CAMPO FRANCÉS, DE MAX AUB
A modo cinematográfico, el gran
escritor valenciano, de padres de origen francés y alemán, pero con fuerte
raigambre literaria en español, sobre todo por su novela Calle Valverde de
Madrid, se adentra en este libro en las duras condiciones que sufrieron los
encarcelados por Francia, especialmente los republicanos españoles tras su
derrota en la Guerra Civil española, donde nos muestra la torpe gestión y
antihumana manera de tratar a los refugiados por parte de las autoridades
francesas, especialmente de su policía, que deja en muy mal lugar a esa
República francesa, particularmente al entonces régimen de Vichy, dirigido por
el general Petain, aunque en esa población francesa encargada de la custodia de
los refugiados, el trato vejatorio, cobarde y abusivo, queda patente, ya que él
lo vivió en primera persona encerrado como estaba en el campo de concentración
de Roland Garros, tras haber sido denunciado como comunista.
A diferencia de su vida, que tuvo
felizmente su traslado a Casablanca, hasta poder embarcarse para Méjico, el
protagonista, Julio, honrado español que regentaba una tienda en París, se verá
encarcelado sin que hubiera cometido acción alguna, ni hubiera participado en
la guerra española, por confundirlo con su hermano, que por tal de salvarle,
también se entregará, sin que para nada le sirva a Julio, quien terminará
siendo asesinado por la espalda, por el sargento del campo de concentración de
Roland Garros, en su intento de fuga, una vez convenido con su esposa por parte
de ese sargento francés.
Mientras los franceses se
entregaban dócilmente a ser hollados por los alemanes, pronto tendrían que
acudir a esos refugiados republicanos españoles para recuperar su suelo y la
vergüenza, todo lo cual ya es otra historia.
Interesante novela, reveladora de
una Francia dividida entre su independencia y su vena pro-nazi, como de una
narración a modo teatral y unas acciones a modo de guión de cine.
Entretenida y oportuna denuncia
para que ese característico chovinismo francés se tiente las ropas y, al menos,
tengan siempre presentes a esos españoles que dieron su vida por la libertad de
Francia, a pesar de lo mal que fueron tratados cuando los franceses con su
línea Maginot se creían invulnerables.
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