domingo, 1 de octubre de 2023

 


DEJANDO ATRÁS LOS VIENTOS, DE ALFONSO GUERRA.

En el año 2006, el que fuera Vicepresidente de Gobierno, junto a Felipe González su presidente, y además vicesecretario del PSOE, durante los años 1982 a 1991, presentó sus memorias a la editorial Espasa Calpe, que con lúcido criterio aceptó llevar a cabo la publicación de lo que son los hechos más relevantes, a juicio de su autor, de aquellos años en los que la transformación de España fue un ejemplo para el mundo y que permitió a millones de españoles, entre los que me incluyo, llevar a cabo su sueño y su proyecto profesional y de vida.

Es por tanto un libro que uno sigue con entusiasmo, pues era el ciudadano al que muchas de esas leyes y de esos propósitos iban también a beneficiar, como a millones de otros compatriotas.

El libro permite conocer mejor, quizás más íntimamente, la sensibilidad de un personaje que, como Azaña, tuvieron las dudas de su pertenencia a la política o a la cultura. En ambos casos, el elevado nivel cultural, como del conocimiento del país y de los derroteros en otros lugares del planeta, son bien notorios y encomiables, sobre todo cuando en esto 2023 la decadencia de los políticos españoles es fehaciente y su ignorancia, también incultura, una verdad flagrante que no permite tenerles en buena consideración, sobre todo cuando no sólo desprecian al adversario, las instituciones o hacen de su gestión de gobierno una mentira sistemática, sin que por ello sus simpatizantes  se sonrojen o cambien el voto.

En esta obra, una vez más siguen latentes los problemas vascos y catalanes, que ayer y hoy, son un dolor de cabeza constante a cualquier gobernante y que él nos recuerda:

“Los dirigentes del PNV han perdido el sentido ético de la política”, al parecer dicho por Txiki Benegas

En el caso banca Catalana, aprendemos que Jordi Pujol creó la “Caja B” y 27 sociedades instrumentales que desvalijaron la entidad, sin que por ello el Juez condenara al condottiero catalán, ya que entonces era Presidente de la Generalidad catalana, y sin que aún haya entrado en la cárcel por esta fechoría como por el 3 per cent que denunció Maragall

Pero bien sabido es, ayer y hoy, el “victimismo catalanista”, que como los simpatizantes socialistas que en 2023 van a la Rinconada a aplaudir a Sánchez, dicen que están contentos si quien les roba es un socialista, los catalanes que sea catalán y que se llene él los bolsillos mientras sus paisanos pasan hambre, a éstos mentecatos andaluces y catalanes, poco les preocupa.

Nos recuerda el poder fáctico catalán en su burguesía y el divorcio que él constata, entre los dirigentes políticos y el común de la sociedad catalana.

Denuncia que todo nacionalista fundamentalista es peligroso y que la coherencia es regla de oro, lo que seguro ni Rodríguez Zapatero y menos aún Sánchez, sus sucesores en el PSOE y en el Gobierno, han tenido en cuenta.

Como lección para Sánchez y Oscar Puente, las recientes estrellas del último debate político en Las Cortes españolas, como para los diputados andaluces, extremeño o castellanos, pues dudo que a los catalanes les interese mucho dirá:

Cosa bien diferente sucede cuando la política la hace un gobierno bravíamente, con grosera arrogancia, sin escuchar las posiciones de nadie; el Gobierno que le sucede se ve obligado a una política derogatoria de las decisiones tomadas por el Gobierno anterior. Lo que no le quedará más remedio a Feijóo que hacer si el socialcomunismo del Gobierno en funciones acaba por sacar la amnistía de los golpistas catalanistas a flote y con toda la división y brutal enfrentamiento que tal medida ocasionará.

Un lujo pues que alguien de humilde condición, como Alfonso Guerra, haya logrado auparse a la cima del poder político y conservado su pasión por la cultura y su familia, como por su ciudad natal, Sevilla y un libro que uno “devora” por lo entretenido, fácil y próximo a quienes, en otros campos más modestos, hemos intentado poner nuestro granito de arena en la construcción de una España mejor, más próspera y mas solidaria.

Gracias, don Alfonso Guerra.

 

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