CALLE MAYOR, DE SINCLAIR LEWIS.
PREMIO NOBEL AÑO 1930
Carol y Kennicott, son los
principales personajes sobre los que gira este libro que se pasea por las
costumbres de una sociedad puritana en la pradera central de los Estados
Unidos, en la región de Minesota, siendo su calle principal elegida para
descubrirnos los diferentes caracteres de aquellos seres humanos, con sus
rutinas, sus envidias y, en algunos casos, los anhelos socialistas de un sueco
o las aspiraciones juveniles de transformación que anidan en el alma de Carol,
en contraste con la disciplina, la quietud de su esposo, el médico rural
Kennicott.
Las primeras páginas nos
describen a Carol, huérfana , en la ciudad de St. Paul y de cómo se convierte
en una bibliotecaria, cuyo apego a los libros siempre la seguirá, cualquiera
que sean sus tribulaciones vitales.
Se educa en un colegio contrario
a las nuevas corrientes, anticuado y arcaico. Ya casada su hermana con un
óptico de su misma ciudad, aparece quien será luego su marido, cuatro años
mayor que ella, Will Kennicott, originario de un pueblo pequeño, en el medio
Oeste, Gopher Praire.
Gopher Priarie cuenta con una
estación de tren, su famosa calle Mayor, donde se encuentran todos los negocios
y empresas del villorrio, mientras que en los alrededores arboledas y dos
lagos, que les permiten el disfrute en verano, la pesca o la caza de ánades.
Cuando Carrie llega por primera
vez, después de su matrimonio y de una corta luna de miel, a Gopher Prairie, al
hogar de Kennicott, se propone en su ser más íntimo transformarlo, a sus gentes
y a la arquitectura campesina del lugar, dominada por casas de madera y techos
de hojalata, alguna que otra vivienda hecha de ladrillo refractario, todas de planta baja
y un piso, con el clásico porche para ver pasar el día sentados en una
mecedora.
Le llega una asistenta, de origen
sueco, Bea, ya que toda esta América profunda está marcada por la ingente
emigración de daneses, finlandeses, suecos y alemanes , que fueron colonizando
las inmensas praderas que sirven para la explotación de cereales, por lo que es
el granero de la nación, razón de tantos inmigrantes.
Las mujeres entonces estaban
sujetas a pedirle al marido el dinero conforme fueran sus necesidades, a lo que
Carrie se enfrenta y comienza su labor sorda para que su esposo no obre del
mismo modo que sus convecinos.
Decora la casa y organiza una
fiesta donde intenta animar la sociedad pudiente de este pueblo, con juegos y
actividades que les hagan salir del sopor en el que viven a diario. Convencida
de haber logrado cambiar la mentalidad de sus vecinos, descubre que nada de
ello le ha servido, pues, a sus espaldas, es motivo de crítica.
Su marido con su enorme
dedicación hacia sus vecinos, como a los granjeros de los alrededores, por su profesión, que le mantiene muchas veces
lejos del hogar, con veranos en los que el polvo, los mosquitos y las moscas
se adueñan de las calles, mientras que el crudo invierno, la nieve y el frío
los mantiene a todos encerrados y con pocas ganas de asomar la nariz al
exterior.
Por sus lecturas, y aún que acuda
a las dos asociaciones existentes en Gopher Prarie, donde las mujeres se esparcen en sus críticas y en los usos y costumbres dominantes por la Iglesia protestante o
anapbatista, sigue con sus ensoñaciones, motivo por el que ilusiona por un joven
abogado Guy Pallock, también interesado por la poesía. Con él y con algunas de
sus convecinas más animosas, lleva a cabo una obra teatral, cuya puesta en
escena y su primer y única representación, le sirve para desistir en sus
esfuerzos teatrales ulteriores.
Minneapolis, la ciudad más
cercana, le sirve, cuando alguna que otra vez, acude de compras, a convencerse
que debe marcharse de Gopher Prairie, que debe intentar llevar a cabo sus
sueños de reforma, sus aspiraciones literarias y de buen gusto., frente a los
patanes y la hediondez cultural de su pueblo.
