FEDERICO GARCÍA LORCA Y SU MUNDO,
DE JOSÉ MORA GUARNIDO, Losada 1957, Y
FEDERICO Y SU MUNDO (De Fuente Vaqueros a Madrid), DE FRANCISCO GARCÍA LORCA,
Alianza, 1981.
En cada uno de estos dos libros,
el lector se encuentra la información que, uno como amigo y el otro como
hermano, hacen de los avatares de Federico en su corta vida, además de
informarnos de quienes fueron las personas, como los hechos más relevantes, que
formaron parte del desarrollo poético y literario de este gran personaje
hispano.
Sabido es que Federico nace en Fuente Vaqueros, un 5 de junio de 1898, en el seno de una familia donde es el primogénito y de desahogada situación económica, por parte del padre, importante agricultor, como de antecedentes artísticos en la enorme familia y primos de los García, así como con una madre que es maestra de escuela y que estará siempre muy cercana a su hijo. Otros tres hermanos le seguirán: Francisco, Concha e Isabel.
Poco después se trasladarán a
Valderrubio, entonces Asquerosa, por una mala desinencia de su origen, que
quizás fuera Aquarosa, de tiempos de los romanos, ya que el padre había
adquirido, junto a sus hermanos, una enorme
finca cercana llamada Daimuz.
Con el fin de que sus hijos
puedan recibir una formación académica acorde a las expectativas del pater
familias, se van a vivir a Granada, en el número 50 de la Acera del Darro, que
con gran minuciosidad nos describirá Francisco al igual que, más tarde en otro
libro, lo haga Isabel, teniendo entonces Federico once años y preparándose para
los exámenes de bachiller en el Colegio del Sagrado Corazón, a unos pasos de la
Catedral y la calle San Jerónimo, donde tendrá sus primeras vivencias
escolares, como alguno de los actores que más tarde formarán parte de sus obras
teatrales.
Inicialmente su inclinación artística se decanta por la música, gracias a las clases de piano de su profesor don Antonio Segura Mesa, a quien en su primer libro, Impresiones y paisajes, le hará un sentido homenaje.
Junto a sus primos y su hermano
Francisco, Federico pasará una corta estadía en Almería, en casa del maestro
Rodríguez Espinosa, muy estimado por sus padres, aunque por una repentina
enfermedad, tendrá que regresar a su casa cuando se estaba preparando para su
inicio como bachiller.
Su familia se muda a la Acera del
Casino número 33, hoy inexistente, desde donde podía ver la estatua de Mariana
Pineda y el dosel de Sierra Nevada, y hace gran amistad con José Mora Guarnido,
reportero en el Defensor de Granada, quien le llevará a conocer a los miembros
del Rinconcillo, una tertulia bajo el escenario del café Alameda, de una
pléyade de jóvenes granadinos a la que se unirán, a veces como “transeúntes”,
eminencias artísticas a su paso por Granada.
A duras penas aprueba, tanto en
el bachillerato como en la Universidad de Filosofía y Letras, y Derecho, mientras sigue con sus clases de
piano y, en un viaje por Castilla, como a Úbeda y Baeza, donde conocerá al
poeta Antonio Machado que estaba allí de profesor de instituto, se despertará
su conciencia poética y literaria adormecida, por lo que empieza a emborronar
cualquier papel que caiga en su mano, con sus pimeras esbozos poéticos.
Su padre ha adquirido en la Vega de Granada, no lejos de su tía Isabel, un Carmen que llamará san Vicente, en homenaje a su esposa Vicenta, y hoy museo, donde el ya incipiente poeta y pronto dramaturgo, se emborracha cada noche con la poesía.
Se hará amigo del gran compositor
Manuel de Falla, que decide venir a residir en Granada, y al que conocerá
gracias al “bodeguero” Manuel Barrios en su taberna, el Polinario, en la misma
calle Real de la Alhambra y las presentaciones de Mora Guarnido.
Organizan en la noche de la
Epifanía, un 5 de enero de 1923, en la Acera del Casino, y con la presencia de
chiquillos que venden periódicos, un concierto y un teatrillo de marionetas,
todo lo cual inspirará a Falla y
Federico, en futuras obras. (Si quedaran las piedras que albergaron ese magno
concierto con Falla al piano y toda la familia García Lorca cantando al unísono
coplas navideñas, aún podríamos oír las
melodías que esa noche viajaron hacia la estrellas, entre las risas de aquellos
agraciados chiquillos, pero mi amada ciudad Granada se ha caracterizado más por
la estulticia, el “chavico” y la especulación desaforada, que por el respeto y
conservar lo bello).
Francisco García como Mora
Guarnido coinciden en que su padre no ve con buenos ojos que Federico se vaya a
Madrid para desarrollar su carrera de autor, sin que antes haya terminado su
carrera de Derecho, a la que finalmente se ha adscrito con muchas penalidades, ya que en una visita de su compañía teatral
Gregorio Martínez Sierra está dispuesto a poner su teatro, en Hilarión Eslava,
a la disposición de su primer obra Maleficio de la mariposa, que será pateada,
cuando ésta salte al escenario madrileño.
