domingo, 25 de mayo de 2025

 


FEDERICO GARCÍA LORCA Y SU MUNDO, DE JOSÉ MORA GUARNIDO, Losada 1957,  Y FEDERICO Y SU MUNDO (De Fuente Vaqueros a Madrid), DE FRANCISCO GARCÍA LORCA, Alianza, 1981.

En cada uno de estos dos libros, el lector se encuentra la información que, uno como amigo y el otro como hermano, hacen de los avatares de Federico en su corta vida, además de informarnos de quienes fueron las personas, como los hechos más relevantes, que formaron parte del desarrollo poético y literario de este gran personaje hispano.


Sabido es que Federico nace en Fuente Vaqueros, un 5 de junio de 1898, en el seno de una familia donde  es el primogénito y de desahogada situación económica, por parte del padre, importante agricultor, como de antecedentes artísticos en la enorme familia y primos de los García, así como con una madre que es maestra de escuela y que estará siempre muy cercana a su hijo. Otros tres hermanos le seguirán: Francisco, Concha e Isabel.

Poco después se trasladarán a Valderrubio, entonces Asquerosa, por una mala desinencia de su origen, que quizás fuera Aquarosa, de tiempos de los romanos, ya que el padre había adquirido, junto a sus hermanos,  una enorme finca cercana llamada Daimuz.

Con el fin de que sus hijos puedan recibir una formación académica acorde a las expectativas del pater familias, se van a vivir a Granada, en el número 50 de la Acera del Darro, que con gran minuciosidad nos describirá Francisco al igual que, más tarde en otro libro, lo haga Isabel, teniendo entonces Federico once años y preparándose para los exámenes de bachiller en el Colegio del Sagrado Corazón, a unos pasos de la Catedral y la calle San Jerónimo, donde tendrá sus primeras vivencias escolares, como alguno de los actores que más tarde formarán parte de sus obras teatrales.


Inicialmente su inclinación artística se decanta por la música, gracias a las clases de piano de su profesor don Antonio Segura Mesa, a quien en su primer libro, Impresiones y paisajes, le hará un sentido homenaje.

Junto a sus primos y su hermano Francisco, Federico pasará una corta estadía en Almería, en casa del maestro Rodríguez Espinosa, muy estimado por sus padres, aunque por una repentina enfermedad, tendrá que regresar a su casa cuando se estaba preparando para su inicio como bachiller.

Su familia se muda a la Acera del Casino número 33, hoy inexistente, desde donde podía ver la estatua de Mariana Pineda y el dosel de Sierra Nevada, y hace gran amistad con José Mora Guarnido, reportero en el Defensor de Granada, quien le llevará a conocer a los miembros del Rinconcillo, una tertulia bajo el escenario del café Alameda, de una pléyade de jóvenes granadinos a la que se unirán, a veces como “transeúntes”, eminencias artísticas a su paso por Granada.

A duras penas aprueba, tanto en el bachillerato como en la Universidad de Filosofía y Letras,  y Derecho, mientras sigue con sus clases de piano y, en un viaje por Castilla, como a Úbeda y Baeza, donde conocerá al poeta Antonio Machado que estaba allí de profesor de instituto, se despertará su conciencia poética y literaria adormecida, por lo que empieza a emborronar cualquier papel que caiga en su mano, con sus pimeras esbozos poéticos.


Su padre ha adquirido en la Vega de Granada, no lejos de su tía Isabel, un Carmen que llamará san Vicente, en homenaje a su esposa Vicenta, y hoy museo, donde el ya incipiente poeta y pronto dramaturgo, se emborracha cada noche con la poesía.

Se hará amigo del gran compositor Manuel de Falla, que decide venir a residir en Granada, y al que conocerá gracias al “bodeguero” Manuel Barrios en su taberna, el Polinario, en la misma calle Real de la Alhambra y las presentaciones de Mora Guarnido.

Organizan en la noche de la Epifanía, un 5 de enero de 1923, en la Acera del Casino, y con la presencia de chiquillos que venden periódicos, un concierto y un teatrillo de marionetas, todo lo cual inspirará a  Falla y Federico, en futuras obras. (Si quedaran las piedras que albergaron ese magno concierto con Falla al piano y toda la familia García Lorca cantando al unísono coplas navideñas, aún podríamos oír  las melodías que esa noche viajaron hacia la estrellas, entre las risas de aquellos agraciados chiquillos, pero mi amada ciudad Granada se ha caracterizado más por la estulticia, el “chavico” y la especulación desaforada, que por el respeto y conservar lo bello).

Francisco García como Mora Guarnido coinciden en que su padre no ve con buenos ojos que Federico se vaya a Madrid para desarrollar su carrera de autor, sin que antes haya terminado su carrera de Derecho, a la que finalmente se ha adscrito con muchas penalidades,  ya que en una visita de su compañía teatral Gregorio Martínez Sierra está dispuesto a poner su teatro, en Hilarión Eslava, a la disposición de su primer obra Maleficio de la mariposa, que será pateada, cuando ésta salte al escenario madrileño.

