TODOS FUIMOS CULPABLES, DE
JUAN-SIMEÓN VIDARTE
En esta enorme memoria de uno de
los períodos más tristes y desventurados de España, el diputado socialista,
originario de un pueblo de Badajoz, que tuvo grandes responsabilidades en la
IIª República española, Juan Simeón-Vidarte, tocayo de su compañero y gran
amigo y último presidente de gobierno, Juan Negrín, nos relatará todo lo que
fue asumiendo su culpa como la de cuantos le rodearon, aunque conforme va
desgranando su lucha y tarea pública, pareciera que sólo es un título, pues en
casi todo, los principales responsables del desastre, para Vidarte, son los
franceses, del mismo Frente Popular, como el socialista León Blum, en la
creación del Comité de No Intervención, las fuerzas enviadas por Hitler y Mussolini,
como las facilidades dadas por Portugal, y unas milicias populares valientes,
pero sin tiempo para formarse y con ausencia de dirigentes.
En esta y brillante obra, que a
él escribirla en el exilio de la fraterna nación mejicana, debió parecerle
abrir sin anestesia la herida que nunca se cerraba, pues su sufrimiento
personal, el de su esposa Francesca y el de tantos millares de compatriotas, de
un bando y de otro, no se desvanecía.
Nos desvela también la enorme presencia de los rusos, los únicos
que quisieron ayudar con armamento y un número reducido de técnicos, eso sí,
bien cobrado por Stalin con el oro que Prieto y Negrín embarcaban en Cartagena,
destino el puerto de Odessa, de la segunda nación con mayores depósitos en oro
en el año 1936 y los avisos de Trotski de que el georgiano podría abandonar a
los españoles cuando menos éstos esperaran, como así sucedió.
Sin embargo, el lector, como es
mi caso, se pregunta por qué este desafortunado político no es capaz de
preguntarse cuáles eran los apoyos sociales de los rebeldes, de los militares,
que no todos se sumaron al alzamiento de Sanjurjo y Mola, muyos siguieron
siendo files a la Republica, lo mismo que la Guardia Civil.
Si en infinidad de declaraciones
y en prensa, como en el mismo Parlamento, las incitaciones a la guerra civil
eran continuas, nadie tuvo la lucidez de convencerse que ese no podía ser el
camino y que sólo podía llevarnos a derramar la sangre y a la ruina.
El mismo Indalecio Prieto, uno de
los principales dirigentes socialistas de la corriente más centrista, pues en
la más extrema se encontraba Largo Caballero, mientras que el catedrático de
Lógica y presidente de las Cortes, don Julián Besteiro, que nunca quiso
abandonar Madrid ni a los madrileños, lo era de corte más científico y un tanto
conservador de izquierdas, decía lo que sigue tras la muerte de Calvo Sotelo,
llevada a cabo por la Motorizada, jóvenes socialistas guardaespaldas del mismo
Prierto:
Si la reacción sueña con un golpe de Estado incruento, como el de 1923,
se equivoca de medio a medio. Si supone
que encontrará al régimen indefenso, se engaña. Para vencer habrá que saltar
por el valladar humano que le opondrían las masas proletarias. Será, lo tengo
dicho muchas veces, UNA BATALLA A MUERTE, porque cada uno de los dos bandos
sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel.
Frases de violencia incontestable
en una asamblea que debiera cuidar mucho más el veneno de sus expresiones y elevar
su dignidad como Padres de la Patria. La réplica de Calvo Sotelo, bien conocida
y divulgada después por el Franquismo como espoleta de esa guerra civil, a la
que Franco se sumó en el último momento de una soterrada fractura de las élites
y de la sociedad en general, dirá poco antes de ser asesinado:
Bien, señor Casares Quiroga. Lo repito, mis espaldas son anchas; yo
acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se puedan
derivar de actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas si son para
bien de la patria y para gloria de España, las acepto también. ¡Pues no faltaba
más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: “Señor,
la vida podéis quitarme, pero más no podéis”. Y es preferible morir con gloria
a vivir con vilipendio. Pero a mi vez invito al señor Casares Quiroga a que
mida sus responsabilidades estrechamente, si no ante Dios, puesto que es laico,
ante su conciencia, puesto que es hombre de honor, estrechamente, día a día,
hora a hora, por lo que hace, por lo que dice, por lo que calla. Piense que en
sus manos están los destinos de España, y yo pido a Dios que no sean trágicos.
