UNA ODISEA ESPACIAL 2001, DE
ARTHUR C. CLARKE
Allá por 1970, el científico
británico Arthur C. Clarke, escribía Odisea Espacial 2001, como fecha en la que
el hombre alcanzaría Marte. El cineasta Kubrik supo, en una extraordinaria
película, como todas las que realizó a lo largo de su vida, atraparnos en base
a este libro. Hoy, bien sabemos que aún estamos lejos de esa “performance”,
aunque el hombre sigue con ese sueño que desde que tomó conciencia de su
presencia en la Tierra, como de la atracción por el sol, la luna y las
estrellas, que ese viaje tendría que ser alguna vez realidad.
Y abandonando que cada día pueda
estar más cerca el periplo que realizara Bowman y sus compañeros a bordo de la
nave espacial Descubrimiento, como que en este mismo momento la sonda Perseverance,
que partiera en misión desde la Tierra en julio de 2020 y ya se encuentra
enviando imágenes de Marte, o que el multimillonario norteamericano Musk tenga
previsto organizar una misión tripulada para el año 2024, el libro de Arthur
Clarke, como muchos años antes lo fuera el Viaje a la Luna de Jules Verne,
tiene ese halo de ensoñación y de invento que, brillantemente, Arthur C. Clarke
entreteje mezclando en ello la fuerza de un manipulador Hal, ordenador imperioso o extraordinario
robot que es capaz de llevar a cabo todas las tareas del proyecto a Saturno, dirigir la nave, comunicarse con los científicos que siguen el control desde la Tierra, la vida dentro de la nave espacial, como también, llegado el caso, ser responsable de la muerte de otro de los
astronautas, el compañero Pool cuando intentaba redirigir la antena para su conexión con la Tierra, por sus ansias de tomar el poder y ser el único que logre el
ansiado objetivo de ser el primer ser que llegue a Saturno, después de haber pasado cerca de Venus, como de Japeto y de las distintas lunas que la rodean.
El autor deja en la luna el TMA-1,
que es un extraordinario monolito bajo tierra en este astro, que se supone haber
sido llevado allí por fuerzas superiores cuando el mismo hombre en la Tierra
empezaba su andadura en las cavernas y que someramente también tiene una extraña
conexión con el universo.
El libro de ficción es un hermoso
relato de aventuras imaginadas, que cree advertir su autor, con la descripción
infinita, sobre todo en sus últimos capítulos, de relaciones vaporosas,
paisajes calinosos e hilos, luces, sombras, oscuridad, brillo, que se suceden
de manera elocuente y de forma alucinada para, de estar forma, soñar con la
esperanza de una futura presencia del hombre allá en las estrellas o navegando
cual Colón por ese inmenso cielo que cubre la Tierra y de cuya existencia poca razón conoce el hombre, pero que es capaz de alimentar su imaginación y lograr un
atractivo libro, el mismo que servirá de guía para esa película de Kubrik, que
también es historia y que, quizás en el 2024, o para generaciones venideras, servirá como un
cuento de hadas de unos soñadores que quisieron haber sido ellos quienes
desentrañaran los misterios de esa perseverante búsqueda y estudio del universo
por parte del Hombre.

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