ARTURO PÉREZ-REVERTE, UNA
HISTORIA DE ESPAÑA
Arturo Pérez-Reverte, siempre
inquieto, ahora se ha decidido a seguir los pasos de los historiadores, aun
cuando en sus novelas él también siempre haya hecho historia.
Es probable que se haya ayudado
para escribirlo, de aquel que Fernando Díaz Plaja publicó en 1971, Otra
historia de España, con la diferencia de la prosa y de los calificativos que
siempre aparecen en toda la obra del académico de la lengua, así como de un
enorme pesimismo sobre nuestro momento actual y el porvenir de España.
Ambos harán un repaso sobre los
acontecimientos más notorios de nuestra historia, que Díaz Plaja termina cuando
la democracia y nuestra incorporación a Europa aparecen ya en el horizonte. Sin
embargo, Pérez Reverte, como contemporáneo del siglo XXI, nos añadirá los
detalles y las percepciones y hechos más notorios que nos han acontecido en
estos últimos años, poniendo el colofón en su último capítulo: Epílogo triste,
o no.
Si en la Otra historia de España,
el relato es más historicista y destacando hechos de la historia que hemos
conocido por los libros en el colegio, no obstante pone de relieve los
conflictos surgidos con vascos y catalanes, para la obtención de sus
respectivos estatutos y de cómo se llega a ese estado de cosas, constatando
ahora, que el proceder de los vascos ayer y hoy sigue siendo muy parecido, pues
su unión con los españoles es y será siempre que a ellos les de ventajas
económicas y de conservar sus fueros, en los catalanes de cómo se ha ido
agravando esa barrera que se iniciara cuando perdieron el negocio del comercio
con las Antillas, por la derrota de 1898.
A pesar de su gran sentido de
español, Pérez-Reverte no lleva la bandera del nacionalismo, si no es mostrar
la grandeza de cuando las cosas se hicieron con un objetivo mayor y con un
emprendimiento popular, pues de los monarcas y de sus séquitos nunca es muy
partidario.
Entretenida obra, que a buen
seguro no superará nunca ni la de Fernando Díaz-Plaja, ni la de un Pierre
Vilar, pero que es de agradecer, pues nos pone ante nuestro propio espejo y, de
manera somera y con ese verbo tan característico de don Arturo, nos muestra su
visión de nuestra historia pasada y de aquella que es contemporánea, aunque en
todo este libro el perfume que desprende sus capítulo sean de un porvenir muy
aciago y tenebroso, que ojalá nunca veamos los españoles.
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