad de plantas que en las noches de
verano, al mismo Federico, desde su balcón, embriagaban sus sentidos, vería
crecer el cemento, de la manera más despiadada y brutal que se pueda describir.
Ya en las fiestas del Corpus de
1959, una caroca decía:
En tamañas proporciones
se está la vega achicando
con las nuevas construcciones
que acabaremos sembrando
las “papas” en los balcones
Durante un tiempo, convivieron
en dramática armonía los campos de cultivo y el ladrillo, en núcleos como
Casillas de Santa Adela, Torremocha, La Cruzada, Ciudad Jardín, Divina
Infantita, Comandante Valdés.
Se aguantaban los cortijos de
San Antonio y la Calderona, con leche. El Vino lo encontraríamos en el
Cobertizo de la carretera la Zubia, mientras que las habas, estaban en el
Cortijo Ronquillo, hoy avenida Italia.
Barracones de madera, cuevas y
hacinamiento humano, como fue el caso de mis abuelos maternos, en el último
piso de la Acera Canasteros, o con mis otros abuelos paternos, en Niños
Luchando 12, a unos pasos de la Universidad,
eran la nota predominante en la mayoría de las familias obreras,
menestrales y humildes de la Granada de posguerra, donde las condiciones de
salubridad e higiene se solventaban con la enorme carga de trabajo de las
mujeres, pues los hombres o pasaban largas horas en empleos mal retribuidos o
se encontraban con los amigos en la bodega Espadafor de san Juan de Dios, donde
los enormes toneles siempre me recordaban los numerosos azulejos donde la
historia del Quijote era contada.
Pronto, los numerosos
secaderos de tabaco, las vaquerías, las acequias, con sus abundantes
inundaciones o las moreras en sus cauces y paseos, sucumbían.
El Zaidín en sus distintas
fases no cejaría en su crecimiento y expansión: calle Palencia, Circunvalación,
Santa Clara, los Vergeles, Avda. de Cádiz, etc.
A hurtadillas, Pepito (Avila
Rojas), el “ Palustras” (C. Rodríguez), don Nicolás (Osuna), Construcciones
Navarro, y una legión de pequeños especuladores hicieron “el milagro” (para sus
propios bolsillos). Cientos y cientos de viviendas hacinadas, unas sobre otras,
sin dejar un metro de aire o verde. Un barrio que nació del concubinato
gobernantes-especuladores y de la necesidad de viviendas para emigrantes y
desertores del arado.
El 23 de enero de 1943, el
único y digno alcalde que merezca Granada guardar su memoria, en el paraninfo
de la Universidad, Antonio Gallego Burín, quien también fuera tertuliano del
Rinconcillo con García Lorca, bajo el título “La Reforma de Granada”, hará un
análisis de la problemática urbana y de la necesidad de ensanche para una
ciudad que se preveía de unos 250.000 personas. Cien mil más que en 1943.
Para la población pobre cede
solares en el Albayzín, Triunfo Viejo y hacia la salida del camino de Ronda,
además de llevar a cabo la demolición de la Manigua, la apertura de la calle
Angel Ganivet y de numerosas disposiciones para embellecer y ordenar mejor
Granada.
La situación de este primitivo
enclave del Zaidín era donde hoy están
los Alminares, palacio de Congresos, ocupando terrenos posteriores a los
colegios de “Las Brujas” y los Escolapios.
Gallego Burín abandona la
alcaldía en 1951 (alguien debería investigar las razones de esta pérdida para
Granada), cuando los debates y las contradicciones del Anteproyecto de 1943 y
el Plan de Alineaciones de 1951.
Es el Patronato de santa Adela
quien inicia la construcción de este barrio, en el suelo más barato que encuentra,
pues no existía allí derecho de riego, en el Pago Seco.
Ya el 15 de mayo de 1962, la
Agrupación Granada Nuestra y en un coloquio sobre urbanismo en Granada, siendo
su coordinador el arquitecto Perpigna, hace una feroz crítica sobre el
hacinamiento del Zaidín:
“la ciudad, en lugar de
extenderse como mancha de aceite hacia la vega como lo hace inadecuadamente el
Zaidín, debe extenderse en sentido longitudinal por las lomas cercanas a la
ciudad”
El alcalde Sola (Manuel Sola
Rodríguez-Bolívar) , el rector de la Universidad (Dr. D. Emilio Muñoz
Fernández, catedrático de farmacología) y numerosas personalidades de la
ciudad, presentes en el acto, harán oídos sordos.
