IRENE MONTERO TUVO UN SUEÑO
Por aquel tiempo en que ella
trabajaba de reponedora en la sucursal de un afamado supermercado y el domingo
vestía sus mejores galas, se pintaba de
rojo los labios y de rímel negro los ojos, para acudir a las asambleas del PC
en su barrio obrero de Vallecas , en la trastienda, mientras apilaba cartones y
después de abandonar la traspaleta eléctrica
con que había descargado el camión de aprovisionamiento, se quedó dormida fruto
del cansancio y el trasnochar, sobre los sacos de patatas, cajas de cervezas
Alhambra, Mahou y latas que allí se amontonaban. Soñó, por última vez en su
vida, y despertándose muy agitada, fue a buscar a un greñudo y con coleta líder
de una fracción comunista del barrio que daba clases, inexplicablemente, en la
Complutense, y que era afamado por sus azotes a las damas de alcurnia y de la
prensa.
-He tenido una pesadilla –le dijo.
En un prado estaban treinta y dos vacas gordas y de ubres bien repletas, que
cuando yo quería las ordeñaba. Sólo yo podía ordeñarlas o aquellas personas
cercanas a mí. De repente, las vacas desaparecieron. A mi alcance aparecieron
otras escuálidas, sin ubre, y con grandes cuernos. Ya no podía ordeñarlas y me
encontré muy triste. ¿Qué significan las vacas, qué de mi tristeza?
El incipiente político de coleta,
a la sombra del campanario de la modesta iglesia de la polvorienta Vallecas, le puso una mano en la rodilla, la
miró con excitación y repuso:
-Las vacas gordas representan
treinta y dos años de abundancia, lo que
va de 1975 a 2007; las vacas flacas, representan los años de escasez y
privaciones que han de venir cuando lleguen los separatistas, los populistas y
el socialismo de escuela caribeña. Tu tristeza es que dejarás de ser pastora de
rebaño espectral. Cuida de tener el zurrón repleto y si quieres, instálate
conmigo en un palacete que voy a levantar en Galapagar.
Irene Montero siguió los consejos
del amado líder de la Compluto y hoy es adinerada, poderosa y abandonó el piso cutre de Vallecas, por haber soñado a tiempo en
su juventud.
Comienzan a pasar las vacas flacas, que el cachicán
Sánchez pastorea junto a su faramalla de amiguetes, correveidiles, palmeros y
oscuros secuaces. Pero ella se ríe, del mismo modo que lo hiciera recientemente
el Jefe de Gobierno español en las Cortes.
-¡Que me quiten lo ordeñado! –dice
para su pelleja, tomando el té en la terraza junto a su amiga Belarra y los socios de ésta, Putin, Roures y Zapatero.
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