TRUMAN CAPOTE. RETRATOS
Probablemente, a mis hijos, mis
nietos, este libro ya les parezca algo “prehistórico”, pues sus textos escritos,
allá por los años finales de los
cincuenta y los mismos setenta, nada les recuerden a quien hacen mención los “retratos”,
que en una prosa donde la metáfora, los adjetivos, la descripción y la
observación, tanto de la persona entrevistada como del paisaje o el recinto
donde se lleve a cabo el encuentro, sin embargo, son una gozada para quienes sí
tuvimos la fortuna de entusiasmarnos con la obra cinematográfica o literaria de
los “diseccionados”, caso de Marlon Brando, Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe,
Tennessee Williams, entre los más destacados y más frases empleadas, nos
reencontramos con esos ídolos de nuestra mocedad.
“El duque en sus dominios”, es el
relato o el mismo “retrato” instantáneo que las enormes facultades de
observación e imaginación del autor, hace de una noche pasada en Kioto (Japón)
con Marlon Brando, donde ha ido para filmar la película Sayonara, dirigida por Joshua Logan, describiéndonos también
quienes fueron parte del elenco de esa película como la psíque del mismo gran actor norteamericano, en un
portentoso juego malabar de preguntas y del desnudo pensamiento del hombre
capaz de encarnar todo tipo de personajes, con sus enormes dudas existenciales.
Jane Bowles, escritora
norteamericana bisexual, de una progresía que extrañaría a estos mismo jóvenes
de hoy en día; Cecil Beaton, fotógrafo británico; Elizabeth Taylor, actriz,
famosa por su caracterización de Cleopatra, por sus ojos y sus amores y
desamores con el otro monstruo de las pantallas de cine, el actor británico
Richard Burton; Una adorable criatura,
donde el diálogo de Truman Capote con Marilyn, en las exequias funerales en
Nueva York de una amiga, Constance Collier, el año de 1955, y escrito como una
memoria de la infeliz Monroe, fallecida en en 1974, y recordada por su amigo, a
veces confidente, escritor de gossip,
quien logra saber que está enamorada del escritor Arthur Miller y todavía
casada con DiMaggio, en un paseo por Nueva York, por donde desfila una porción
de la ciudad que tanto asombró a Federico y que él nos dibuja y nos hace estar
presentes en ese fotograma o skyline visto
desde South Street con la silueta de
Brooklyn al otro lado del agua y las blancas gaviotas que describían piruetas
contra un horizonte marino salpicado de leves y algodonosas nubes…
Con Tennessee Williams, ese
portento literario, tan maricón como gay fue Truman Capote, complejo
dramaturgo norteamericano, con obras teatrales que llenaban los teatros de
Broadway que llevadas al cine, como Un
tranvía llamado deseo, interpretada por Marlon Brando, La gata
sobre el tejado de zinc o Dulce pájaro de juventud, entre otras, hicieron
de este escritor rico y afamado, capaz de desentrañar en su obra las luchas del
hombre y la mujer por el amor o el sexo, nos muestra a un hombre desdichado, que en cuanto murió por cáncer su pareja Frank Merlo, su
verdadero y único amor, mostrará sus peores instintos y su estado
permanentemente melancólico.
Richard Avedón, fotógrafo; John
Huston, director de cine; Charlie Chaplin, actor, guionista, productor; Pablo
Picasso, español, famoso pintor cubista; Coco Chanel, francesa, modista; Marcel
Duchamp, francés, escultor; Jean Cocteau y André Gide, escritores franceses, de
compleja vida y de obras donde sus inclinaciones sexuales están muy presentes; Mae
West, norteamericana, actriz, cantante y bellísima, prima donna del cine de los
comienzos, que escandalizó a los puritanos de los años veinte a los cuarenta
del siglo XX; Louis Amrstrong, norteamericano, famoso trompetista de jazz;
Humphrey Bogart, actor, célebre por la película de Casablanca; Ezra Pound,
norteamericano, poeta y de filiación mussoliniana, que le llevaría a la cárcel;
Somerset Maugham, escritor británico; Isak Dinesen, escritora danesa, baronesa
y famosa por su obra Memorias de África,
son todos objeto de sus observaciones, entrevistas y, en varios casos, amistad
y el cotilleo de la prensa cercana al cine, donde Truman Capote supo moverse
como pez en el agua, no sólo por sus guiones, sus cartas y sus escritos en la
prensa, también por la fama que sus libros le fueron otorgando.
En estos retratos, los antes
citados pasan por su afilada pluma, aunque siempre bondadosa, con una mirada atrás
de cuando con ellos tuvo ocasión de encontrarse, tomar champán o vodka, a lo
que era muy aficionado como también a las drogas, que acabarían con él, a modo
de feliz gaceta, de chisme, según fuera el fotografiado, que siguen haciendo
las delicias por su escritura, su cálido y tierno enfoque, tanto como lo
escribe como a la persona que tiene delante.
Salvo cinéfilos, las nuevas
generaciones no pueden rememorar a esos retratados, sin embargo, este libro de
bolsillo, a quienes aún nos seguimos entusiasmando con actores de aquel
momento, es delicioso solaz o pastelito
de arroz, que como hicieran Marlon Brando y Truman Capote, en la suite de
un hotel de Kioto (Japón) se ingiere suavemente en nuestro paladar de la
memoria, además de destacarlos como iconos de lo que fueron los años cuarenta
al ochenta, del pasado siglo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario