sábado, 20 de julio de 2019

EL DEBATE DEL ESTATUTO DE CATALUÑA


EL DEBATE DEL ESTATUTO DE CATALUÑA EN LAS CORTES REPUBLICANAS DE 1931

A finales de septiembre del 31, en las Cortes republicanas de la Carrera San Jerónimo, entre otros muchos debates, como el de la Ley Agraria, tan necesaria para poner orden en el aro español y en particular en el andaluz y extremeño, se debatía el del Estatuto de Cataluña.

Algunos de sus intervinientes fueron Unamuno, el famoso escritor vasco y rector de la Universidad de Salamanca; Sánchez Román, famoso e influyente letrado, que trataría el caso como abogado y muy contrario; el socialista Jiménez de Asúa; el catalanista Carrasco Formiguera que además había representado a Esquerra Republicana en el Paco de san Sebastián y hoy casado con una rica barcelonesa muy cercana a los jesuitas, mientras Julián Besteiro presidía la tribuna del parlamento.

La impresión general era que los catalanes son nacionalista, aunque muchos los consideraban separatistas, siendo muchos de ellos ciertamente, que no podían separarse o no les convenía

Por todo ello, la cuestión era saber si había que imponerse a la fuerza, transigir con moderación, tratando de estar cómodos todos. Azaña, sin embargo, creía que la asimilación de Cataluña era ya imposible, ni por la fuerza ni por la expansión del Estado. Y se preguntaba por entonces, si tenerlos sojuzgados de qué podía servir. Contando los antecedentes con primo de Rivera que ayudó a envenar aún más la cuestión, exterminarlos tampoco traería nada bueno, por muy unitario y españolista que se sea. En estas condiciones, lo prudente ea tratar un acuerdo que sirviera de principio de una reconciliación, sin dudas problemática, razón por la que esa mayoría españolista debería ejercer alguna torsión en los puros principios jurídicos. Tal era el fondo del pensamiento del alcalaíno, que reproduce en su diario correspondiente al día 26 de septiembre de 1931.

En la tribuna, el catalanista Carrasco Formiguera, que en un mitin habló de declarar la guerra a España, antecedente en las expresiones desafortunadas que lustros después evacuaría el vicario de Puigdemont en la Generalidad, un alumno aventajado de los neonazis, un tal Torrá, como Carner, lo hicieron de manera muy impolítica.

Largo caballero, o el mismo Indalecio Prieto, de la dirección del PSOE, siempre opuestos a este Estatuto catalán, siempre se opusieron a que la legislación social pudiera estar en manos de los catalanes autónomos, fruto sobre todo del antagonismo de la UGT contra la CNT, entonces con mayor representación por aquellos lares, razón por la que nunca se daría traslado a la autonomía y la legislación social sería siempre cuestión del estado.

El mismo partido de Azaña, Acción republicana, siempre fueron en su mayoría contrarios al estatuto de Cataluña y muy hostiles al catalanismo, aunque lo que predominaba en los enfrentamientos era la cuestión sindical, muy candente en esos tiempos.


“Prieto se desató contra los catalanes, diciendo que en 32 años de vida política, no ha conocido un caso de deslealtad semejante al de aquéllos, en cuanto se refiere al cumplimiento del Pacto de San Sebastián. Y ha desfogado toda la cólera que desde abril viene almacenando contra la política de Macià y compañía, así como contra la política del Gobierno”, del que él era entonces Ministro de Hacienda.

“Que los catalanes se aprovecharon de la proclamación de la República para crear un hecho consumado es innegable”, dirá Azaña. Si ahora estos hombres levantaran la cabeza, cuando sus descendientes catalanes han dado un golpe de estado, después de haber logrado concesiones inconcebibles, seguro que hubieran deseado volver a bombardear Barcelona, como señalan los tópicos y la historia.

El mismo Maura estaba dispuesto, según sus propias confesiones, “a tirar de la manta”, en el asunto del Pacto de San Sebastián, para mostrar la inmoralidad y deslealtad de los catalanes, que se ve lo llevan en la sangre, ayer y hoy.

Al menos, azaña se congratulaba que se hubiera votado que el idioma oficial de la República española era el castellano, que debía ser conocido y respetado por todos. Cosa que hoy en el siglo XXI muchas de esas comunidades de ascendencia catalana no respetan.




No sé si queda mucho o poco por hacer, si algún día se logrará un entendimiento saludable para cuantos habitamos España, sin exclusión de ningún territorio, ni de ninguno de sus ciudadanos, cualquiera que sea su credo, su idioma natal, sus creencias religiosas o su atracción sexual, pero que hoy en Cataluña quienes quieren que el castellano sea respetado y no agredido, como empiezan en Baleares y Valencia, siguiendo el ejemplo catalán, están siendo perseguidos es una obviedad de la que el estado no puede abjurar de su compromiso, ni de desamparar a esos ciudadanos y menospreciar las leyes que todos hemos de respetar, amén de la igualdad que en España debe existir para todos en el conocimiento y dominio del idioma común que nos permita a todos comunicarnos en un mismo plano.

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