miércoles, 10 de diciembre de 2025

HUMO EN LOS ZAPATOS, LA BIOGRAFÍA DE UN HOMBRE QUE CONQUISTÓ EL MUNDO DE LOS ANUNCIOS Y LA PROPAGANDA, DESDE UN APARTADO RINCÓN

 


               HUMO EN LOS ZAPATOS, DE ENRIQUE MARTÍNEZ LEYVA

Antes que nada, debo confesar que me ha gustado enormemente el libro de Humo en los zapatos, del gran publicista y empresario Enrique Martínez Leyva,  a pesar  que discrepe y no esté plenamente de acuerdo con algunos hechos y logros  relatados  por este ilustre almeriense del mundo de la comunicación, que más abajo expondré, en este análisis que en mi blog acostumbro a llevar a cabo de los libros que por mí pasan, entre otros avatares y que, además en el caso presente, me siento concernido, pues creo haber seguido un camino tan acelerado como el suyo y en el mismo entorno geográfico por donde su autor logra sus hazañas, por lo que espero que una vez hecha mi particular y personal valoración,  no le incomode ni perdamos por ello la amistad que un día brotó cuando yo también seleccioné su empresa de Plataforma (Después de haberlo hecho antes con su oponente y familia Estrategia Creativa) para un proyecto de expansión empresarial, del que no obstante y desgraciadamente, con el paso del tiempo no guardo buen recuerdo, quizás por llevarlo a cabo cuando según Rodríguez Zapatero estábamos en la “Champios League”,  se nos echaba encima la crisis de las Hipotecas subprime y todo a nuestro alrededor se desmoronaba, pero esto es ya otra historia que el caso no viene ahora a cuento.

Decir que lo he leído a la carrera, como si de un cabo gastador legionario tras la cabra se tratara, no es mentir, pues todo en él es ir con la lengua fuera y el azogue constante, por lo que no tuve más remedio que acompasar mi lectura a su desenfrenada marcha,  pareciera que no iba a ser capaz de subir al tren de los innumerables recuerdos que por las páginas de esta obra se sucedían,  al toque de la corneta de órdenes, en este caso de continuos y variados y accidentados capítulos, por lo que mi rigor también pueda haber sufrido la vorágine de tan desenfrenada maratón, en cuyo caso ya adelanto mis disculpas previas.

Nos dice que en el año 2013 se jubiló, contaba 65 años, tres hijas brillantísimas, una experiencia profesional y empresarial extraordinaria y otra matrimonial y en pareja de cohetes y petardos, de noches de bodas, que no se ponga la luna de miel y terremotos, a no dudar, por lo que creo que como esos presidentes de los EEUU que cuando finalizan el mandato se recorren el planeta dando conferencias, su inagotable bagaje de hombre de negocios y humano, como su contundente voz de barítono, la calidez de su expresividad corpórea y su larga trayectoria en tantos escenarios de nuestro país y frente a un elenco de primeros espadas en el mundo de la empresa, la publicidad y la radiodifusión, desde los más linajudos a los más modestos, le harían el profesor  idóneo para esos jóvenes que se internan en el tablero de la conquista de un cliente y/o, simplemente, para que no desanimen quienes fracasaron o para que quienes anhelan ser funcionarios, apuesten antes por el emprendimiento y el comercio, en un país como el nuestro donde el empresario siempre ha sido y sigue siendo denostado, aunque sean de la talla y la generosidad consumada de un Amancio Ortega o de un Francisco Cosentino, en nuestros lares almerienses.

Hecho este exordio floreado, sin que falte mi más sincera felicitación por la valentía en que nos relata su discurrir, con una memoria prodigiosa:  recordando a colaboradores, clientes, operaciones, fechas, dichos,   sentencias, amigos, enemigos y algún que otro  familiar nada digno,  mostrando así que es una biografía muy bien pergeñada, tanto por él como por  su negro Juan Tortosa, me veo en la obligación de entrar al ruedo, valga como metáfora su afición a la tauromaquia, para  tratar de sortear  al morlaco  que son esos recuerdos y que ambos, lidiador y fiera salgamos despedidos con pañuelos blancos por la afición, en este caso quien esta página lea:

1º.- Alguien que se precie apostar por el tejido local no puede ir a que le imprima su libro una multinacional como Amazon. Si todos seguimos este camino los locales comerciales de nuestras ciudades y pueblos y el emprendimiento serán una entelequia y una hipocresía de la misma publicidad que decimos en el libro: Tenemos que reconstruir la credibilidad desde la base. Obramos como esos políticos que en su programa nos venden una cosa y cuando gobiernan hacen lo contrario que dijeron. Aunque en esta España nuestra queramos venderlo como una mentira piadosa que diría un jesuita, quien se formó en un Seminario y cualquier español que se precie nunca debiera admitir que nadie ni tampoco en las altas esferas sigan a quienes conculcan su palabra, aunque las multinacionales ya formen parte de nuestras vidas y nuestra cesta de la compra.

