lunes, 3 de julio de 2017

CINE ALIATAR, DE JOSE MARIA PEREZ DE ZUÑIGA. EDICIONES VALPARAISO

CINE ALIATAR, DE JOSE MARIA PÉREZ ZÚÑIGA. EDICIONES VALPARAISO

Aunque sólo fuera por la foto de la portada, la compra de este libro merecía ya la pena.
Y si ya se adentra uno en la interesante novela que su autor, por medio de dos jóvenes granadinos, César y Lucía, con la pasión por el cine, la proximidad de vivir en zona de la Magdalena y en la vecindad del cine Aliatar, nos va describiendo los cuadros que muchos granadinos conocimos allá por los años ochenta.
 
La novela no sólo nos muestra  aquella sociedad que daba sus primeros pasos en democracia, los escarceos amorosos en una playa de Almuñécar, la falsa denuncia de Lucía de su violación, como los sentimientos que albergaban los padres y las generaciones que los precedieron, siempre con el ancla echada en la piedra a la que se amarra el trasfondo de lo que en la bellísima pantalla del cine Aliatar, como en su platea y sus palcos, buena parte de los granadinos pudimos conocer el cine, soñar o tener los primeros escarceos en las sombras de este palacio del celuloide y con el halo de la luz que desde un recuadro se agigantaba en aquella pantalla.enmarcada en colores.

Por esta novela desfilarán personajes que pasaron por la División Azul, con su esperanza de una España en cruzada, familiares de los protagonistas, como también el militar padre de Lucia, como aquella sociedad humilde, que después de una cruenta guerra, de acallar sus sueños y de silenciar sus esperanzas, a diario iba a una modesta tienda de Puentezuelas, la calle Pareja o se tomaban unas cañas en el hoy desaparecido y siempre añorado restaurante-bar.Sevilla, que también conociera Federico.

Lucía alcanzará el éxito como abogada en Madrid, un sonado casamiento y la maternidad, mientras que César, su novio, seguirá proyectando películas  en Granada, desde el oscuro habitáculo del Palacio del Cine, del Cine Madrigal o de Kinépolis, mientras la sala Olympia, el mismo Aliatar, el cine Goya, frente a la iglesia de la Magdalena, los cines Alhambra, o aquel de “arte y ensaño” al final de la calle Molinos, como otros muchos, , irán quedando en el baúl de nuestra memoria, no así el amor y la pasión desenfrenada que Lucía encontró, y que volverá a rememorar cada vez más en Granada, en la cama con César, a quien una sombra, llamada Víctor y en deuda con el padre de Lucía, siempre le seguirá ante la sospecha de haber sido él quien violara a su hija, cosa incierta.

Entretenidísima novela, por los detalles cinematográficos que aparecen, como por los paseos y lugares que van desfilando para aquella juventud y para quien esto escribe, que también tuvo la fortuna de conocer ese paisaje y aquellos momentos, hoy ya un tanto desteñidos y que, además, cuentan la historia o relatan la vida de buena parte de los granadinos, que aún cuando el peso de sus adarves, palacios y monumentos renacentistas y barrocos le rodean a cada paso, sin embargo también cuenta con otros monumentos más sencillos, pero de tanta fuerza como este cine Aliatar, hoy, desgraciadamente conservado como una sala de fiestas, donde antes fue un vestigio del mejor cine y de la mejor manera de soñar y amar en la oscuridad de una sala y entre los siempre confortables sillones de su sala.

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