Antes, un 13 de junio de 1922, tiene lugar el Festival de Cante Jondo, coincidiendo con las fiestas del Corpus Christi, y en la plazoleta de los aljibes de la Alhambra. Fue impulsada por Falla y García Lorca, como un elenco de pintores, escritores,  periodistas y el decidido respaldo de Fernando de los Ríos, catedrático en la universidad de Granada y prohombre del PSOE del viejo Pablo Iglesias Posse. De toda Andalucía acudirán a la ciudad de la Alhambra los flamencos que aún no han perdido su voz entre el aguardiente y las noches de lujuria, que aún sienten el duende del cante jondo, y más tarde nos describirá el mismo Federico. Fue un certamen nacional, con suculentos premios en metálico. Contribuyeron el Ayuntamiento de Granada y el Centro Artístico Literario y Científico de la ciudad. Zuloaga y Hermenegildo Lanz diseñaron los decorados, mientras los espectadores que allí acudieron se vistieron de época, con sus mantones de manila, sus polainas, chalinas y los sombreros catite. También estuvieron presentes los Duques de Alba, Rusiñol, Joaquín Turina, Edgar Neville, Ramón Pérez de Ayala.

Ganaría el viejo Tenazas y daría sus primeros pasos en el escenario Manolo Caracol.

Federico tras su primer libro de Impresiones y viajes, costeado por el padre, y sin que en la librería de Mesones donde estuvo expuesto tuviera gran acogida, no se arredra y publica, gracias a la presión de sus amigos y de un impresor madrileño, su primer éxito: Romancero gitano.

Ya está en Madrid,  la Residencia de estudiantes , en la colina de los Chopos, encima del hipódromo  y frente a lo que pronto serán los Nuevos Ministerios de Castellana, obra de Prieto y Manuel Azaña, donde hace amistad con Dalí Bueñuel, que sin embargo le corresponderán mal con el fim Le chien andalou.

Viajes a Cadaqués y Figueras para pasar temporadas con los Dalí y paso por Barcelona, donde presenta sus dibujos que también tendrán muy buena acogida.

Escribe la obra teatral Mariana Pineda, en 1923 y Canciones, entre 1921-1924.

En 1924 escribe la Zapatera prodigiosa, estrenada en 1930, mientras que en 1926 se centrará en la obra Don Perlimplín  y la obra del poeta Góngora, también en la Oda a salvador Dalí, mientras el poeta Jorge Guillén lo presenta en Valladolid, año 1926, donde cosecha un gran éxito.

Ya es famoso, marcha a Nueva York, visita Vermont y Shandaken, y escribe Poeta en Nueva York, influido por lo que descubre de la sociedad industrial americana y el desencanto de la población negra, con quienes sin embargo disfruta de su música y corales.

Se marcha a Cuba, donde será feliz y  agasajado, cuyas gentes le parecen más cercanas de su Andalucía, con la belleza de su tez morena o mestiza.

Ya está lanzado al estrellato. Regresa a Madrid y escribe el Retablillo de don Cristóbal, Así que pasen cinco años, difícil de representar y, con el gobierno de la República, su amigo Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción de la República, le ofrece la creación del grupo de teatro la Barraca, que se paseará por los pueblos de España, con estudiantes, mostrando el teatro español.

Una noticia leída en el ABC de Madrid, en 1932, de un trágico hecho acaecido en el campo de Níjar (Almería), le inspira la obra Bodas de sangre. Viaja a Galicia.

Junto a sus padres, fijará su residencia en Madrid, calle Alcalá, allá por el año 1933, y viaja a Argentina y Uruguay, donde por sus conferencias ganará bastante dinero, que transfiere a su padre para que viera que su hijo estaba en el buen camino.

En Uruguay se encuentra con Mora Guarnido, que ha emigrado allí, aunque se ven muy poco, pues García Lorca ha de acudir a numerosas citas a las que es invitado.

En Argentina se estrena su obra Yerma y una función de títeres en el teatro Avenida de Buenos Aires.

De regreso a Madrid, escribe Diván de Tamarit, poemas; elegía por su amigo y torero muerto en la plaza de toros de Manzanares, Ignacio Sánchez Mejías, de una belleza insuperable; seis poemas galegos, inspirados en Galicia, le seguirán los años y Doña Rosita la soltera, hasta llegar a 1936, año de su muerte, La Casa de Bernarda Alba, Sonetos del amor oscuro; Los sueños de mi prima Aurelia; Comedia sin título y El sueño de la vida, mientras se desplaza a san Sebastián y termina yendo a Granada para festejar, como cada año, la onomástica de san Federico.

En este apresurado listado de los hechos más notorios de Federico Manuel Azaña, recogidos de esos dos libros de Francisco García y Mora Guarnido, nada hallamos sobre las inclinaciones sexuales que pudiera tener el poeta, sobre las que sí se ceba su mayor biógrafo, Ian Gibson, por lo que Mora Guarnido, escrito su libro cuando Shombergh ya empieza a tocar este asunto, afirma que nunca fue pederasta y que, en el tiempo en que ellos dos convivieron en una misma habitación de posada, recién llegado Federico a Madrid, observó ninguna inclinación afeminada, cierto es que era una persona frágil, que solía ausentarse mentalmente en medio de una reunión y que sus andares eran algo desmadejados.


Los dos libros son muy semejantes, pues ambos se centran en describirnos quienes fueron las personas que les rodearon en Granada, particularmente, y los comienzos de las inquietudes literarias del poeta.

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