¡ROMPAMOS FILAS!
Con el nuevo gobierno socialista
de Sánchez, noviembre de 2023, cuyo principal propósito y por el que ha logrado
los apoyos necesarios para alcanzar el entorchado del Palacio de la Moncloa, es
la AMNISTÍA a los catalanistas por el Golpe de Estado de octubre de 2017, se ha
abierto la Caja de Pandora del devenir de la unidad de España, como del
enfrentamiento social y entre regiones, pues todo lo negociado para este nuevo
gobierno con los separatistas y golpistas, no es otro que favorecer a los
catalanes aunque sea forzando y retorciendo las leyes, comprando voluntades
entre los miembros del Poder Supremo y el Poder Judicial, como todos aquellos:
prensa, medios de comunicación, los mismos socialistas, partidos populistas y
de izquierdas que puedan favorecer su propósito de permanecer en el poder otros
cuatro años más, aunque sea a costa de los ciudadanos más necesitados o de las
comunidades que se encuentran desfavorecidas y que no cuentan con esa atención
preferente y esas inversiones, como esas rentas, que otra vez, ya antes se
hacía en tiempos de Franco, los catalanes reciben en detrimento de andaluces,
extremeños, castellanos, murcianos, canarios y aragoneses.
Se convierte así la verdadera
AMNISTÍA en el engaño, pues ha sido utilizada por socialistas y separatistas
para poner en Moncloa a Sánchez, siendo la menor inmoralidad el robo perpetrado
por esos catalanistas para alcanzar sus fines de separación y golpe de Estado,
y la mayor de esas afrentas, la de los 121 diputados socialistas en las Cortes,
que refrendan ese engaño.
El Gobierno engaña al país,
brujuleando entre bastidores, en Bruselas,
incluso antes de que se conocieran los resultados de las elecciones
últimas, según el mediador socialista Cerdán y las duras manifestaciones contrarias
del mismo Sánchez y de la totalidad de su camarilla, de manera a acotarse un
campito donde recoger sus élites cuatro años de Poder y provecho propio en una
inmensa pira de embustes y repugnante chantaje catalanista que aceptan sin
inmutarse los mismo que se tildan de progresistas.
Se ha dado carta de crédito, con
este Gobierno, a la arbitrariedad, el despotismo ministerial, asunto de los
Cobos, Tito Berni y los irresponsables mangoneadores de los espoliques.
Sánchez, dueño de su mesnada,
nunca quiso hacer de la política la verdad, sólo conservar el puesto.
Es cierto que a las Cortes le
cabe una parte de responsabilidad enorme en el desastre que tenemos delante y
la “guerra” que se avecina de disputas entre regiones o entre mayorías y
minorías. Son, por tanto, esos diputados socialistas que aplauden como borregos
al cachicán Sánchez culpables de encubrimiento, pues carecen de probidad
intelectual, mostrando así que el entendimiento de esta casta es poco fértil y
la atención esforzada les espanta. Reciben lo que les dictan y lo propalan.
Si nadie lo remedia, y no creo
que ni siquiera Europa se haya dado cuenta de la gravedad de lo que acontece en
España, está al acecho el fracaso de una Nación y, quizás, de la Unión Europea
también.
Cataluña, el País Vasco, como la
totalidad de España, se ha transformado en un entramado de autonomías que
respetan el ser más íntimo de cada una de esas regiones, las dos señaladas
siempre favorecidas y, hoy día, incluso beligerantes contra la lengua común,
los transportes, las infraestructuras, la
seguridad social de todos y, a menudo, la misma unidad de mercado.
Todo nuestro ser aborrece el
orgullo y el odio nacionalistas, pues es un hecho evidente que la idea
nacionalista ha dado de sí cuanto llevaba dentro, y si no que lo pregunten en
la Alemania que emergió tras el nazismo o a los parientes de Mussolini, y ya no
ofrece nada absolutamente, a no ser los privilegios a unas élites
profesionales, políticas y financieras.
Todo lo que se viene haciendo en
Cataluña, por parte de los mismos catalanes como del Estado, es un error
colosal, pues Sánchez, su camarilla y los separatistas se llevarán las
reliquias de libertad civil que con tanto esfuerzo logramos con el abrazo de
Suárez y Carrillo, entre otros, sellado en la Constitución de 1978.
Si estos socialistas y sus
correveidiles en lo más íntimo de su conciencia hubiesen creído que cumplían un
deber al otorgar esa AMNISTÍA, por qué
no lo hicieron antes, lo pusieron en su programa electoral y no se manifestaron
del modo tan vehemente que hasta hace dos meses defendían en todos los platós.
¿Por qué ese cambio y por qué ese retorcer la Ley?
Y en esta desesperación y
desaliento ciudadano para un andaluz, un madrileño, un cántabro, un mañico, un asturiano, un manchego, un extremeño, un
canario, un murciano, quizás también, un vasco, un catalán, un gallego, un
valenciano, un balear o un navarro, de Ceuta y Melilla, que se le pida arrime el hombro en la
construcción nacional, en la construcción de un ente que está al borde de la
fractura, después de ser la nación más antigua de Europa y forjadora del Nuevo
Mundo, en sostén de qué, de algo racionalmente verdadero, solidario, fraterno,
herencia de un pasado común y moralmente limpio, este gobierno, los mismos
militantes y simpatizantes del PSOE, qué pueden pedirnos para la construcción y
prosperidad española y de Europa, si por la acción de gobierno de unos tarambanas perdemos todos la ya
inútil autonomía regional, la libertad sindical, la igualdad, la supremacía del
Parlamento, la Armada, los ejércitos, la Guardia Civil, en suma, la condición
necesaria para existir, para lo cual, Sánchez,
el ahora nuevo caudillo y su ministra de la Guerra, podrán gritar
justificadamente: Españoles ¡Rompan filas!
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