martes, 16 de septiembre de 2025

 


                                      MIS PASEOS POR GRANADA

CAPÍTULO SEGUNDO:       LA REJA DE LA CAPILLA REAL

Las guías turísticas de la Capilla Real, como los libros que sobre ella se han escrito, ya nos tienen de sobra documentados sobre su iconografía, su autor Bartolomé de Jaén, y la magnificencia del hierro forjado, a modo de retablo y de corte plateresco, repleta de grutescos, elementos vegetales, medallones con bustos y figuritas desnudas, rematado todo con la Pasión de Cristo y, en su centro, el escudo de los Reyes Católicos, con la heráldica en su seno de las posesiones más destacadas.

Pero lo que de verdad me ha llamado la atención, como curioso transeúnte de esta Granada y en este lugar de reposo para nuestros Reyes y sus hijos y nieto, de esta cancela, que diría un granaíno, no es tanto la harmonía y la insuperable belleza de todo el conjunto tallado sobre el metal, sino el propio escudo y, de ese escudo, los dos leones que lo custodian en su base, que, sin recato alguno por parte de la Iglesia o de quienes tuvieran que revisar este encargo, ostentan una bien medida verga, un cipote que diría Camilo José Cela, y eso que el animal se encuentra de guardia.

Por ello, honremos a quienes no fueron remilgados a la hora de que la naturaleza y el arte impusiera su criterio en esta obra, cuando desde tiempo inmemorial, sabido es que la Iglesia y su feligresía más pazguata nunca han visto bien este celo de mostrar desnudos y adminículos para diversos menesteres animales, en esta obra claramente cincelado en el lugar que corresponde al fiero león que custodia el grandioso escudo y su águila, presente en la Capilla Real de Granada.

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