FALCO, DE ARTURO PÉREZ REVERTE

Su indisimulado “alter-ego” Falcó, es ahora un espía al servicio de la Causa Nacional, sin
valores, al menos confesos, a pesar de que, en las últimas páginas de la
novela, logrará salvar a la mujer que antes a él había perdonado la vida y que
no era otra que una espía rusa bajo las ropas y el beneplácito equivocado de Falange, la muy varonil Eva
Rengel Trasladarla desde una checa en Salamanca, donde la libera de sus tres guardianes, de otro servicio de inteligencia, que sufrirán la audacia y la fortaleza de Falcóen aquel país donde cada
organización tenía el propio. A las órdenes de un "paternal" Almirante, con un ojo de cristal, y a menudo revestido de una bata gris y aquellas zapatillas de tela, también grises, mientras sacude su pipa o acaricia a su gato, mientras su esposa hace mutis por el foro.
En el lenguaje de algunos de sus personajes, nos volvemos a
encontrar con la reiteración de algunas de sus expresiones favoritas, que
también hemos leído en los libros de Alatriste, al igual que en su anterior del
Hombre bueno, en su búsqueda en París de la recién publicada Enciclopedia, por parte de dos académicos de la lengua española.
.
El héroe, en este caso Falcó, vuelve a tener una cierta
fisionomía o semblante de sus otros héroes, aunque él lo niegue en las muchas
entrevistas que le han hecho para promocionar este libro.
Se lee como si fuera un entremés teatral, con fruición,
rapidez y diversión.
Está claro que ha profundizado bien poco, no le hacía falta,
ya que posee una técnica muy elaborada, fruto de su ya larga experiencia en
novelas, refriegas, amoríos y encuentros de amor y de guerra, que también maneja con arte y a modo de cinematógrafo.
Ligero bosquejo de una España en la que la juventud de
“familias bien” y de formación religiosa, en su mayoría, tomaron partido por la
impulsiva Falange, mientras en zonas de Navarra y algún que otro lugar de fuerte
presencia monárquica, los Requetés. Los intelectuales, profesores, estudiantes, la masa
obrera, la mayoría analfabeta, lo hacían por la República.
Se impondrá la disciplina, como la Europa democrática que
apoyó la causa franquista, en detrimento de la innovación, del pulso y del
cambio que preconizaban los partidos “revolucionarios” o de izquierdas de aquel
entonces que representaban a la República, al igual que el desgobierno, las banderías y la división como el separatismo.
Todo esto aparece en sordina en esta novela, que insisto es
más una agradable función de diversión de aquellas películas de espionaje en
una España cutre , que su autor inserta, mientras explota también la creencia
general de que Franco nunca quiso realmente liberar a Jose Antonio Primo de
Rivera y la República, en su desorganización mayúscula, tampoco supo explotar
las discordias que este hombre en vida pudiera haber sembrado en el campo de
los sublevados.
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