SOBRE GARCÍA LORCA, DE ANTONIO GALLEGO MORELL

Empieza por señalarnos que Federico es poeta de honda raíz
andaluza, muy por encima de Juan de Mena, en la Edad Media, de Fernando
Herrera, en el Renacimiento o del mismo Luis Góngora, en el Barroco, ya que
para quien fuera catedrático y rector de la Universidad de Granada, éstos otros
grandes escritores andaluces estaban muy influenciados por corrientes italianas o de los clásicos, no así Federico, cuya fuerza andaluza estriba
en que todo su saber y cuanto nos presenta es extraído del mismo pueblo
andaluz, del mismo campesino de su pueblo natal, Fuentevaqueros. Incluso lo
considera por encima de Bécquer, en su sentimiento andalucista o del Sur, hasta
más allá de Machado, el otro gran andaluz, ya que todos los anteriores están
muy atraídos por su proximidad a los grandes poetas a orillas del Rhin, o de los campos de Castilla, o aún, en
el caso de otro gran andaluz, Juan Ramón Jiménez, lánguido con destellos de
Tagore.
Es por ello que un hijo de la lírica española del 98 paseará
Andalucía por el mundo:
Luna, luna, luna, luna
del tiempo de la aceituna
Cazorla enseña su torre
Y Benamejí la oculta
Aparece pues el gitano, el arabigoandaluz, incluso más
allá de Fernando Villalón.
Lorca en toda su obra y en toda su existencia, será un ir
y venir de Granada.
¿Va usted a Granada?
A Granada voy
Pues vamos juntos
Eso parece.
Lorca nace en Fuentevaqueros, un 5 de junio de 1898,
cuando toda España está pendiente de las noticias que le llegan desde Cuba,
donde se hundirán los escasos vestigios de su otrora gran imperio y que darán
origen a una nueva generación, la del
98, nacida de la desesperación de esa pérdida como de la angustia de
reconocerse en ruinas y del un porvenir incierto.
Las choperas que pueblas los márgenes por donde discurre
el tranvía de Granada a su pueblo, como los ríos sin apenas agua por donde ha
de cruzar, aquellos donde solo reman suspiros, con las nieves eterna de la
Sierra como dosel de la ciudad de la Alhambra, en el horizonte de su mirada,
como la de los pueblos vecinos: Chauchina, Santafé, o la misma Asquerosa, junto
con las poesías de Zorrilla o del almeriense Villaespesa, irán sumando enseñanzas
a su enciclopedia poética. Leerá también a Góngora como al granadino Soto de
Rojas, el mejor discípulo del cordobés en el siglo XVIII.
Con todo ello, con las fiestas del Corpus, la Semana
Santa andaluza, las saetas, el Cristo, las figurillas de barro, las marionetas
ambulantes, el Sacromonte, la biznaga que ofrece a los turistas la gitana
delante de la Catedral, del Sagrario o la Capilla Real.
“Sin Granada la obra de Lorca es indescifrable. Jamás se
ha producido en la literatura española
Un fenómeno vinculado a la ciudad natal del autor. Lorca
es el poeta de Granada no porque sea el cantor de Granada. Acaso en número de
poemas un Zorrilla o un Villaespesa han cantado con mucha profusión a la ciudad
de los Cármenes. Lorca exhibe, por ves primera, una Granada entera. Lorca
mezcla en su mundo literario la Granada oriental y la Granada cristiana.
El texto más importante donde Lorca se acerca a hacer una
teoría de su ciudad es el ensayo Granada Paraíso cerrado, intento de estética
granadina, dentro de la tradición ganivetiana. Lorca trata su ciudad como un
gran escenario.”
Son palabras textuales de este hermoso libro, donde su
autor, además, que Lorca es fruto de su clima geográfico y del lugar donde se
crió y se cultivó.
Granada entrará en el siglo XX con la triste noticias de
uno de sus hijos más queridos, en las frías aguas del Dvina, se suicida Angel
Ganivet, autor de Granada la Bella, El Idearium y tantos otros libros en los
que se preguntaba por el ser español y su futuro.