El plan de 1943 tenía una
“insuficiencia legal”, por donde se inició la debacle y la destrucción total de
la vega.
El censo de 1950 daba una
población de 154.378 habitantes, de los cuales eran 75.900 de la capital en
1900.
En los años 20, coincidiendo
con el cultivo de la remolacha, ya se había empezado la construcción de los
barrios Fígares, la Quinta, Paseo de la Bomba, Hotelitos de Belén, en el
Realejo, y grupo Azul, en carretera de la Sierra, finalizado en 1936.
Pobladores de San Miguel,
barranco de Puente Quebrada, del Abogado, de la Zorra, del Beiro, del Cementerio, del Martinete (junto
la fuente de la Bicha), por su extrema pobreza e insalubridad, se irán alojando
en el Zaidín.
La Iglesia impulsará el
patronato Benéfico de santa Adela, en la barriada de Haza Grande, con 300
viviendas, debajo de los montes del Serrallo y junto a la Bola de Oro, siendo
gobernador civil D. Servando Fernández-Vitorio y Camps, militar, falangista que
pone el nombre de su madre a este patronato. Construirá miles de casas, el
pantano de Cubillas y los Bernejales.
El Consejo General del
patronato estaba integrado por personalidades de la vida política, militar,
religiosa y económica de la provincia.
Desde 1939 a a 1957,
directamente dependientes del Ministerio de Gobernación.
El 12 de octubre de 1952, en
haza Grande, Franco hará entrega de 300 viviendas, sin agua, sin iluminación,
sin asfalto de calles y ningún equipamiento, eso sí la que visita el Dictador,
con todo el atrezo para engañar y
teatralizar lo que debería haber sido y no era.
En 1952 nace el patronato
Benéfico de Nta. Sra. De las Angustias, con tómbola del Campillo pro-viviendas
de manos del mismo arzobispo y con el sueño de quienes compraban la papeleta
que su óbolo mereciera el premio que anhelaban.
También ese año del 52, los
sindicatos franquistas no iban a quedarse atrás, nace la Obra Sindical del
Hogar.
Sólo en 1960 empezará la
iniciativa privada.
El precio medio de la vivienda
estaba en torno a las 25.000 pesetas. Se amortizaban entre 40 y 50 años y nunca
fueron adjudicadas gratuitamente, siempre necesitaron un “padrino” o la entrega
de 5.000 pesetas, cuando no también la cuota al patronato correspondiente, los
buenos informes sobre la persona o familia del Gobierno Civil, así como de la
Iglesia.
Entre los años 50-60 existe un
enorme desarrollo legislativo sobre la vivienda, fruto de la imperiosa
necesidad de atenderla.
El Instituto Nacional de la
Vivienda anticipaba el 80% sin intereses, abonaba los gastos de urbanización
para su ulterior amortización por los ayuntamientos, en 40 años.
Festivales taurinos,
Donativos, Tómbolas, “padrinos” y prestamistas, fueron los mediadores para que
una familia pudiera dar esa primer entrada o disponer de esos primeros fondos.
Fue un 2 de marzo de 1953,
fiesta del santo Angel Custodio, patrón de la policía, cuando se ponga la
primera piedra del Zaidín. Asisten el alcalde Juan Ossorio Morales, el
arquitecto del proyecto, Ramón
Laca-Primo, Jesús salas del Villar, del patronato Santa Adela; Luis Gutierrez
Egea, Cámara Agrícola.
Un obrero ganaba diariamente
30 ptas. (0,18 eur.). El periódico Ideal costaba 0,75 ptas, el azúcar 11 ptas. el
kg, 2,40 ptas una barra de pan (0,014 eur.), aceite 12,88 ptas el litro, café
105 ptas. kg, chanquetes 16 ptas.kg y pescada 20 ptas.
