ESTUDIO EN ESCARLATA DE ARTHUR
CONAN DOYLE
El irlandés Arthur Conan Doyle,
afincado en Londres y de sentimiento bien británico, en Estudio en escarlata, escrito cuando tan solo tenía 26 años, inicia su famosa obra con la intervención de los famosos protagonistas de
Sherlock Holmes y el doctor Watson, que le hará que abandone su profesión de
médico, le permita viajar, especialmente a América y lograr su independencia
económica como su fama, a pesar de que, en cartas a su madre, el escritor
británico le informará de su pesar, pues no quería reconocer el gran hallazgo
policial que había hecho con su narración, por parte de Watson, de los
diferentes casos que, mediante deducciones lógicas, un gran conocimiento de
química y del cuerpo humano, logrará con su enorme perspicacia y por medio de
pequeños detalles, desvelarnos casos que parecían no descubrir el criminal.
En Estudio en escarlata, la
primer obra que ve la luz con los famosos personajes de Sherlock Holmes y el
doctor Watson, en su primer encuentro, como en su residencia londinense de
Baker street, la obra tiene dos relatos, en el primero finaliza con el hallazgo
de dos víctimas y, por supuesto, las numerosas pistas que logra debelar el
meticuloso y avispado detective privado Holmes, sin que sepamos las razones de
esos asesinatos, aun cuando su autor ha ido poniendo a prueba al lector y que
tampoco dos detectives de Scotland Yard puedan hallar la respuesta y acudir al
inteligente Sherlok Holmes.
En la segunda, nos muestra cómo
desde la ciudad de Salt Lake City en los EEUU y por razones de la angustiosa
presión de la secta mormón, dos personas amadas encuentran la muerte y provocan
los deseos de venganza de otra víctima que, ya en Londres, logrará dar con los
culpables de aquellas dos muertes en América y vengarse, por tanto culpable de
esos asesinatos en la era victoriana.
Apresado el asesino, aunque
razonada la persecución que hace de dos antiguos mormones y responsables de la muerte
de su amada y de su suegro, allá en los EEUU, el asesino no se verá obligado a
comparecer ante la justicia londinense pues un aneurisma pondrá fin a su vida
y, por tanto, el crimen, de unos y de otros, tendrá su castigo, como el
desenlace hallado y desvelado por la pericia de Sherlock Holmes.
Lectura juvenil detestivesca que hará las delicias de jóvenes
y no tan jóvenes que en cine ha tenido un gran predicamento, pero que en una
colección de Anaya tan bien elaborada por su brillante traducción y la
afortunada copia de las láminas que enriquecen la obra, le siguen haciendo a
cualquier amante de la aventura y la deducción, pasar un grato momento y
recordar esas primeras lecturas de sir Arthur Conan Doyle.
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