Lorca acudirá al estreno, en un teatro granadino, a la
obra de Villaespesa El Alcázar de las Perlas, por la compañía Guerrero. Seguro
que abría conocido la revista Alhambra de otro ilustre granadino del siglo XIX,
o la réplica en Granada de la revista España, Granada, dirigida por Melchor
Almagro san Martín.
En 1948, costeado por su padre, edita su primer libro,
Impresiones y Paisajes, fruto de sus primeros viajes de estudio.
Insiste de nuevo Gallego Morell que Lorca es el poeta de
Granada y Granada es la ciudad de García Lorca. Como Lope es el poeta de Madrid
y Dante la literatura de Florencia, aún cuando toda su obra acierta a conjugar
valores de validez universal con rasgos característicos de su tierra de origen:
las choperas de la vega de Granada, el aire fino en el valle del Dauro, el agua que baja de la nieve al trigo.
Allá por los años veinte, Federico García Lorca era más
juglar que escritor, pues cuando publicaba algo, ya sus amigos y su entorno
eran conocedores de buena parte de la obra.
El Lorca conferenciante fue otra de sus maestrías.
Será pues su Poema del cante Jondo lo que le dará fama y,
quizás, contrariamente a sus deseos, el que fuera señalado como un poeta
folclorista. En la portada de su obra lírica, son once los índices o cuadros,
todos ellos de honda raíz campesina, granadina y andaluza.
1.- Baladilla de los tres ríos
2.- poema de la siguiriya gitana
3.- poema de soleá
5.- gráfico de la petenera
6.- dos muchachas: la Lola Amparo
7.- viñetas flamencas
8.- tres ciudades
9.- seis caprichos
10.- escenas del teniente de la Guardia Civil
11.- diálogo del amargo
¡Ay amor / que se
fue y no vino!
¡Ay amor / que se fue por el aire!
El teatro lorquiano se inicia con un sonoro fracaso, ya
que su primer obra quiere que sean sus intervinientes los insectos que conoció
en aquella vega de la infancia: mariposas, escarabajos, curianas. Fue el
Maleficio de la mariposa de la mano de Catalina Bárcena y con actuación de la
Argentinita en el teatro Eslava de Madrid.
Motivo del zapateo y de las risotadas en la platea, aunque de diversa
índole y composición irán saliendo de su proverbial imaginación: la Zapatera
Prodigiosa, estrenada por Margarita Xirgu un 24 de diciembre de 1930 en el
teatro Español de Madrid. Don Perlimplín con Belisa en su jardín, Mariana
Pineda, teatro para guiñol junto al
compositor Manuel de Falla para los niños un día de Reyes Magos. Bodas de
sangre, en 1934, un 8 de abril en el teatro Beatríz de Madrid, con la compañía
de Josefina Díaz de Artigas. Lorca no para, ahora serán los Títeres de
Cachiporra, mientras en el Principal Palace de Barcelona, la Xirgu representa
Doña Rosita la Soltera o el Lenguaje de las flores.
Ya en junio de 1936 lee a un selecto grupo de amigos,
entre ellos al cónsul de Chile que escibirá una sentida biografía de su amigo
Federico, La Casa de Bernarda Alba, mientras en el Club Anfístora, Pura Ucelay
prepara el estreno de Así que pasen cinco años, obra misteriosa y donde su
autor intenta sacar de sus entrañas sus sentimientos más profundos.
Su teatro será de vanguardia y tradicional cuando
introduce ritmos y sones populares, romances y tradiciones y cuando recoge los
temas viejos como el de la mujer estéril o la obsesión erótica. O recurre al
símbolo. Pero la atmósfera de misterio será siempre su mayor aportación, la
llegada de las situaciones poéticas a la escena preparadas como en un teatro de
intriga. La luna también cuenta con un papel en su teatro, como el silencio y
la ausencia. Acaso estos símbolos ausentes sean uno de los rasgos más
peculiares del teatro de Lorca: un recurso que culmina en la Casa de Bernarda
Alba donde una costumbre, el luto, es el tema central de la obra y un ausente,
el hombre, el obsesivo y nebuloso protagonista.
Siempre en el teatro español, alternan, se superponen o
se separan dos direcciones: realismo e idealismo. Su constante confrontación
acentúa sus perfiles. Con Lorca irrumpe un nuevo sentido del realismo, un
realismo idealizado.
