miércoles, 7 de marzo de 2012
CARTA AL ALCALDE DE GRANADA
REFLEXIONES ANTES DE UN MILENARIO
Próximos a celebrar el año que viene el milenio de la fundación de mi ciudad natal, a quien como el siempre añorado Federico yo también me sienta y proclame súbdito del Reino de Granada, me preocupa que lo que no consiguieron los terremotos, ni las tropas napoleónicas, gracias al arrojo de aquel valiente cabo de inválidos D. José García, ni aquel funesto Alcalde Presidente, Rafael de Garay Mendoza y su predecesor Joaquín Alonso Pineda, que con tanto celo pujaron frente a toda España por el derribo de la Puerta de las Orejas un aciago 1884; como de los innumerables e innombrables que han sentado sus posaderas en la sede de Plaza del Carmen para horadar la vega y sembrarla de “nichos”, asfalto, vidrio y hormigón, ajenos a la idiosincrasia y arquitectura propia de la que otrora fuera la capital de un importante reino y hogar de todo un César imperial como Carlos V, pero afines a los especuladores que la han convertido en una ciudad irreconocible si no fuera por la Alhambra, me temo que lo hagan las inofensivas palomas que hoy pueblan los adarves de la Alhambra y que con sus excrementos acaben con los preciosos azulejos en relieve con rombos azules, piezas de cerámica que tienen valor arqueológico excepcional, ya que éstos y los de la salida de la Puerta Judiciaria, son los únicos que quedan en España o los caracteres arábigo-hispanos que nos hablan de quien mandó construir esta puerta, el Emir Yúsuf el año 749 (1345 de JC) o se convierta en viruta la imagen de la Virgen labrada en madera, dentro de su hornacina, o en polvo la célebre mano esculpida en la clave del arco exterior y conjuro de los males que pudieran amenazar a la Alhambra, o la bellísima llave grabada en el arco interior, blasón de nuestros antepasados moros.
Si estos males no fueran de por sí suficientemente nefastos, no poder contemplar la grandiosidad del Patio de los Leones, aún en obras, ver cómo se deterioran los bajo relieves del Palacio de Carlos V o se desprenden partes del cornisamento, se fisuran los medallones de mármol de Carrara o se descuelga el almohadillado de la fachada de este grandioso palacio inacabado; o la afamada Puerta del Vino con una de sus fachadas lacerada o en franco deterioro y abandono, que embelesara un día a Debussy, sobrecoge a cualquiera que ame su Patria.
Y qué decir de El Partal, cuyo espléndido león de piedra donde se fotografiara Juan Ramón Jiménez con los Lorca , ya no encuentra uno. O el pilar de Carlos V, que habla de nuestros tres ríos, cuya piedra se corrompe; o la Puerta de Siete Suelos, principal entrada antiguamente a la medina, sin que se pueda visitar; ni tampoco la Torre del Homenaje, donde estuvo recluido el ministro Mendizábal o los piratas berberiscos; o la gola de los adarves que invaden las hierbas. O la fuente del Avellano, que inspiró Granada la Bella a Angel Ganivet y sirvió a nuestros antiguos aguadores, mientras hoy ya no es potable y su sendero está lleno de inmundicias.
Y a todo esto, cuándo el reconocimiento a aquellos otros pobladores de Granada como los judíos, de aquella Gärnata al Yahud. Cuándo podrán contar con una Sinagoga donde los descendientes de Sefarad vuelvan a honrar el Talmud de sus antepasados, como hoy pueden hacer los muslimes. Cuándo se limpiarán los rótulos que anuncian en aquellas fachadas el nacimiento de un prohombre granadino. Cuándo la calle de Niños Luchando recuperará su original rótulo de bajo relieve. Cuándo volverá a su esplendor el Hotel Washington Irving. Cuándo en el secano de la Alhambra podrá levantarse un centro de estudios judeo-cristiano-musulmán. Cuándo en las cercanías de Fajalauza renacerá la cerámica granadina. Cuándo en el suelo donde quiso estar enterrada Isabel la Católica, hoy Parador de san Francisco, se dignifica, se protege y cuenta con una bandera de España, quien forjó nuestra unidad y en Granada alentó la búsqueda de un nuevo continente y quiso proteger a los moriscos. Cuándo se verá la ciudad sin graffittis y sin tanta basura. Cuándo se podrá subir a la Alhambra desde el Albayzín, como hacían sus antiguos pobladores, cuyos jardines, paseo y puente sobre el Dauro, tendrían un nuevo atractivo turístico y cumplir con los sueños de nuestros hombres en el siglo XIX. Cuándo se levantará una estatua en honor a D. Luis Seco de Lucena, fundador de Defensor, a quien el Cabildo nunca debería olvidar lo mucho que se desveló por sus vecinos y sus monumentos. Cuándo, como en la coronación a Zorrilla, Granada volverá a honrar a uno de los más grandes e insigne poeta de las letras hispanas, el grandioso Federico García Lorca, que llevó siempre en su alma la Granada que todos queremos y se podrá tener un centro donde estudiar su teatro, sus dibujos, su música y su poesía, en suma su inmenso talento.
Cuándo se acabarán las obras del Camino de Ronda, que han sumido en la ruina a muchos comerciantes, y las del tranvía…
Y cuándo nos convenceremos todos los granadinos que tenemos el privilegio de ser los depositarios de un tesoro y una historia únicos, que además de traernos una ingente fuente de ingresos, es patrimonio de la humanidad, por lo que nos corresponde a nosotros la hermosa tarea de preservarlo para el disfrute y solaz nuestro y de las generaciones venideras.
FDO.: El Mirlo Blanco
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