CINE ALIATAR, DE JOSE MARIA PÉREZ ZÚÑIGA. EDICIONES
VALPARAISO
Aunque sólo fuera por la foto de la portada, la compra de
este libro merecía ya la pena.
Y si ya se adentra uno en la interesante novela que su
autor, por medio de dos jóvenes granadinos, César y Lucía, con la pasión por el
cine, la proximidad de vivir en zona de la Magdalena y en la vecindad del cine
Aliatar, nos va describiendo los cuadros que muchos granadinos conocimos allá
por los años ochenta.
La novela no sólo nos muestra aquella sociedad que daba
sus primeros pasos en democracia, los escarceos amorosos en una playa de
Almuñécar, la falsa denuncia de Lucía de su violación, como los sentimientos que albergaban los padres y las generaciones
que los precedieron, siempre con el ancla echada en la piedra a la que se
amarra el trasfondo de lo que en la bellísima pantalla del cine Aliatar, como
en su platea y sus palcos, buena parte de los granadinos pudimos conocer el
cine, soñar o tener los primeros escarceos en las sombras de este palacio del celuloide y con el
halo de la luz que desde un recuadro se agigantaba en aquella pantalla.enmarcada en colores.
Por esta novela desfilarán personajes que pasaron por la
División Azul, con su esperanza de una España en cruzada, familiares de los
protagonistas, como también el militar padre de Lucia, como aquella sociedad
humilde, que después de una cruenta guerra, de acallar sus sueños y de
silenciar sus esperanzas, a diario iba a una modesta tienda de Puentezuelas, la
calle Pareja o se tomaban unas cañas en el hoy desaparecido y siempre añorado
restaurante-bar.Sevilla, que también conociera Federico.
Lucía alcanzará el éxito como abogada en Madrid, un
sonado casamiento y la maternidad, mientras que César, su novio, seguirá proyectando películas en Granada, desde el oscuro habitáculo del Palacio del Cine, del Cine Madrigal o de
Kinépolis, mientras la sala Olympia, el mismo Aliatar, el cine Goya, frente a
la iglesia de la Magdalena, los cines Alhambra, o aquel de “arte y ensaño” al
final de la calle Molinos, como otros muchos, , irán quedando en el baúl de nuestra memoria, no así
el amor y la pasión desenfrenada que Lucía encontró, y que volverá a
rememorar cada vez más en Granada, en la cama con César, a quien una sombra, llamada Víctor y en deuda con el padre de Lucía, siempre le seguirá ante la sospecha de haber sido él quien violara a su hija, cosa incierta.
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