Estos dos grandes oradores se
pronunciaban así desde la tribuna de las Cortes españolas en la Carrera de San
Jerónimo, un 16 de junio de 1936. Calvo Sotelo sería sacado de su casa engañado,
y asesinado en el mismo vehículo en el
que le habían dicho que era conducido para una declaración días después de la
muerte del socialista Castillo y de continuos asesinatos, un 13 de julio de
1936 y arrojado su cuerpo delante de las puertas de un cementerio de Madrid.
Cierto es también que Casares
Quiroga no merece ningún reconocimiento por parte de Vidarte, es más, a menudo,
es increpado en la calle por sus errores, aunque, erróneamente, Azaña, por su
gran amistad con él, lo defendió a ultranza y confió siempre en él,
equivocadamente como se ha demostrado.
En ese esfuerzo de evitar la
conflagración que todos advierten, el 19 de julio de 1936, mientras las fuerzas
españolas africanistas y otras dentro de la península, tratan de alcanzar el
poder, reunidos están Azaña, Martínez Barrio, Giral, Prieto, Besteiro,
Viñuelas, Amós salvador, Fernando de los Ríos y Sánchez Román, tras la negativa
de Maura de unirse a ellos, ya que entiende que el tiempo se ha terminado y la
guerra ha empezado.
Portugal reconocerá a Franco
oficialmente el 12 de mayo de 1938, aunque siempre cooperó con los rebeldes.
Vidarte, por encargo directo y
confidencial de Negrín, recorrió toda Europa en busca de armas, como también
terminaría siendo enviado en 1938 a México para que Lázaro Cárdenas supiera que
posiblemente la derrota de la España republicana obligaría a millares de
compatriotas a emigrar, por lo que este hermano de los españoles, les abrirá
los brazos y espera que cuando quieran allí tienen su casa, como así fue y sigue siendo en el fraterno México.
Vidarte era también un relevante
masón, como también innumerables políticos según él, no solamente en España
sino en Gran Bretaña y Estados Unidos, como el gran político belga Emilio Vandervelde
que intervino siempre en favor de la masonería española, recordándonos también
que la Universidad Libre de Bruselas fue fundada por la masonería. También
estuvo presente en las filas de Franco, lo que permitió salvar a muchos
hermanos.
Hace observar sobre el error de
invadir las islas Baleares, aunque en su libro no lo muestra como lo presenta
el mismo Azaña, un intento del catalanismo de un nuevo imperio, lo que Vidarte
oculta por su gran amistad con Companys.
La ayuda rusa se inició en
octubre del 36, con la llegada del embajador Rosemberg que acabará pugado por
Stalin a su regreso a Moscú y, según él, la FAI estaba infiltrada por
fascistas.
Gabriel Morón, en Almería, se
encontrará presente cuando la agresión alemana desde el Deutschland, pues
España era el territorio ideal para probar su armamento en pos de la conquista de
Europa, como así se verificó.
Cuando el Estatuto vasco, que se
otorgó a Vizcaya y Guipúzcoa, la capital
era Bilbao, no como ahora Vitoria y estuvo vinculada a los rebeldes, siendo
Aguirre y el clero vasco los principales mentores.
El comunismo, tan denostado por
las fuerzas rebeldes, tenía escasa presencia en las Cortes y creció su
influencia y el número de afiliados conforme la República iba perdiendo, aunque
siempre estuvo orquestado desde Moscú. Togliatti, orlov, Codovila, Rosemberg
fueron los principales dirigentes y el Komintern quien implantó sus directrices.
Todo esto último servirá a
Vidarte para formular una feroz crítica de Stalin, cuya marioneta era España.
El 26 de abril de 1937 la fuerza
aérea nazi bombardeaba un pueblo indefenso y cuando había mercado en Guernica.
Antes lo habían hecho sobre un colegio de Getafe, donde murieron más de cien
niños.
El canto a la resistencia y lo
inexpugnable de Madrid es inapelable por parte de Vidarte.
Nos dirá que Juan de
Ajurriaguera, líder del PNV se entregó al general italiano Mancini y que el
Pacto de Santoña, firmado por las fuerzas de ocupación italianas y los gudaris
vascos, fue una de las grandes traiciones a España, como la negociación de
éstos a través del Vaticano y su deserción para defender el frente de Santander.
La cobardía de estos vascos no tendría parangón con los asesinatos que años
después los nietos de estos cobardes gudaris llevaría a cabo y de lo que se
avergonzará en su tumba mexicana Vidarte.