Las viviendas empezaron con 49
m2 útiles, 3 dormitorios, comedor, aseo, despensa, cocina y corral, hasta
alcanzar los 80 m2 útiles.
La ausencia de instrumentos
legales que frenaran la invasión especulativa, permitieron el nacimiento de esa
gran parte del Zaidín tan masificado e impersonal urbanísticamente hablando.
Eso dio origen a que una legión de especuladores se hicieran empresarios de la
construcción de la noche a la mañana. Arquitectos, aparejadores, funcionarios,
militares y empresarios de otras ramas, vieron claro el negocio y sus nulos
riesgos económicos, por lo que se lanzaron a construir.
La procedencia de los nuevos
habitantes es Granada capital 61,5%, de la provincia 25,3%, 7% de otras
capitales andaluzas y 3,4% del resto de España.
Los encuentros sociales y de
asueto tendrían lugar en el bar Requena (1961), el bar David (frente al cine
Apolo), el bar Terraza (1960), el bar Conti, siguieron el bar Yubri, Bernardo, Bar Olimpia, sede
también del Zaidín C.F. que tuvo como figura destacada a Barrachina que fichó
el Valencia, cada uno se distinguía por la variedad de sus tapas y bebidas: “pajarillos
fritos”, “follazas”, o calamares, además de partida dominguera para los
autobuses que en verano iban de excursión a Torrenueva y Salobreña.
El grueso de la población era
muy joven: el 43,9% entre los 0-19 años; el 47%, entre 20-60 años; sólo elk
10,1% con más de 60 años.
El índice de natalidad entre
1961-1970, de un 32,7% y el déficit de viviendas en la provincia de Granada en
1967, de 32.815.
La media de habitantes por
vivienda era de 4,64 personas.
Zaidín, ciudad sin ley, será
el calificativo que reciba por un crimen pasional con dos muertes, los
cristales rotos, los golfillos haciendo guerrillas, los hurtos y el mal estado
general de las calles, además de una población variopinta con escaso nivel
académico y con enormes dificultades para atender los pagos de la hipoteca,
como las letras de los enseres en esa nueva residencia.
Mientras esa población que va
fluyendo por el Zaidín crece, el torrente de construcciones sigue sin parar,
siendo Avila Rojas, Construcciones Rodríguez (el “palustras”), Osuna,
Chinchilla Navarro, Manuel Bertos, Mariano Luján Rodríguez, Francisco Jiménez
Muñoz, etc, algunos de los innumerables
constructores y depredadores de esta área de Granada, que con la connivencia de
alcaldes como Sola y Jose Luis Pérez Serrabona, contribuirán en la destrucción de
esa feraz vega, de ese paisaje de ensueño, de esa arcadia granadina, mientras
ellos se embolsaban sumas que ni sus hijos, ni sus nietos tendrán tiempo para
gastar.
De un aparejador pequeño,
nervioso, siempre inquieto, y que formó
parte de más de veinte sociedades, que
además los hermanos de san Juan de Dios premiaron, mis abuelos le tuvieron siempre en gran
estima, pues como hijo de albañiles, había logrado salir del anonimato y
alcanzar una sólida posición económica, además de por su amistad con mi familia
y algún que otro favor, sin embargo, yo que, aún muy joven ya tuve con él algún
desencuentro por su “voracidad” y defender a mi hermana de un contrato de
alquiler draconiano de sus socios , leyendo este libro y encontrándome con su
nombre, me queda la duda si con su proceder respondió a la gran admiración que
le profesaban mis deudos y si él, como cuantos han colaborado en la
desaparición de la vega de Granada, como aquellos otros tristes Valdés,
Nestares, Romero Funes, Ruiz Alonso y los siniestros hermanos abogados Jiménez de
Parga, que lo hicieron con granadinos, no serán también recordados, como Jara
con la desaparición de Caja Granada, como los sepultureros de una hermosa
ciudad que nuestros hijos y nietos nunca podrán conocer, pues unos pocos, con
su codicia, su falsedad, su hipocresía, contribuyeron en la destrucción de una
parte de lo más bello y frondoso que le quedaba a Granada , que nunca podremos
recuperar.
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