2º.- En diversos apartados, que ahora no recuerdo, recurre a que se quedó un tanto frustrado sin que le dieran las gracias por su trabajo.  Bien debiera saber, mejor que nadie, que en este torbellino de la rueda de la fortuna, bastante es si logras fidelizar a tus clientes y, él demuestra hacerlo como pocos y tras diversas vicisitudes: burbuja inmobiliaria en España (2007 ó 2008), traición interna y familiar, Covid, expansión, inversiones atípicas, etc, etc. Si además te han pagado cumplidamente lo contratado, miel sobre hojuelas y a volver a empezar.

3º.- Me he arrepentido a veces de invertir en amigos, clientes y gentes que no se lo merecían. Así se anda el camino, aprendiendo de los errores. ¿Pero  te has preguntado si esos clientes que depositaron su confianza en ti,  o en tu empresa de Plataforma, también salieron satisfechos con tu trabajo? ¿De verdad te habías puesto en la piel del cliente, aplicando vuestra máxima, según declaras en la página 296? Recibieron esos clientes: cuando acuden a una agencia de publicidad rentabilidad, ergo…hay que darles rentabilidad. Punto. En esa tenaz carrera, en el fragor de tantas batallas y viajes tuviste ocasión de hacer ese análisis, pues de la palmada, del amigo, del correveidile, consciente eres que solo podía anestesiarte, quizás aprenderías más del descontento o del cliente insatisfecho, pues alguno habría, como todo emprendedor siempre tuvo, tiene y tendrá, pero cuánta enseñanza nos transmite si sabemos oírle, aunque estemos en la cumbre de la cucaña.

4º.- “Austericidio” del gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy. Aun cuando mis sentimientos políticos estén más cerca de los liberales (De corte Albert Rivera) y ayer del PSA (partido Andalucista, de Rojas Marcos, Uruñuela y Arredonda) y cuanto he aprendido de Azaña (todo lo que él y sobre él se ha publicado), aunque yo sea monárquico como el gran Manuel Martin Ferrand, me sorprende que no cites al socialista que le precedió, quien nos tuvo al borde del rescate y cuya endiablada herencia y ruina el gallego tuvo obligatoriamente que enderezar, además de caerle encima, poco después, un golpe de Estado catalanista, cuyos ramalazos aún padecemos y cuyo prófugo de la ley, además de residir como un príncipe en Waterloo, es quien sostiene al nefasto, mentiroso y corrupto presidente que hoy sitia en Moncloa con su camarilla, Pedro Sánchez Castejón. ¡Al César lo que es del César!

5º.- Bebiendo del mar. Después de leer este episodio, quedé pasmado de no haberme enterado para nada de esa campaña: + agua para siempre, cuando además el siniestro Rodríguez Zapatero y el funesto charnego Montilla nos dejaron sin el trasvase del Ebro, que ya Chaves había celebrado con una fuente a los pies de Torrecardenas,  contando con el respaldo financiero de la UE, y que de verdad habría resuelto definitivamente el problema del agua para el sudeste español, que hoy día sigue padeciendo y que le puede aclarar mejor Paco Cosentino y los mismos habitantes del Levante,  cuando este verano han vuelto a tener restricciones. Un mojón pues,  que dijera un gaditano en su celebérrimo carnaval, donde sin embargo, saber que Enrique y su gente eran los responsables del anuncio de Coviran en el Falla, me llenó de orgullo por su patente y su presencia entre el enorme talento que desfila por ese grandioso escenario.

6º.- Les habría pagado veinte días de indemnización. Quién tuvo la fortuna de indemnizar a un trabajador con esos días, nunca lo escuché. Como muy benévolo y con un abogado/a brillante, quizás alguien consiguiera 31 días, pero lo normal en ese cruel período de zozobra empresarial en Almería, si no sufrías la feroz persecución del abogado de turno del trabajador,  que llegaba hasta el extremo de culpar al patrono por una supuesta depresión del empleado o enfermedad, validada por el corrupto galeno de turno, que casi condenaba al emprendedor si no a galeras casi a su ruina y desaparición,  fue 41 días por año trabajado como indemnización laboral lo que prevaleció. Siempre se dijo que el obrero era la parte débil del entramado social y el empresario quien se había enriquecido a su costa, máxima que solían hacer suya buen número de jueces en los contenciosos. Por lo que se reducía y, aún hoy día se reduce, a paga y calla.

