sábado, 27 de septiembre de 2014

LOS TÍOS DE SICILIA, DE LEONARDO SCIASCIA

LOS TÍOS DE SICILIA, DE LEONARDO SCIASCIA

Son cuatro relatos, a modo de cuento o historias breves: La tía americana; La muerte de Stalin; El quarantottu y El antimonio, Leonardo Sciascia nos sumerge en los paisajes de su hermosa isla siciliana, por las calles de Palermo y por los avatares de aquellos hombres y mujeres de los años cuarenta, o del mismo 1848.

Aún cuando las descripciones del paisaje son escuetas, bien por la semejanza con la geografía hispana, o bien porque son los hombres y mujeres sicilianos los que ostentan todo el protagonismo de estas breves y bellísimas historias, que uno se siente atrapado por este autor, quien de manera divertida y sin acrimonia nos presenta a sus paisanos, los sicilianos, anclados en un mundo de pobreza, de caciquismo, pero con la fortaleza del “pillo” y de la lucha frente al poder, entonces en manos del Duce y del fascismo.
En la tía americana, conocemos una familia con una hermana que emigró a América y que desde allí, permanentemente les envía socorros en camisas y atuendos yankees y los dólares de los que, casi toda la isla que un día formara parte del escudo de Aragón, intercambiaban les servía para ir tirando, pues casi todos tenían algún familiar que en años precedentes había emigrado a América.

Los americanos ya han desembarcado en las costas italianas y comienzan a expulsar a los nazis, mientras los fascistas, con su cazurrería, cambian sus hábitos, sus insignias y empiezan a congraciarse con el americano, que les habla orgulloso de los autos y de las casas de allí, mastican continuamente chewin gum y regalan dólares y tabaco.
El narrador, nos va mostrando a su familia, su amigo Filippo, y la sociedad siciliana, mientras les llega el correo de la próxima venida de la tía americana, quien tiene un hijo y un yerno en las filas del ejército liberador americano.
La tía americana, gruesa y de fuerte carácter,  viene acompañada de su hija adolescente y de su escuálido marido.

De este modo, nuestro narrador, también púber, en los paseos, en las siestas y en los juegos con su desenvuelta prima, conocerá la anatomía femenina, las caricias y despertará en él la pasión juvenil incipiente.
Las hermanas disputarán por la venta de una parte de lo que le corresponde a la tía americana y se llevarán con ellos, de regreso a América, y ya liberada Sicilia de los fascistas, al tío para casarlo con la prima americana.
En la despedida, aún cuando resuena el enfado de la tía americana a quien su hermana le hubiera reprochado que le enviaba artículos de segunda mano, “el guante azul de mi prima. Sin pensarlo, para mis adentros, porque nunca hubiera osado decir algo semejante delante de mi padre, dije: -Lo triste es que llevará unos cuernos de campeonato- lo decía por mi tío”

En La muerte de Stalin, el zapatero Calogero, acérrimo comunista, sueña que es el gran mandatario ruso quien le instruye, mientras los distintos sucesos en Europa van transcurriendo y dando la espalda a los sentimientos de solidaridad obrera, sellando un pacto con los nazis, y viendo como el cura del pueblo le hace los reproches de sus continuos enfrentamientos dialécticos. Nuestro comunista y modesto zapatero, intenta creer que son argucias del gran Stalin, para poder ganar la guerra, aún cuando firma un pacto con Hitler.
Cada vez que le surjan dudas por las políticas y noticias que le llegan de Stalin o del avance de sus generales, traslada sus inquietudes a los dirigentes del partido, quienes tratan de hacerle comprender que todo ello es alta política.

Cuando Il Giornale di Sicilia llevó la noticia de la muerte de Stalin, así como las noticias sobre que asesinó a su esposa, envenenó a su hombre de confianza, Beria, el Comité intentó consolarlo, ya que a buen seguro seguirían saliendo tristes noticias sobre la vida de Stalin, quien para nuestro zapatero remendón era la única luz que alumbraba sus pensamientos y que le daba ánimos para poderse enfrentar al párroco en sus diatribas políticas de vecinos.

“Mi padre cuidaba el jardín del barón Graziano…” De este modo comienza la narración del Quarantottu, en la que este barón es un día descubierto tras las faldas y los amores de una vecina, Rosalía, razón por la que la baronesa Concettina, muy católica ella y muy impuesta de sus posesiones, decide que al barón sólo se dirigirá por medio de un tercero, y a modo de comedia, ambos cónyuges, ya que la separación estaba mal vista y que al barón podía perjudicarle por la ascendencia que Concettina tenía cerca del rey de Nápoles.
Esta historia tiene lugar en 1848, donde las influencias monárquicas e hispanas siguen aún muy presentes en aquella Sicilia, mientras los vaivenes de revoluciones y altercados sociales mueven al barón a cambiar de alistamiento político según sea el partido que ocupe el poder, ya que él siempre se verá distinguido por el obispo, otra de las grandes influencias políticas del país, hasta que Garibaldi llegue y unifique toda la península y las islas adyacentes.

En su casa, el barón, dará hospedaje a grandes personajes que por su pueblo pasaron y, en las últimas líneas de este cuento, lo hará ahora con Garibaldi, en la misma alcoba que años antes lo había hecho su opositor, lo que no pudo presentar como logro, pues habría puesto a las claras, las cambiantes inclinaciones y el chaqueteo del barón

El antimonio o azufre, es la narración que tiene lugar en España, donde un siciliano, huye de un accidente de azufre en una mina, donde toda su familia había desde antiguo trabajado, e ingresa en las filas del ejército que envía Mussolini a España en el año 37.
En esta historia, además de mostrarnos su simpatía por España y en cuantas cosas nos parecemos: paisaje, costumbres, personajes, nos muestra cómo aquel soldado italiano que, como tantos otros, ingresaron en el ejército para tener una paga y un mejor alimento para su familia, ha de matar a quienes nada de mal le han hecho y quienes, contrariamente a los italianos, intentan sacudirse el poder de los ricos y alcanzar una mayor libertad y un mejor reparto de la tierra, como de los recursos.
Terminará perdiendo una mano, como le ocurrió a su admirado Cervantes,  lo que le permitirá regresar como un héroe, y tener una paga, aún cuando con su mujer no encuentre el amor ni la expansión sensual, ya que a su mujer el tacto de su muñón le asquea.
De regreso a su pueblo, los vecinos le preguntan: “-Pero ¿es bonita España? –insistían. –Es como Sicilia –decía- Por la parte del mar es muy bonita, llena de árboles y viñas; en el interior árida, “tierra de pan” como decimos nosotros y de poco pan. -¿Son pobres los españoles? –Los pobres son más pobres que nosotros; y los ricos lo son tanto que da miedo, toda una noche en tren se precisa para atravesar las tierras de un duque, un latifundio inmenso”


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