viernes, 4 de agosto de 2017

ANGEL NIETO, EL DÍA QUE LE CONOCI

ANGEL NIETO

Aún cuando había oído hablar de algunas de sus gestas, nunca podía imaginarme que la primer reunión de negocios a la que iba a asistir en mis primeros escarceos laborales, junto a mi tío Paquito, sería en el circuito del Jarama, con coches estacionados de cualquier manera sobre el arcén y bajo el atronador ruido de unos motores que parecían hordas de mosquitos persiguiéndose los unos a los otros y el escándalo de unos madrileños que parecían enloquecidos buscando la estela de una moto a la que no era fácil ver.

Allí estaba yo, allá por los años setenta, mientras mi tío departía con el delegado para Madrid de Azulejera Granadina, con quien no estaba muy contento, supongo por ventas y cobros nada florecientes, ya que yo me había apartado, de acuerdo con las indicaciones previas y convenidas de mi tío y maestro (Hoy se diría coach) para que ellos pudieran tratar asuntos que estaban dentro de una carpeta, que hasta allí había yo portado.

Era domingo, íbamos camino de Frankfurt para intentar abrirnos mercado en el exterior, y mi tío, como Presidente del Consejo de Administración de aquella industria, había sido invitado por el Sr. Sanmartín, que así se apellidaba aquel delegado, para ver aquel incomparable evento, antes del vuelo internacional.

Desconozco si en el plano de los propósitos madrileños de mi tío, como de sus socios granadinos, aquella reunión bajo el crepitar y estruendo de los motores de unas motos le sirvió para algo, yo mientras si que empezaba a descubrir la fuerza de convocatoria de aquel piloto de motos, Angel Nieto, que aún cuando yo sólo había seguido en el diario Le Soir los éxitos de Joel Roberts en el motocros belga, como de las conquistas y las primeras planas que iría copando quien hoy ha fallecido,  como 12 más 1 vez campeón de velocidad en el mundial de motos
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Madrid toda, y ya es difícil, como pude comprobar años después cuando allí tuve la fortuna de residir, sin embargo, en este caso, estaba allí, razón por la que tuvimos que marcharnos antes de que la bandera a cuadros diera por vencedor a Angel Nieto, ya que el retorno por aquella nacional a Burgos, momentos después estaría plenamente colapsado, con los Seiscientos y la incipiente motorización del país que se iba adueñando de calles y caminos.

Esta fue mi primer visita a un circuito de carreras, el añorado y entrañable Jarama, como uno de mis primeros contactos con el deporte español en vivo y en directo, pues meses antes aún yo estaba bajo el plomo del cielo de Bruselas, soñando con la acogida que mi tío Francisco Sáez de Tejada Martín, afortunadamente, me brindaría y de la que le estaré eternamente agradecido, como de aquel primer encuentro con Angel Nieto, de quien fue incapaz de seguir su rastro.

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