sábado, 22 de octubre de 2011

GERMINAL

Cuando Emile Zona escribió la novela Germinal, allá por el siglo XIX, tenía la esperanza que la lucha entre el CAPITAL y el TRABAJO, se decantaría a favor de este último, es decir en pro de los proletarios que vivían en condiciones miserables en aquellos "corons" del Voreux, explotados por la burguesía y la adquiescencia de la Iglesia. De ahí el hermoso título con que tuvo la fortuna de encabezar esta novela.

Como estudioso del ser humano, como analista de su naturaleza, en la mencionada obra, de manera descarnada y magníficamente documentada, muestra el trabajo en la mina y la vida diaria de esos miserables o la comodidad de sus patronos, como los hechos de aquel incipiente socialismo, cuyas varias corrientes se disputan y se muestran por medio de personajes como Savarine, el exterminador, el cauto Rasseneur y el templado Etienne Lantier bajo la dirección de la recién creada Internacional que representa Pluchard.

Pero no es mi intención mostrar las penurias humanas de los mineros Maheude, Levaque, Bonnemort, Bonteloup, Chaval, Mouquette, Catherine, ni a sus oponentes, los burgueses Negrel, Deneulin, Gregoire, Hennebeau y la Regie o Dirección de la Mina, cuyas órdenes emanan de un lugar lejano...desde suntuosos salones,  sobre espesas alfombras y majestuosos edificios, que además cuentan con el favor del ejército para poner órden y enfrentarse a tiros con los huelguistas, sus propios hermanos, que sólo aspiraban a llevarse un pan a la boca de sus hijos, que también estaban destinados a ser, niños y niñas, los hombres y mujeres de las minas de las comarcas hulleras del norte de Europa y, en este caso, fronterizas con Bélgica en Francia.

No, no es esta mi intención, aunque aquella crisis económica de los años 1866-1867 y los graves conflictos sociales que desató en la Francia imperial, me sirva para llamar la atención, desde la distancia de los hechos que conoció el brillante novelista Emile Zola, la que hoy padecemos y que, de alguna manera, aún en el siglo XXI y gobernados en España por un partido de origen obrero, el PSOE, la lucha entre dos fuerzas antagónicas, hoy el Capital frente al trabajador, siga latente y lo sufran más éstos últimos, que ven como en España alcanzamos cinco millones de parados, se cierran negocios y empresas, mientras unos pocos, esos que representan el Capital, además de haber dado lugar a esta crisis, con su ingeniería financiera, cada día tienen más poder y todas las decisiones políticas que adoptan los gobiernos, en nada tienen como eje fundamental la mejoría de la existencia de la clase obrera, como de la pequeña burguesía formada por autónomos y la ingente masa de trabajadores con contratos basura.

Cuando se habla que en España un elevado número de familias a duras penas alcanzan para terminar el mes o ven cómo sus hijos han de emigrar. Cuando esa generación de jóvenes estudiantes poco o nada van a poder aportar, ya que no tienen donde emplearse cuando terminen sus estudios, las reuniones con los Botines de turno en los foros de Bruselas, sólo hablan de la deuda griega, de cómo sostener a la banca alemana y francesa o de cómo establecer medidas que eviten nuevos desastres como el último de Dexia, mientras que esa masa de hombres y mujeres de nuestra Europa, esa ingente población de obreros y pequeños empresarios, soportan el paro, la carga de impuestos cada día más gravosos sobre un patrimonio de ahorro y de sacrificio, o ven cómo sus enclenques economías y sus pequeños negocios se van cerrando por falta de clientela o por carecer de la financiación necesaria para seguir operando.

Y lo que sorprende en esta vieja Europa, en esta Europa de revoluciones, como en esta paupérrima España, que nadie se levante, mientras que en aquellos entonces los anarquistas y revolucionarios, como también el mismo Pablo Iglesias, clamaran y consideraran lícito "llegar hasta el atentado personal" de aquellos gobernantes o de aquellos patricios que no hacían nada para mejorar la situación de la clase obrera.
Hoy, cuando esa clase obrera sigue soportando cómo es desvalijada por unos pocos, nada más que ver los populosos "bidonvilles" o barrios hechos de todos los detritus materiales y humanos, en Buenos Aires, en las cercanías de Madrid o en Sudáfrica, o cómo sobreviven mientras unos pocos se cuelgan salarios millonarios o blindan sus propias actividades ilícitas al frente de cajas de ahorro, en cuyos consejos de administración se sientan los políticos, mientras niegan un crédito a un modesto carpintero, a un modesto mecánico, a un modesto albañil o a un modesto empresario.

Si causa estupor que solamente en Atenas se enfrenten a la policía y que haya surgido un dudoso movimiento global de "indignados", no es fácil admitir que los partidos de izquierdas, hoy tienen el mismo programa y la misma voz que los conservadores; hoy cuentan en sus filas a los mismos hombres y mujeres cuya única aspiración se mueve en torno al dinero, el poder y su estatus social. En esos partidos de izquierdas, antes vehementes, fuertes y con la única obsesión de que la gobernanza fuera hecha por el proletariado, hoy nada queda y han sido "comprados"`por el capital, que no es otra cosa que esos pocos hombres y mujeres, al frente de instituciones financieras, trusts y grandes multinacionales, a quienes su única patria y obsesión es el dinero.

Todos éstos que nos han llevado a la ruina, los Madoff, los Zapatero y tantos otros, disfrutarán en su hogar "pastoreando nubes", mientras "la masa neutra", mientras la mayoría sufrimos y soportamos el deterioro de nuestras vidas, de nuestros sueños y de nuestros sacrificios, que a ellos les sirvieron para tener una jubilación y unas rentas sobre nuestro sudor y, aveces, sobre nuestra sangre.

Mientras estos dirigentes, políticos, banqueros, empresarios, no puedan ser condenados y pagar con la cárcel la extorsión o su equiovocada gobernación, seguiremos viendo como a la política llegan los advenedizos, los corruptos, los trincones y toda la inmundicia humana que se forjan en las covachuelas de los partidos políticos y en los alfombrados despachos de protegidos edificios. Pues, acaso, nuevos Angiolillos, chocarían con nuestras procelosas mentes, educadas bajo la docta enseñanza de la fe cristiana, aunque Dios me perdone si no deseo para estos ladrones de guante blanco, todos los males del averno.

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