lunes, 19 de mayo de 2025

CARTA DE DESAGRAVIO A UN CATETO.

 


MI POSTRERA CARTA A UN DIVINO CATETO

Entrañable amigo y paisano,

                        Hoy, por vez primera, me he sentido avergonzado por utilizar ese término que, como dardos, acostumbrábamos a lanzar contra todos aquellos que el día del Corpus Christi, como cuando desfilaba por las calles de Granada su patrona, la Virgen de las Angustias, un puñado de golfillos de las calles Boquerón, santa Paula, Mano de Hierro, San Jerónimo o la misma calle de Niños Luchando, acostumbrábamos a mofarnos de todos aquellos de chalina negra, sombrero cordobés de ala ancha, botas de cuero a media pantorrilla y pantalones de pana, acostumbraban a bajarse delante de las tartanas en las posadas de San Juan de Dios, la misma plazoleta de la Encarnación, esquina con el bar de don Antonio y la tienda de maderas Bonal, o en la última parada de Tranvías Eléctricos que tenían en el Triunfo, con la pretensión de hacerles sentir nuestra arrogancia y preeminencia por tener nuestro natalicio en aquellos domicilios de tan recia raigambre, venidos entonces a menos,  aunque de la vega viniera a menudo nuestro sustento y el gracejo de las conversaciones o las nanas que arroparon nuestros primeros sueños. La Rosita, maestra de escuela, o la misma Colorina de los García Lorca.

Así es la ignorancia infantil y, a menudo, el legado que arrostramos desde entonces, que sin ánimo nunca de herir conscientemente, pero con la consabida actitud de “marcar territorio” y enseñorear a tirios y troyanos nuestro pretendido y ya adormecido  abolengo, cuando sabido es que quien más ríos de tinta ha logrado que sobre él y sus orígenes se escribieran, quien con más orgullo habló de Granada y de su natal Fuente Vaqueros, quien más nos honró a todos, no fue ni más ni menos que otro genial cateto, el más sublime de la Generación del 27, Federico García Lorca.

Si a todo ello añado que mi abuela paterna se crió a orillas del río Cubillas, en medio de alfalfa, heno y la enorme variedad de árboles frutales que es capaz de brotar en nuestra vega y que su esposo, mi abuelo, cuando le conocí aún conservaba su canturriado acento iliturgitano de Andújar, convendrás conmigo que yo también soy ese otro descendiente de catetos,  de quien tan orgulloso me siento.



Por todo ello, cateto  de Maracena, Chauchina, la Zubia, Padul, Baza, Guadix, Motril, Deifontes, Polopos, Ugíjar …hermano mío de quimeras juveniles, perdona a este lenguaraz,  que por no tener la suerte que tú has tenido de nacer entre olivos, parrales, acequias y mariposas, todavía emplee epítetos que ni ayer ni hoy pretendieron atacar los más profundos sentimientos de sus conterráneos,  y conserva y transmite esa raíz campestre que los urbanitas envidiamos, y que tantas páginas de gloria ha dado a nuestra patria común que es Granada.

Un abrazo enorme y que, las ninfas que aún pueblan nuestros montes y lo que todavía queda de vega, nos permitan seguir divagando sobre el ayer, que lejos queda, y el hoy que nos atenaza con la guadaña que deseamos lejos de nosotros todavía permanezca.

El Mirlo blanco.

F.O.S.T

Granada, 17.V.2025

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