sábado, 16 de noviembre de 2019

COMIDA FRATERNA DE LOS FILIALES DEL GRANADA Y RECREATIVO


COMIDA FRATERNA DE LOS FILIALES DEL GRANADA, DE LOS AÑOS SETENTA



En el día de hoy, a las dos y media de la tarde, en el hotel Vincci Albayzín, los mentores de este evento, el míster Luis Serrano y el fino Paco Justicia, que fuera uno de los más elegantes centrocampistas que vistieron la camisola de los filiales del Granada y Recreativo C.F, en los años setenta,  y mira que los hubo de talento y donaire como Puebla y Orihuela, entre los que este Mirlo Blanco pudo ver, por no mentar a Funes con quien siempre en los lanzamientos de penalties, al término de los entrenamientos, en el campo de la Federación del Zaidín, acaparaba el balón y la inteligencia para ver dónde clavarlo; nos habían invitado a un puñado de esos mozalbetes de ayer, hoy ya abuelos, con muchas canas, arrugas y, alguna que otra barriga cervecera, como la del otrora empedernido delantero centro, Leo Hoces (que por cierto, la luce también con mucho desparpajo), o el espigado Guarnido, ahora algo achacoso con su nueva prótesis de cadera, o el guardameta Luis Garrido, que se ha dejado por el camino de la gatera de los legajos y papelotes el mucho pelo que lucía entonces, como también quien era un “rabo de lagartija”,  mi entrañable extremo Joaquín Fernández, que con su recién estrenado 600 hacia rallyes por las callejuelas de la Magdalena, como también en el campo del Frente de Juventudes. Por supuesto que otros muchos más: Baena, Jorgoso, Fernando Caballero, Carrillo, Francis, así hasta unos 47, que por mi parte, desgraciadamente entonces no conocí y que en esta tarde invernal de Granada, en la acera de la Patrona, he podido oír algunas de sus correrías y hazañas balompédicas.



La mayoría ya no tenemos la fibra que nos permitía subir al Llano de la Perdiz corriendo desde Plaza Nueva, pero sí constato que todos ellos, sin excepción, incluso el míster también de corazón frágil, conservan la bonhomía, la cordialidad y la amistad que sólo se derrama espontáneamente cuando uno es joven y la vida aún no nos ha golpeado o mostrado su peor faz, y, sin embargo, cada uno de ellos sigue atesorando, quizás porque un día lejano tuvieron todos el mismo sueño, o quizás, simplemente, porque Granada es algo más que su malafollá y la tierra del chavico, un gran corazón y el Dauro con el Genil rebosando cordialidad por sus poros.


Sólo eché de menos a quienes me llevaron de la mano por mi ciudad natal, con quienes compartí la risa, lo prohibido por la Manigua, los guateques, el primer beso en las cuevas del Sacromonte, los ligues,  y, como no, nuestra pasión por el Granada C.F., que fue quien forjó nuestra amistad hoy  eterna,  y que ya sólo desde los luceros y con el fulgor de la sierra nevada, Manolo Parra, Antonio Prieto y Paco Sánchez, habrán también brindado con todos nosotros por nuestra fraternal comida.
























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