EL PÉNDULO DE FOUCAULT, DE
UMBERTO ECO
Cuando uno se adentra en los
entresijos de un libro del complicado entramado que un semiólogo como Umberto
Eco es capaz de armar a lo largo de cerca de 600 páginas, hay que reconocer que
no sale ileso, ni tampoco puede animar a quien esto lee a que lo lea, pues
quien esto firma, debe confesar que no le ha sido nada fácil seguir el “plan”
que tres intelectuales de una editorial en Milán se trazan para establecer la
fuerza de la cábala, como la profunda raíz en la tierra de los misterios de la
orden del Temple, como de todas aquellas que con su complejidad, de una manera
u otra, irán apareciendo en los distintos viajes que Belbo y Causon realizan,
como de las obras que les llegan a la editorial Gramond o la misma Nunzio.
Y qué tiene que ver en todo esto
el péndulo de Foucault instalado en el Museo de Artes y oficios de París para
demostrar la rotación de la tierra, pues la misma antigüedad de esa rotación
con el plan trazado por unos templarios que debiera suceder según unos cálculos,
una cábala en definitiva, hasta llegar a nuestros días.
Todo en el libro, desde los
titulares de cada capítulo, buscan analogías y van avanzando del mismo modo que
se convierte en una pesadilla la historia que uno va leyendo.
El índice de cada capítulo mayor
viene señalado en hebreo: 1.KETER. 2.HOKMAH. 3.BINAH. 4.HESED. 5.GEBURAH. 6TIF’ERET.
7.NESAH. 8.HOD.9. YESOD.10.MALKUT
Es la historia de la humanidad en
su oscuridad cabalística la que irá desfilando en un momento u otro según
corresponda, supuestamente trazado por conjuras telúricas en las que los
Templarios, una vez que en Francia fueran aniquilados, aunque algunos lograron
escaparse a la fortaleza de Tovar en Portugal, como su asimilación por la órden
de los Hospitalarios.
Cierto es que la órden de los templarios,
católica y monástica además de guerrera, fue la más poderosa de la Edad Media y
su vocación de defender a los primeros peregrinos que viajaban a Jerusalem,
pronto se convirtió en una poderosa organización militar y financiera, por
encima de muchos reinos de entonces, a pesar de la sencillez de sus vestiduras
y de sus normas, todas ellas primando la defensa de los Santos Lugares.
Su enorme poder, como el
permanente roce con pobladores musulmanes y hebreos, como todo el acervo
presente en la cuenca del Mediterráneo, hicieron de los miembros del Temple,
una fuerza que desde todo el continente europeo, desde Inglaterra, los reinos
de Portugal y España, como los pueblos francos y germanos, el papa en Roma,
contribuyeron a que acumulara tal pujanza económica y militar que incluso se
llegó a creer que eran capaces de detentar fórmulas mágicas para la producción
de oro.
Los signos, de los que es un
maestro Umberto Eco, como el legado de los templarios, es la razón para sumergirse
en una obra compleja y nada fácil de descifrar, una de las intenciones de los
templarios, que nunca sus secretos pudieran ser desvelados, esfuerzo éste que
este libro intenta desvelar de manera magistral y nada convencional.

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