domingo, 14 de mayo de 2023

LA BOLCHEVIQUE ENAMORADA, DE MANUEL CHAVES NOGALES

 


LA BOLCHEVIQUE ENAMORADA, DE MANUEL CHAVES NOGALES. EDICIONES ESPUELA DE PLATA. NARRATIVA

Trabajo ha costado que el talento literario y periodístico de este sevillano del siglo XX,  traspasara los umbrales del XXI como un notable escritor de relatos,  que logra hacer brillantes por su vena periodística y por su sensibilidad, así como por las enseñanzas que siempre se desprenden de sus obras.

La primera que me hizo lamentar la gran pérdida de este autor, como su ostracismo en los anaqueles de las librerías, fue su biografía sobre Juan Belmonte, ese torero que allá por el Sur, a orillas del Guadalquivir y en noche de luna, iría forjando su leyenda en la tauromaquia. Luego vendrían otros sobre sus viajes por Europa, especialmente en París y la Rusia de Stalin y qué decir sobre nuestra incivil guerra del 36.

Como tantos grandes autores del exilio, al que fue empujado por su republicanismo y su cercanía con Manuel Azaña, y el asalto al poder de la Otra España, de Chaves Nogales solo pudimos conocer recientemente que tuvo una gran presencia en los diarios de Madrid y Argentina, donde era también habitual que en distintas tiradas, como hiciera Galdós con sus exitosos Episodios Nacionales, fuera presentando sus relatos, que más tarde serían agrupados en libros.

Uno de éstos que, tanto el Heraldo, Ahora o la Estampa, desde 1924 hasta 1932, llevaron a sus páginas, para deleite de suscriptores y de compradores al vuelo por las calles, en varias entregas, es el libro La bolchevique enamorada y otros relatos, como el hombre equívoco, El marido de la fea, Juan Ramón y el otro y Narraciones maravillosas y biografías ejemplares, o El gobernador y sus siete mujeres.

En todo este libro, el permanente sentimiento humano, con sus miserias y sus enseñanzas vitales, a modo de breves historias, es una delicia, a veces mostrándonos la sordidez del sistema bolchevique, tan aclamado ayer por los comunistas españoles, como hoy mismo en el siglo XXI por populistas tan indecentes como ministras y edecanes del retrocomunismo del XXI y del terrorismo, integrados en un partido político que junto al socialismo ha alcanzado el gobierno.

De cómo un anciano que busca la verdad es reprobado, por la banca y la autocracia, cuando manifiesta ser él el responsable de una falsificación monetaria apenas detectable, en El hombre equívoco.

El marido de la fea, que no duda en acudir a un amigo para despertar con el engaño la libido amorosa de su esposa, que la espera en el taxi donde quisiera encontrarse con su amante y abandonar al esposo.

O aquella pordiosera pedigüeña, a quien un buen samaritano le brinda un hogar, que ella desecha en sus ansias de seguir recolectando limosnas y cuyas sumas oculta en sus faldas,  que ya le permitirían tener un techo y no la calle.

De cómo un feto, en el seno de una embarazada, relata la existencia de sus creadores, que no son otros que un pastor, enamorado de la amante del cacique del lugar, que tarde descubren que ella es la madre y su amante engendrador del cigoto del incesto.

Por encima de la voluntad, relato de una viuda y su hija, que rechazan a un pariente mayor para casarse con la menor, mientras la madre, con la complicidad de la hija, viven del robo y la extorsión, rechazando por asco y una particular probidad, las propuestas de matrimonio de un adinerado familiar, a pesar de la cárcel a la que finalmente será llevada la viuda.

La mujer a quien robaron el alma. Después de seis años de noviazgo, el novio comprometido con la hermana mayor, termina enamorándose de la hermana menor de la casa. Bajo una bien orquestada simulación y engaño, la hermana menor y el novio de la casa, se casarán lejos del hogar de las mujeres, mientras la hermana mayor envejece rezando al amor que se supone había fallecido en la superchería montada por su hermana menor y su novio.