Kennicott aspira a reunir un buen caudal económico para
poder tener una vejez serena. Es el polo opuesto a Carrie. Metódico, sereno,
aunque sin percatarse que su mujer se va alejando de él.
Se queda embarazada de Hugh y se
acentúan ahora las fricciones con su marido, tanto es así que decide dormir en
una habitación aparte, todo lo que es motivo de extrañeza entre los vecinos que
se enteran del hecho, mientras que su esposo termina por aceptarlo, dado el
amor que siente por ella, aún cuando se siente frustrado por el desapego de
ella, a pesar de que siempre fue fría y nada apasionada.
Aún cuando Will fuera tentado por
algunas mujeres de brazos fuertes, tez clara y busto generoso: suecas, danesas
o alemanas, sólo Maud, la esposa de Dyer, en estos momentos de zozobra matrimonial,
le harán tener con quien compartir una cerveza y su desolación conyugal.
El sueco rojo, Olaf, vecino y de
ideas escandalosas por su modernidad y la defensa del obrero, se casa con Bea,
y poco a poco, comienza a prosperar, aunque unas fiebres tifoideas acabarán
matando a su esposa y a su recién nacido, aún cuando nunca fueron aceptados por
sus vecinos, habida cuenta las manifestaciones que el “sueco rojo” siempre hizo
contra los banqueros y el poder.
La entrada de los Estados Unidos
en la primera guerra mundial, aún cuando la actividad en la retaguardia toda
ella está orientada a trabajos de apoyo a esa causa, con la Cruz Roja o
empréstitos que compran los ciudadanos para ayudar la causa de la nación, nada
hacen cambiar los sentimientos expansivos de Carol.
De nuevo incidentes, una vez con
Cyril, un joven vecino e hijo de una viuda metementó que intenta abusar de su profesora, y es expulsada del pueblo sin
verdaderas razones, nos siguen mostrando una mentalidad torva, de la que
quisiera zafarse Carol.
En esto conoce a un joven sastre de origen sueco,
de buena presencia y también interesado por la lectura, a quienes sus vecinos
consideran afeminado por su gusto contrario a la fortaleza del hombre, propio
de esa sociedad machista, motivo por el que él le declara su amor y reafirma en
ella su intención de salir de esa asfixiante atmósfera.
Descubiertos en sus paseos por
kennicott, le expondrá a su esposa el porvenir que le espera con ese sastre,
quien al día siguiente de su último paseo, le entregará una carta en la que le
dice que abandona el pueblo. la aparición del padre de este antiguo granjero sueco y sus expresiones groseras, las emplea el autor para confirmar el aserto del esposo.
Carrie también decide marcharse,
esta vez sola, a Washington, de manera a conocer otro ambiente, buscar nuevos
horizontes, nuevas amistades.
Kennicott, a su pesar accede, y
durante dos años, Carol, tras el fin de la Gran Guerra, vivirá sus sueños en
Washington, aunque para ella siempre guardará el mismo amor.
De regreso a Gopher Prairie,
nuevamente embarazada, en las últimas páginas del libro, entre las costumbres
rutinarias de su esposo, se convence ella de que no ha sido derrotada, que con
sus dos hijos, ahora dormidos, tiene por delante la tarea de cambiarles su
mentalidad y de imbuir en ellos su espíritu de lucha y de cambio.
Calle Mayor es, pues, un alegato
contra la monotonía de las viejas ideas, de las viejas costumbres, del pasado
religioso y la apertura a las nuevas corrientes humanas. Para ello, su autor,
retrata brillantemente a la sociedad de aquel pueblo, en contraste con las
siempre juveniles aspiraciones de Carol. Kennicott, su esposo, será el ancla
paciente, que por el amor, logra mantener en puerto a la gaviota plateada de su
esposa que sueña con conocer nuevos mundos y alcanzar sus sueños de
transformación y belleza, sin contar con el lastre de una sociedad adormecida.
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