domingo, 27 de noviembre de 2016

MUSEO DE BELLAS ARTES DE GRANADA Y LOS FORTUNY

MUSEO DE BELLAS ARTES DE GRANADA  Y LOS FORTUNY A SU PASO POR GRANADA

En estos días, en la Sala de exposiciones temporales del Museo de Bellas Artes de Granada, ubicado en un marco incomparable, como es el palacio de Carlos V, en el recinto de la Alhambra, podemos contemplar cuadros y bocetos para los mismos que inspirados por la ciudad, la geografía, el paisaje y el paisanaje de la Granada del siglo XIX y principios del XX, realizó Mariano Fortuny, como también sus familiares tales como su hijo y su cuñado, además de aquellos que con posterioridad a su breve existencia, siguieron sus modelos, que no fueron otros que experimentar con la luz y el color que inunda los recintos alhambreños o las calles de la ciudad, un día, capital de un reino, Granada.

En este paseo un bellísimo retrato de Madrazo sobre el mismo Mariano Fortuny, nada más entrar en este recinto, o un pilar de la calle Elvira, felizmente existente todavía hoy día, el luminoso y entrañable antiguo Ayuntamiento de la ciudad, en lo que fuera la antigua Madraza, Jazmines de la Alhambra, entre paredes encaladas, de una sencillez y luz extraordinarias, o el cuadro de su afortunado hijo, Fortuny-Madrazo, en un colorido cuadro, con notas de impresionistas, por la levedad de las pinceladas y la bellísima composición. Una gitana bailando en un jardín, donde tenemos un fondo blanco, un enorme macetero con detalles cúficos y las plantas trepadoras, mientras en el centro del cuadro es escorzo femenino de una bailarina en su atuendo gitano.

Y la Alhambra, tanto en los detalles arquitectónicos como en la imaginería a la que le transporta, caso de las Matanzas de los Abencerrajes, El Tribunal de la Alhambra, los Músicos árabes, o fotos de él mismo travestido de árabe con la espingarda entre los brazos.
También nos encontraremos con dos cuadros que nos muestran, en un caso, su valentía, y en el otro, su modo de realizarse con obras que no tuvieran una carga tan orientalista y ensoñadora, caso del desnudo parcial de Carmen Bastián, erótica y liberal obra, así como el Viejo, en cuyo torso desnudo nos muestra también la gran fuerza del manejo de los pinceles cuando nos pone ante ese hombre mayor que le sirve a él para buscar nuevos caminos en su felicísima existencia como pintor.

También está la Puerta de las Orejas, de Tomás Moragas, que nos muestra lo que debió ser esa entrada a Birrambla y que hoy se encuentra en los Jardines de la Alhambra, habiendo perdido su sitio y su empleo. Torre de las Damas, de Martín Rico Ortega, bellísimo por la estampa parcial de las torres de la Alhambra vistos desde el Paseo de los Tristes o la proximidad del Paseo de los Chinos.

Y si nunca has estado antes por este singular, pequeño y, probablemente, el primer museo que se abrió al público en España, no dudes en visitarlo para conocer destellos de algunas de las obras de pintores y escultores granadinos y flamencos que dejaron sus obras en numerosas de nuestras iglesias y conventos, tales como Pedro de Mena, con su Soledad; José Risueño, Alonso Cano, una sala entera con sus obras, Bocanegra, Alegoría del darro; Sanchez Cotán, con un bodegón de una sencillez incomparable; José Larrocha, con la Cuesta de los Chinos. Retrato de Angel Ganivet de Almodóvar o el simbólico de Manuel Gómez Moreno, con su obra dramática sobre la salida de Boabdil de sus aposentos, donde la orgullosa Fátima es caracterizada perfectamente en su altanería, mientras Morayma lo es en su desesperanza, mientras el Rey se abraza a uno de los suyos y los fieles servidores descorren la cortina, próxima a una columna de semejante esbeltez a la del Patio de los leones.

Santiago Rusiñol, con el Palacio de Víznar y Lewis con el cuadro de una Predicación, nos muestran instantáneas pictóricas de su paso por Granada y sus aledaños.
La magnificencia de las esculturas del Entierro de Cristo, como otro buen puñado en las restantes salas, conforman una grata visita a otro rincón incomparable de Granada, el Museo de Bellas Artes


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