7º.- Como el de caballería, programa musical de Miguel Bosé o la leyenda cinematográfica contra Sioux y Cheyennes por las praderas de Montana, el Museo Casa Anita, en Roquetas, lamentablemente, además de que el ascensor en mi visita estuviera estropeado (no me imagino cómo podrían subir o bajar personas mayores o impedidas), me ha resultado DEPLORABLE y todo un despropósito, que se inició por parte de mi admirado y longevo alcalde Gabriel Amat, con un presupuesto de 630.761 euros, supuestamente financiado el 80% con Fondo Europeo (504.608,80 euros), con una inversión final de 1.268.459,38 euros, soportando las arcas municipales (pagando los ciudadanos roqueteros que a duras penas llegamos a fin de mes y con un IBI que nunca baja, mientras los sueldos de los políticos suben y suben,…¡ y ahí me quedo!) un 60,65 %, quiere esto decir que 769.320,61 euros.

Si a esto le añadimos que sobre la fachada original se han sobrepuesto tres plantas, suprimiendo toda originalidad y respeto a su perfil histórico,   que la documentación que se exhibe en el interior es tediosa, cuando el mismo autor del libro nos habla que: algunos estudios aseguran que, en los últimos veinte años, nuestra capacidad de atención se ha reducido de dos minutos y medio a cuarenta segundos, de una exhibición  muy austera, de maquetas indescifrables y, en suma, de una simpleza, pobreza y  ambiente museístico memo, no hay quien entienda cómo es que ahí se han podido gastar más de un millón de euros.

Tampoco veo o leo mención alguna a los Cortijos de Marín y la barriada san Julián, donde se supone que es una visión global  de Roquetas de Mar y un observatorio urbano.

 Ignorado pues quedó el día de la moragas, la inauguración del Campo de los Bajos, el ascenso del Roquetas a Tercera división, las 100 horas del deporte, que ideó el regidor Julio Ortiz; la llegada de los vascos huyendo de ETA, el turismo de alemanes, las salinas y sus flamencos rosa, hoy desaparecida; Playa Serena y su desarrollo, el Puerto y su fiesta de santa Ana, los primeros pobladores de la Pachanga, los alhondiguistas, “el correo” de Marín Amat, y tantos hitos, hombres y mujeres que han hecho realidad el milagro del pueblo de Roquetas de Mar.

Si terminada la breve y desamparada visita,  por las calles traseras paseamos, entre  la umbría, la desolación y la desaparición del encalado característico de una ciudad con mar como Roquetas, nos topamos con una obra de la saga de los  Cara, compitiendo en el mismo propósito museístico, esta familia militante histórico del PSOE y el promotor del nefando museo de Anita, en el PP., hay que convenir que Enrique Martínez Leyva tiene mucha razón sobre las envidias seculares de Almería y los oscuros propósitos que siempre alberga la disputa local, para quienes no existe aquella máxima de que la unión hace la fuerza, cuando los enconos y los agravios seguro siguen latentes entre estos dos hemisferios pueblerinos.

Si al amigo Enrique en Serón no le dieron las gracias por el museo que allí también llevó a cabo bajo su batuta, me ha de perdonar si yo tampoco se las doy por éste, y quizás deba seguir dedicándose a la publicidad, las vallas, los eslóganes y la radio, la tutoría o la música, donde es el número Uno, pero en el campo de los museos y la política que hay tras ellos, lo deje en otras manos o aprendan sus mentores de don Antonio Gallego Burín.

Comprendo que esta crítica es subjetiva y confío que nada de lo manifestado antes al gran publicista que es y seguirá siendo Enrique Martínez Leyva,  pueda parecerle una razón despechada y en nada  minar nuestra amistad, pues sobre colores bien sabemos que existe una ancha paleta y él ya ha alcanzado el olimpo de las artes en publicidad y su herencia nada tiene que envidiar al legendario rey de Lidia por su riqueza, ganada merecidamente a pulso y forjada sin descanso.

La presentación del libro en Granada, donde me honró con su firma y dedicatoria,  fue todo un éxito de organización y una muestra de su enorme poder de convocatoria, amén de cumplir el objetivo de venta de sus memorias y contemplar como acudían al evento numerosos de sus clientes, ya veteranos, por lo que toda su faz rebosaba orgullo y contento. Sabía que había logrado poner una pica en Flandes y su vida todo un alarde de conquistas.

¡Enhorabuena y gracias, maestro!

 

P.S.: Con el inefable pero de un siempre polémico y malafollá granaíno.

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