MUSEO DE BELLAS ARTES DE
GRANADA Y LOS FORTUNY A SU PASO POR
GRANADA
En estos días, en la Sala de
exposiciones temporales del Museo de Bellas Artes de Granada, ubicado en un
marco incomparable, como es el palacio de Carlos V, en el recinto de la
Alhambra, podemos contemplar cuadros y bocetos para los mismos que inspirados por
la ciudad, la geografía, el paisaje y el paisanaje de la Granada del siglo XIX
y principios del XX, realizó Mariano Fortuny, como también sus familiares tales
como su hijo y su cuñado, además de aquellos que con posterioridad a su breve
existencia, siguieron sus modelos, que no fueron otros que experimentar con la
luz y el color que inunda los recintos alhambreños o las calles de la ciudad,
un día, capital de un reino, Granada.
En este paseo un bellísimo
retrato de Madrazo sobre el mismo Mariano Fortuny, nada más entrar en este
recinto, o un pilar de la calle Elvira, felizmente existente todavía hoy día,
el luminoso y entrañable antiguo Ayuntamiento de la ciudad, en lo que fuera la
antigua Madraza, Jazmines de la Alhambra, entre paredes encaladas, de una sencillez
y luz extraordinarias, o el cuadro de su afortunado hijo, Fortuny-Madrazo, en
un colorido cuadro, con notas de impresionistas, por la levedad de las
pinceladas y la bellísima composición. Una gitana bailando en un jardín, donde
tenemos un fondo blanco, un enorme macetero con detalles cúficos y las plantas
trepadoras, mientras en el centro del cuadro es escorzo femenino de una
bailarina en su atuendo gitano.
Y la Alhambra, tanto en los
detalles arquitectónicos como en la imaginería a la que le transporta, caso de
las Matanzas de los Abencerrajes, El Tribunal de la Alhambra, los Músicos
árabes, o fotos de él mismo travestido de árabe con la espingarda entre los
brazos.
También nos encontraremos con dos
cuadros que nos muestran, en un caso, su valentía, y en el otro, su modo de
realizarse con obras que no tuvieran una carga tan orientalista y ensoñadora,
caso del desnudo parcial de Carmen Bastián, erótica y liberal obra, así como el
Viejo, en cuyo torso desnudo nos muestra también la gran fuerza del manejo de
los pinceles cuando nos pone ante ese hombre mayor que le sirve a él para
buscar nuevos caminos en su felicísima existencia como pintor.
También está la Puerta de las
Orejas, de Tomás Moragas, que nos muestra lo que debió ser esa entrada a
Birrambla y que hoy se encuentra en los Jardines de la Alhambra, habiendo
perdido su sitio y su empleo. Torre de las Damas, de Martín Rico Ortega,
bellísimo por la estampa parcial de las torres de la Alhambra vistos desde el
Paseo de los Tristes o la proximidad del Paseo de los Chinos.
Y si nunca has estado antes por
este singular, pequeño y, probablemente, el primer museo que se abrió al
público en España, no dudes en visitarlo para conocer destellos de algunas de
las obras de pintores y escultores granadinos y flamencos que dejaron sus obras
en numerosas de nuestras iglesias y conventos, tales como Pedro de Mena, con su
Soledad; José Risueño, Alonso Cano, una sala entera con sus obras, Bocanegra,
Alegoría del darro; Sanchez Cotán, con un bodegón de una sencillez incomparable;
José Larrocha, con la Cuesta de los Chinos. Retrato de Angel Ganivet de
Almodóvar o el simbólico de Manuel Gómez Moreno, con su obra dramática sobre la
salida de Boabdil de sus aposentos, donde la orgullosa Fátima es caracterizada
perfectamente en su altanería, mientras Morayma lo es en su desesperanza,
mientras el Rey se abraza a uno de los suyos y los fieles servidores descorren
la cortina, próxima a una columna de semejante esbeltez a la del Patio de los
leones.
Santiago Rusiñol, con el Palacio
de Víznar y Lewis con el cuadro de una Predicación, nos muestran instantáneas
pictóricas de su paso por Granada y sus aledaños.
La magnificencia de las
esculturas del Entierro de Cristo, como otro buen puñado en las restantes
salas, conforman una grata visita a otro rincón incomparable de Granada, el
Museo de Bellas Artes
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