En la órbita, una sevillana de ojos y cuerpo de diosa, desde su miserable corrala, conoce pronto a un abogado que la llevará a Madrid, donde en un hotel ejercerá, con la ayuda de su chulo, el oficio más viejo del mundo, cuando tres acaudalados burgueses quieren hacerla su esposa. Esta meretriz, a pesar del futuro que se le prometía, terminó volviendo a su tierra y, en una modesta casita, con sus geranios y claveles en el balcón, será acogida como la benefactora del barrio, la señora que junto a quien fuera su chulo, van viendo pasar los años, desmemoriando aquel pasado de meretriz. No hay,  pues,  nadie en el mundo lo suficientemente pobre para que se considere desdichado. A la vida le basta con  muy poco, casi nada; todo lo demás es superfluo.

Azucena. Relato de una niña ciega que pronto es asaltada por su belleza sobre los mismos terrones de los olivares donde nació y que lo palpa todo como algo natural, cuando, primero, el amo, luego los gañanes y vecinos copulan con ella en el campo o tras una mísera tapia. Del burdel del pueblo, donde hará los trabajos más miserables por un trozo de pan, y contentará con su cuerpo a jayanes como a señoritos, una buscadora de carne humana la encontrará y la llevará a un lustroso lupanar, donde las alfombras, las sábanas de lino, los perfumes y las manos tibias, de cuerpos flácidos y decrépitos, la harán desdichada, olvidadas ya las manos recias y el desenfrenado abrazo de los paisanos. Abandonada en el parque, sintiendo marchitarse su cuerpo y alimentada por la colación de niños y transeúntes, Azucena se irá extinguiendo tumbada en el banco de un parque de la ciudad.

La tía Conchita, es la clásica tita que todos hemos tenido en esa España del pasado; poco agraciada y compuesta para “vestir santos”, la familia toda irá viendo cómo se marchita el poco lustre que la naturaleza le ha otorgado, razón por la que a un pariente militar, acaudalado y siempre expuesto a perder la vida en la guerra, le proponen que le haga la corte para animarla. Como era de esperar, el pariente militar perderá la vida, la tendrá a ella como heredera y, la la tía Conchita, sin embargo, nada habrá sabido del amor.

El autor de todos los crímenes, es aquel sujeto que nada recuerda y fácil para que todos le endilguen cualquier crimen, pues nunca nada recuerda de su pasado.

En El viejo enamorado, su autor nos desvela las artes que este viejo emplea para que su joven amada, conforme pase el tiempo, cada vez esté más enamorada de él, a pesar de lo que puedan pensar los demás y lo fácil que podría ser que por su juventud ella se enamorara de un joven.

En El guarda Pérez, la estrechez de una casa cuartel, las disputas infantiles de unos contra otros y la cizaña de las esposas, terminan con el compañerismo, la obediencia militar, cuando el guarda Pérez, por la espalda, asesina a su compañero,

En La obligación de odiar vemos la forma que su autor tiene de resaltar a quien no responde a los golpes que recibe, mientras es abandonado por su novia y sus amigos, quienes le culpan de cobarde, cuando no repele los golpes que recibe.

Borrón y cuenta nueva. En una familia numerosa y pobre, uno de los hijos sólo ve el trabajo de sus progenitores y la sordidez de su vivir, por lo que cuando él es capaz de empezar a trabajar, no lo hará como su padre, sino en la delincuencia, que, en un principio hará mejorar la vida de la madre viuda, pero que lo terminará llevando a presidio y ante la infamia del nombre de esta familia.

Necrofilia es el relato sobre su abuela, beata siempre adorando a los santos, a las almas del purgatorio y a los difuntos que, cuando muere, su autor descubrirá en su rostro el pasmo y el horror, no la felicifdad de la que tanto había oído hablar.

Los zarcillos robados a una niña y cómo espera su devolución, el empleado de banca que siempre hizo lo mismo, el camarero que se murió sin conversar y sólo supo preguntar: ¿Sólo? ¿Mucha leche? ¿Así?

Variopintos, amenos y pedagógicos  son los relatos de este libro de un gran autor de España.

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