Las luchas internas entre los
mismos socialistas o contra los comunistas serán una cuestión permanente y
razón de la derrota, sobre todo entre los máximos dirigentes como Largo Caballero,
apodado el Lenín; Prieto y Negrín.
Orlov y la NKVD se encargaban de
asesinar o hacer desaparecer la disidencia, como fue el caso de un alto
dirigente sindicalista en Alcalá de Henares, sin que se se`pa donde fue
asesinado o enterrado.
Encomiable y continuos elogios a
los milicianos, a Madrid y al general Rojo.
En conversaciones con Besteiro,
éste le dirá: ¡Cómo estamos recogiendo el
fruto de tantas y tantas equivocaciones. Quizás no hubiera venido esta
república y tampoco hubiéramos vivido esta guerra civil, defendiendo un régimen
que no es el nuestro.
Sabemos que Negrín acostumbraba a
viajar frecuentemente de incognito y con frecuencia a París o Ginebra, por lo
que sabía que más pronto que tarde los alemanes contendrían con Rusia y España
podría ser salvada, a lo que se oponía Azaña que era consciente que aún sería
peor y más trágico, pues pasaría a segundo plano, cuando él clamaba por
negociar la paz, ya que, desde el primer momento, supo que los republicanos
tenían la guerra perdida, como también pronto supo Indalecio Prieto.
Vidarte tiene muy presente la
fecha del 25 de julio de 1936, cuando en un borrascoso consejo de ministros en
París, León Blum terminaba incumpliendo sus compromisos firmados con España
para abastecerla de armamento y ponía en marcha el Comité de No Intervención,
apoyado también por el presidente británico Baldwin y su ministro Anthony Eden,
como los ministros franceses Ivan Delbos y Daladier, al igual que el estado
Mayor francés, proclive a los nazis.
En esa República española, 470
fueron los diputados, de los que en la última reunión de Cortes en el castillo
de Figueras, los discursos, el escenario y el número presente fue deprimente.
En la actual democracia española, 350 son los diputados y 266 los senadores,
entonces no existía la Segunda Cámara, que tanto anheló Alcalá Zamora.
Nos revela también un intento
descabellado de prieto por entregarle a Gran Bretaña diferentes lugares para
que instalen sus fuerzas navales si ayudan a España.
La enorme publicidad desarrollada
por los comunistas durante la guerra civil nunca puso en valor a militares
republicanos y sí a los muchos que ostentaban el carnet de ellos, como Líster,
el campesino, Modesto, entre los más reconocidos.
Insiste en el exterminio llevado
a cabo por los rebeldes y obvia el de los mismo republicanos.
También nos señala que algunos
dirigentes franceses, como Georges Bonet, estaban pagados por Alemania y con
qué desdén Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier deciden la suerte de
Checoslovaquia.
La presencia de las Brigadas
Internacionales, con intelectuales y la solidaridad de intelectuales como
Malraux, Hemingway, Orwell, Dos Passos o el mismo actor Errol Flynn, venidos de
todos los confines del mundo, han dejado bien patente que la solidaridad humana
y la vida no tenían valor si no era en defensa de los oprimidos y merecía la
pena ofrendarla en España.
La frontera francesa solo estuvo
abierta del 17 de julio al 8 de agosto 1936; 20 octubre 37 a enero del 38;
junio 1938 a enero 1939, siempre sujeta a las inspecciones y vigilancias de los
miembros del Comité de Control.
El dinero que España tenía
depositado en Mont de Marsan, 8 millones de libras esterlinas, fue entregado a
Franco, a pesar de todos los esfuerzos republicanos para recuperar ese dinero
en ayuda a los exiliados.
Vidarte será enviado a Tánger y
un 2 de marzo de 1936, cuando el sultán de Marruecos reconoce a Franco, expiró
su mandato y su lucha en innumerables puestos para la defensa de la libertad,
la democracia y, por qué no decirlo, la República. casado se sublevará en
Madrid, donde aún quedaban 500.000 milicianos, rodeados de las fuerzas de
Franco y siguió siempre formando parte de la Comisión Ejecutiva del Partido
Socialista.
En ese continuo desgranar de
hechos terribles, poco es el tiempo que Vidarte dedica a analizar el por qué de esas DOS ESPAÑAS que llevaron a cabo
una lucha entre hermanos sin cuartel, escasa es la presencia de Azaña, aunque
él siempre lo tiene como el mayor y mejor orador castellano y quien esto firma,
se sigue preguntando si los españoles del siglo XXI habremos aprendido algo de
tan desaforados días y de tanta desdicha.
¡El tiempo lo dirá!
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