martes, 7 de octubre de 2025

EL CRISTO DE VELÁZQUEZ, DE MIGUEL DE UNAMUNO

 


EL CRISTO DE VELÁZQUEZ, DE MIGUEL DE UNAMUNO

Muchos de los alumnos de nuestras escuelas, en la actualidad, quizás por su posición religiosa, probablemente solo sepan de Miguel de Unamuno que se enfrentó a Millán Astray, un militar próximo al dictador Franco, en la misma universidad de Salamanca, mientras su vena poética pasará posiblemente más desapercibida, a pesar de que en su obra sobre El Cristo de Velázquez, es un canto en el que cada parte de ese Cristo es escudriñado, pues si la contemplación de cualquier cuadro de la factoría del sevillano Velázquez, de por sí ya merecería la visita varias veces en la vida el Museo del Prado, una pinacoteca sin igual y la Meca de la pintura, el crucificado pintado por Velázquez refleja una luz difícil de reproducir, pues quizás fuera guiada por el mismo Creador, ya que es celestial alcanzar ese prodigio que el Prado alberga y que, al mismo rector de Salamanca, le produjo tanta emoción y tan intenso fervor.

Como la seducción que produce la Pieta de Michelangelo en el Vaticano, o su excelente copia en el trascoro de la catedral de Guadix, delante del Cristo de Velázquez no sólo cualquier visitante puede sentir una suprema exaltación, una eminencia como Miguel de Unamuno fue capaz de llevar su pluma para plasmar un sentimiento de deslumbramiento por cada uno de los trazos que Velázquez dejó plasmados con su pincel y su paleta de color, lo que llevó a cabo en un libro donde cada parte del cuerpo del Nazareno es poetizado y va siendo desgranado con el lirismo del maestro y la pasión de un ferviente creyente.



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