Y el público de su teatro no asiste para intentar adivinar
el final de la obra, sino para inquietarse por su propio desarrollo. Interesan
más las peripecias de la acción que el desenlace. Y la acción cobra dinamismo
al ser sometida a una tensión poética. Además, pone por delante a la mujer, de
manera genérica: la mujer.
Su epistolario es otra forma más de su enorme erudición,
que empezara en el Café Alameda, en la tertulia del Rinconcillo, dirigidas a
sus amigos, a sus confidentes y a cuantos se cruzan con él por el camino, a
todos ellos, bien con dibujos sencillos, un tanto naifs o infantiles, como
poesías o detalles de sus proyectadas obras o poemas, los va regalando a
cuantos abren las cartas que Federico les remite. Melchor Ferández Almagro,
Gallego Burín, Falla, Juan Ramón Jiménez,
Dalí, Sebastián Gasch, Joaquín Romero Murube, Jorgue Guillén, Gerardo
Diego, Aleixandre, Guillermo de Torre, Federico de Onís, Carlos Morla, Miguel
Hernández, Pepín Bello,…
“¿Por qué no venís alguno para que yo tenga a mi lado
siempre un amigo de ahí; esto es un amigo de verdad? Por mi lado pasan amigos,
conocidos de aquí; les saludo, cruzamos unas palabras, unos párrafos…Pero ellos
no han leído la Pedagogía de García Sánchez, ni conocen a don Simón García
Martín del Val, ni han estado en Granada”
Lorca es el más grande juglar de la literatura española
contemporánea. A su lírica lleva el temblor urbano, paisajístico de su Granada
natal. Acaso las mejores pinceladas de sus éxtasis líricos ante una ciudad que
le trastorna, que le emborracha, que le anonada, estén en sus cartas. En ellas
intenta transmitir el poeta la emoción del campo, de la ciudad en Navidad, en
Semana Santa, bajo la lluvia, con el dorado del otoño, con el olor de la tierra
mojada y siempre acaba enfocando en diminutivo: la misa en las Tomasas, los
cipreses de los Escolapios, el valle de Valparaíso… Y cuando está en Madrid pregunta
si ya se han caído las hojas. Como también se abrazaba a sus paisanos
emigrantes en el Buenos Aires que le abría los brazos y se entregaba a su obra.
También en Finlandia o antes en Amberes, Angel Ganivet, preguntaba por los
ruiseñores de las alamedas de Granada.
Será un Lorca pletórico de humanidad, lleno de
sensiblidad, rico en facultades, siempre en tensión poética, curioso del mundo,
sensible ante la naturaleza, bueno, el que conoceremos con la publicación de
sus cartas. Con el mono azul de la Barraca, llevando a los rincones más
alejados el teatro, soñará siempre con los chopos de su tierra, con el ajimez
de San Ana o el tañido de la Vela.
Como dibujante y pintor se dará a conocer en la primavera
de 1927, cuando expone 24 dibujos en la Galería Dalmau de Barcelona:
1.- Claro de luna
2.- sueño del marino
3.- vaso de cristal
4.- vaso de cristal
5.- dama en el balcón
6.- payaso
7.- gota de agua
8.- ojo de pez
9.- escándalo
10.- Santa Teresita del Santísimo Sacramento
11.- claro de circo
12.- naturaleza muerta
13.- payaso japonés
14.- leyenda de jerez
15.- teorema del jarro
16.- la mantilla
17.- la musa de Berlín
18.- el viento Este
19.- teorema de la copa y la mandolina
20.- merienda
21.- pecera
22.- beso en el espejo
23.- naturaleza muerta
24.- retrato del pintor salvador Dalí
Como buen andaluz, Lorca es un artista que se derrama,
que se da que se transmite
Mucha de su simpatía por Cataluña le viene porque allí se
sentía dibujante y exhibía lo que en Granada no se atrevía a mostrar.