Antes, un 13 de junio de 1922,
tiene lugar el Festival de Cante Jondo, coincidiendo con las fiestas del Corpus
Christi, y en la plazoleta de los aljibes de la Alhambra. Fue impulsada por
Falla y García Lorca, como un elenco de pintores, escritores, periodistas y el decidido respaldo de Fernando
de los Ríos, catedrático en la universidad de Granada y prohombre del PSOE del
viejo Pablo Iglesias Posse. De toda Andalucía acudirán a la ciudad de la
Alhambra los flamencos que aún no han perdido su voz entre el aguardiente y las
noches de lujuria, que aún sienten el duende del cante jondo, y más tarde nos
describirá el mismo Federico. Fue un certamen nacional, con suculentos premios
en metálico. Contribuyeron el Ayuntamiento de Granada y el Centro Artístico
Literario y Científico de la ciudad. Zuloaga y Hermenegildo Lanz diseñaron los
decorados, mientras los espectadores que allí acudieron se vistieron de época,
con sus mantones de manila, sus polainas, chalinas y los sombreros catite. También
estuvieron presentes los Duques de Alba, Rusiñol, Joaquín Turina, Edgar
Neville, Ramón Pérez de Ayala.
Ganaría el viejo Tenazas y daría
sus primeros pasos en el escenario Manolo Caracol.
Federico tras su primer libro de
Impresiones y viajes, costeado por el padre, y sin que en la librería de
Mesones donde estuvo expuesto tuviera gran acogida, no se arredra y publica,
gracias a la presión de sus amigos y de un impresor madrileño, su primer éxito:
Romancero gitano.
Ya está en Madrid, la Residencia de estudiantes , en la colina de
los Chopos, encima del hipódromo y
frente a lo que pronto serán los Nuevos Ministerios de Castellana, obra de
Prieto y Manuel Azaña, donde hace amistad con Dalí Bueñuel, que sin embargo le
corresponderán mal con el fim Le chien andalou.
Viajes a Cadaqués y Figueras para
pasar temporadas con los Dalí y paso por Barcelona, donde presenta sus dibujos
que también tendrán muy buena acogida.
Escribe la obra teatral Mariana
Pineda, en 1923 y Canciones, entre 1921-1924.
En 1924 escribe la Zapatera
prodigiosa, estrenada en 1930, mientras que en 1926 se centrará en la obra Don
Perlimplín y la obra del poeta Góngora,
también en la Oda a salvador Dalí, mientras el poeta Jorge Guillén lo presenta
en Valladolid, año 1926, donde cosecha un gran éxito.
Ya es famoso, marcha a Nueva
York, visita Vermont y Shandaken, y escribe Poeta en Nueva York, influido por
lo que descubre de la sociedad industrial americana y el desencanto de la población
negra, con quienes sin embargo disfruta de su música y corales.
Se marcha a Cuba, donde será
feliz y agasajado, cuyas gentes le parecen
más cercanas de su Andalucía, con la belleza de su tez morena o mestiza.
Ya está lanzado al estrellato.
Regresa a Madrid y escribe el Retablillo de don Cristóbal, Así que pasen cinco
años, difícil de representar y, con el gobierno de la República, su amigo
Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción de la República, le ofrece la
creación del grupo de teatro la Barraca, que se paseará por los pueblos de España,
con estudiantes, mostrando el teatro español.
Una noticia leída en el ABC de
Madrid, en 1932, de un trágico hecho acaecido en el campo de Níjar (Almería),
le inspira la obra Bodas de sangre. Viaja a Galicia.
Junto a sus padres, fijará su
residencia en Madrid, calle Alcalá, allá por el año 1933, y viaja a Argentina y
Uruguay, donde por sus conferencias ganará bastante dinero, que transfiere a su
padre para que viera que su hijo estaba en el buen camino.
En Uruguay se encuentra con Mora
Guarnido, que ha emigrado allí, aunque se ven muy poco, pues García Lorca ha de
acudir a numerosas citas a las que es invitado.
En Argentina se estrena su obra Yerma
y una función de títeres en el teatro Avenida de Buenos Aires.
De regreso a Madrid, escribe
Diván de Tamarit, poemas; elegía por su amigo y torero muerto en la plaza de
toros de Manzanares, Ignacio Sánchez Mejías, de una belleza insuperable; seis
poemas galegos, inspirados en Galicia, le seguirán los años y Doña Rosita la
soltera, hasta llegar a 1936, año de su muerte, La Casa de Bernarda Alba,
Sonetos del amor oscuro; Los sueños de mi prima Aurelia; Comedia sin título y
El sueño de la vida, mientras se desplaza a san Sebastián y termina yendo a
Granada para festejar, como cada año, la onomástica de san Federico.
En este apresurado listado de los
hechos más notorios de Federico Manuel Azaña, recogidos de esos dos libros de
Francisco García y Mora Guarnido, nada hallamos sobre las inclinaciones
sexuales que pudiera tener el poeta, sobre las que sí se ceba su mayor
biógrafo, Ian Gibson, por lo que Mora Guarnido, escrito su libro cuando
Shombergh ya empieza a tocar este asunto, afirma que nunca fue pederasta y que,
en el tiempo en que ellos dos convivieron en una misma habitación de posada,
recién llegado Federico a Madrid, observó ninguna inclinación afeminada, cierto
es que era una persona frágil, que solía ausentarse mentalmente en medio de una
reunión y que sus andares eran algo desmadejados.
Los dos libros son muy semejantes, pues ambos se centran en describirnos quienes fueron las personas que les rodearon en Granada, particularmente, y los comienzos de las inquietudes literarias del poeta.
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