Tras la Nochebuena y la misa del Gallo, un 25 de diciembre de 1884, a las 9 y 10 minutos de la noche, según relato de D. Luis Seco de Lucena, fundador y director del diario granadino El Defensor, se desató sobre Granada, especialmente en Arenas del Rey, Albuñuelas, Alhama, Ventas de Zafarraya, Santa Cruz, Jayena, Zafarraya, Béznar, Chite y Talará, Murchas, Cozvíjar, Nigüelas, Játar, Dúrcal, Güevejar, Loja, Chimeneas, La Mala y algunos otros, un formidable terremoto.
En la capital no hubo que lamentar desgracia alguna, sin embargo por aquellas fechas de frío y nieve, en los pueblos antes citados se consumó la tragedia con la pérdida y desaparición de edificios, ajuares, ganado, granos y lo que es peor, con la muerte de millares de sus pobladores.
Los temblores de tierra se repitieron varias veces durante aquella noche, por lo que el vecindario construyó chozas y casetas de madera en las plazas, abandonando los edificios.
El día 26 llegaron noticias aterradoras de los estragos causados en los pueblos de la provincia.
El día 27 nuevas noticias más catastróficas y la Diputación Provincial enviaría comisiones informativas para tener con más detalle información de cuanto acontecía.
El día 29 el defensor hacía un llamamiento pidiendo auxilio a la Prensa nacional y describiendo la catástrofe.
El día 1 de Enero, en el Defensor se abría una suscripción para socorrer a los damnificados, que tendría un gran éxito
Desde el día 3 de Enero hasta el 4 de Mayo, fecha ésta en que pondría fin a sus expediciones por los pueblos de la provincia granadina, el periodista Don Luis Seco de Lucena, a caballo, bajo la lluvia o la nieve, o el aterrador frío en esas comarcas, por lugares intransitables, vadeando ríos crecidos y donde algunos socorros se perderían como también sería arrastrado por la fuerza de las aguas algún que otro samaritano, nuestro anónimo héroe y periodista, llevaría el consuelo y los auxilios económicos, como médicos con la ayuda del médico militar, Don Francisco Treviño Valdivia, a aquellos paisanos que lo habían perdido todo.
Tuvo que vencer la resistencia de la prensa nacional que consideró exageradas las manifestaciones y las crónicas del Defensor, que sin embargo una vez sacados de su error, los grandes diarios de entonces, desde la Publicidad de Barcelona, El Correo de Valencia, la Unión Mercantil de Málaga y los famosos la Veu, el Imparcial, El Liberal, El Globo o la Correspondencia, junto con el entonces monarca Don Alfonso XII, se volcaron en socorrer aquellos pueblos, a quienes también les llegó el auxilio y solidaridad de sus hermanos allende los mares, desde la influyente Sociedad de Andaluces de la Habana; faltaban todavía catorce años para el otro gran desastre de nuestra historia, la pérdida de Cuba en 1898, que nos alcanzara también.
El 16 de Noviembre sobre las ruinas de Ventas de Zafarraya, bajo el auxilio y patrocinio de la Sociedad de Beneficencia de Andalucía de la Habana, se construirían las casas que luego serían entregadas a los supervivientes. En otros pueblos, el Imparcial de Madrid o la Veu de Barcelona, inaugurarían los barrios que con su ayuda económica se levantaron para dar cobijo a los desheredados por esta catástrofe. También lo haría el Gobierno de S.M. con el producto de la suscripción nacional reconstruyendo Alhama y Arenas del Rey.
El Defensor del día 1 de Marzo de 1885, haría balance en sus páginas de las pérdidas acaecidas por ese terremoto y de qué manera tan escrupulosa su Director socorrió personalmente en los primeros días de la catástrofe, a cuantos pueblos se acercó.
Murieron 828 vecinos, 1.164 fueron heridos, quedaron 55 viudas y 101 huérfanos. Desapareciendo 3.287 casas y 63 edificios públicos.
No sólo cumplió con su labor periodística, informando puntualmente de cuanto vio, además de impulsar la recogida de fondos y su distribución, sino que recogió una chiquilla de diez años que vagaba entre los escombros tras la pérdida de sus padres. Puesta bajo la encomienda de su madre, con el paso del tiempo casaría con una relevante personalidad académica.
Este hombre, nacido en Tarifa y educado en Sevilla, es una de las grandes personalidades que se enamoraron de Granada y haría del periodismo, como de su denuncia por los atropellos y los daños arquitectónicos de la ciudad y de la Alhambra, su labor cotidiana, que tan necesaria sería hoy en día y a cuya figura humana, como a ese rutilante periódico que conquistó Granada por su buen hacer, el Defensor, deberíamos todos mirarnos en pos de una Granada cuya esencia originaria nunca se debería perder y clamar con cuanto destrozo y daño se comete sobre una ciudad cuyo ser está en lo pequeño, entre la cal, el mirto y el surtidor.
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