La revista Gallo, con tan sólo la aparición de dos
números, será otro de sus intentos por despertar a la Granada adormecida. Para
esta revista pedirá la colaboración de otro ilustre escritor granadino, recientemente
fallecido, “Ayala, como granadino tiene que dar abundante colaboración. Díle
que le escribiré”
Lorca intentará unir desde Granada con Cataluña por medio
del Gallo, como cuando Angel Ganivet, un siglo antes, su cofradía del Avellano
lo hiciera con Cau Ferrat, ellos lo hacían por medio de Gallego Burín con la
LLiga Catalana de Francesc Cambó y Falla con los músicos catalanes, años
después
Lorca es, pues, uno de los escritores más completos en el
panorama de las letras españolas del siglo XX: autor teatral, poeta lírico,
prosista, conferenciante, juglar, pintor, intérprete musical.
Es un poeta acunado por una ciudad que le enloquece y le
atormenta, por una ciudad que le presta alas y le empuja a cantar. Porque si
Granada en el siglo XX se llama Federico García Lorca, la obra de Lorca es
indescifrable sin atender a su entronque geográfico y local.
A Lorca le quitarán la vida en su primera juventud, en
1936, entre Viznar y Alfacar, bajo las faldas de la Alfaguara y las lágrimas de
la fuente de Aynadamar
GRANADA : ELEGÍA HUMILDE
Tu elegía, Granada, la dicen las estrellas
Que horadan desde el cielo, tu negro corazón.
La dice el horizonte perdido de tu vega,
La repite solemne la yedra que se entrega
A la muda caricia del viejo torreón
Tu elegía, Granada, es silencio herrumbroso
Un silencio ya muerto a fuerza de soñar
Al quebrarse el encanto , tus venas desangraron
El aroma inmortal que los ríos llevaron
En burbujas de llanto hacia el sonoro mar
El sonido del agua es como un polvo viejo
Que cubre tus almenas, tus bosques, tus jardines
Agua muerta que es sangre de tus torres heridas,
Agua que es toda el alma de mil nieblas fundidas
Que convierte a las piedras en lirios y jazmines
Hoy Granada te elevas ya muerta para siempre
En túmulo de nieve y mortaja de sol
Esqueleto gigante de sultana gloriosa
Devorado por bosques de laureles y rosas
Ante quien vela y llora el poeta español
Hoy Granada te elevas guardada por cipreses
(Llamas petrificadas de tu vieja pasión)
Partió ya de tu seno el naranjal de oro
La palmera extasaiada del Africa tesoro
Solo queda la nieve del agua y su canción
Tus torres son ya sombras. Cenizas tus granitos
Pues te destruye el tiempo. La civilización
Pone sobre tu vientre sagrado su cabeza
Y ese vientre que estuvo preñado de fiereza
Hoy aún muerto se opone a la profanación
Tú que antaño tuviste los torrentes de rosas
Tropeles de guerreros con banderas al viento
Minaretes de mármol con turbantes de sedas,
Colmenas musicales entre las alamedas
Y estanques como esfinges del agua al firmamento
Tú que antaño tuviste manantiales de aroma
Donde bebieron
regias caravanas de gente
Que te ofrendaban el ámbar a cambio de la plata
En cuyas riberas teñidas de escarlata
Las vieron con asombro los ojos de Oriente
Tú, ciudad del ensueño y de la luna llena
Que albergaste pasiones gigantescas de amor
Hoy, ya muerta, reposas sobre rojas colinas
Teniendo entre las yedras añosas de tus ruinas
El acento doliente del dulce ruiseñor
¿qué se fue de tus muros para siempre Granada?
Fue el perfume potente de tu arza encantada
Que dejando raudales de bruma te dejó
¿O acaso tu tristeza es tristeza nativa
Y desde que naciste aún sigues pensativa
Enredando tus torres al tiempo que paso?
Hoy ciudad melancólica del ciprés y del agua
En tus yedras añosas se detenga mi voz
¡Hunde tus torreones!
Hunde tu Alhambra vieja
Que ya marchita y
rota sobre el monte se queja,
Queriendo deshojarse como marmórea flor
Invaden con la sombra maciza tus ambientes
¡Olvidan a la raza viril que te formó!
Y hoy que el hombre profana tu sepulcral encanto
Quiero que entre tus ruinas se adormezca mi canto
Como un pájaro herido por astral cazador
Federico García Lorca
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