viernes, 24 de octubre de 2025

LA CONCIENCIA DE UNA COMARCA Y EL VALLE DEL ALMANZORA DE ALMERÍA

 


LA CONCIENCIA DE UNA COMARCA Y EL VALLE DEL ALMANZORA DE ALMERÍA

FRANCISCO MARTÍNEZ COSENTINO Y FAMILIA.

 

En la provincia de Almería, allá por  1975, los índices de pobreza alcanzaban los peores registros, dentro de una España donde Franco agonizaba y terminaría, ese mismo año, cediendo su poder omnímodo a una monarquía democrática, en la figura del entonces príncipe de Asturias, don Juan Carlos de Borbón, quien sería nombrado rey y auspiciaría un nuevo régimen orientado por las formas y postulados de gobierno y parlamento de una democracia, con la inestimable ayuda de los jóvenes jerarcas y funcionarios públicos de la ya extinta Dictadura, caso del carismático Adolfo Suárez, que liderará el CDS, y la repentina aparición de partidos políticos, en su mayoría, excepción hecha del siempre beligerante PCE del exilio y de Santiago Carrillo y la Pasionaria como algún grupúsculo universitario en la clandestinidad, de donde surgirían Alfonso Guerra y Felipe González en el PSOE, restos de exiliados de la fracasada República y con casi nula audiencia en suelo español. Todos ellos con mínima adhesión por parte de la ciudadanía, más preocupada por la emancipación de su juventud, la compra de un piso, de un Seat 600, la Marcha Verde promovida por el monarca Alauita de Marruecos,  el “opio” del pueblo que diría del futbol un líder socialista,  las oleadas de turistas y suecas que invadían las costas españolas, mientras los millones de emigrantes españoles en Europa, con sus transferencias, seguían contribuyendo en lo que se daría a conocer  como el “milagro español” del resurgimiento económico,  gracias también a ministerios del Opus Dei que apostaron por   los polos de desarrollo en Cataluña, donde habían llegado millares de almerienses; Madrid y el cinturón vasco, con su industria siderúrgica, que financiábamos obligatoriamente por orden del Régimen los andaluces con el ahorro depositado en las Cajas de Ahorros y Montes de Piedad, y sus dos grandes bancos: Vizcaya y Bilbao,  como la decidida apuesta empresarial de modestos emprendedores que desde la humildad de sus orígenes, como fuera el caso de los  Sáez de Tejada en Granada,  los Soriano en Castellón, José Manuel Lara en Barcelona y  la editorial Planeta, Gozalbo en Villarreal, Rossell en Roquetas de Mar, o Cosentino en Macael, por citar algunos que tuve la fortuna de conocer, que empezaron a cimentar lo que a no mucho tardar serían grandes emporios empresariales, con la dispar suerte y la rueda de salud y fortuna que a cada uno dispensaría, con sus logros y desaciertos como con sus luces y sus sombras, su propia andadura.

 

En esta tesitura, los descendientes de una hembra italiana de sonoro apellido como Cosentino, que quizás por el siglo XIX emigraran a España, en esos flujos continuos que siempre la Corona hispana y católica, desde tiempos inmemoriales, mantuvo con Italia, como hicieran mis antepasados los Orero desde el golfo de Génova y desde ese mismo pueblo de Orero, artesanos éstos de la madera y aquella otra estirpe transalpina, probablemente, expertos conocedores de los recursos y el arte de la piedra, ennoblecida en el valle del  río Almanzora, donde se estableció  a la sombra del fulgor de los rayos de sol que espejeaban desde las canteras del mármol, que ya extrajeron para sus palacios los mismos emires de la Alhambra, uniéndose posteriormente a un hidalgo castellano, de nombre Martínez, y que habría tomado posesión del lugar con los mismos tercios que comandara don Juan de Austria, cuando la guerra de las Alpujarras o la expulsión de los moriscos.

 

Si esta fue la génesis de la familia Martínez Cosentino Justo, solo los anales de la historia y los viejos legajos de las escribanías reales podrán certificarlo, lo que sí es cierto y verdad que en ese incipiente despertar de la sociedad española, de norte a sur y de este a oeste, tras las silenciadas amarguras de una nada lejana guerra civil, una atroz postguerra, los padres de tres varones del matrimonio Martínez Cosentino: Francisco, José y Eduardo, en una comarca paupérrima, lejos de rutas comerciales y con la minería como único sustento, sus gentes utilizadas como la mano de obra barata que pudiera contribuir en el desarrollo de Cataluña, abandonaban la comarca o tenían que soportar en Almería el estrago del mayor desamparo que una tierra pudo aguantar, y mira que en España y en el Sur  no fueron los únicos donde la Corona, el brazo político de las Cortes y los distintos Gobiernos liberales, conservadores y caciquiles, nada hicieron por cambar tan nefasto signo de abandono. Sin embargo, la contumaz resistencia y laboriosidad del matrimonio Martínez  Cosentino, como su enorme apego a esta tierra, sirvieron de ejemplo para que sus tres vástagos: Francisco, José y Eduardo, de manera solidaria y fraternal, acometieran una de las empresas más singulares y épicas que pudieron conocer estos lares, amén de ejemplar y orgullo para esa misma España que tuvo olvidado este rincón, cuyos paisanos para acudir a una simple gestión administrativa desde Macael a Almería, necesitaban cuatro horas en ir por desvencijadas carreteras y caminos.

 

Todo cogió velocidad de crucero cuando Francisco Martínez Cosentino,  desde el modesto negocio de mármol abierto en Macael,  que a duras penas había alimentado a esta familia en la comarca del valle del Almanzora, junto a numerosos otros empresarios del lugar, invitados por los siempre avispados industriales italianos,  a conocer sus establecimientos de las proximidades de Bolonia y firmar los pedidos de compra de maquinaria, en cuya ingeniería son expertos y, tanto en la piedra como en la cerámica,  tenemos con ellos una enorme dependencia, se convenció que tenía que dar un giro al negocio familiar, además de orientarlo hacia el resultado de una mezcla de cuarzos,  resinas  y diversos pigmentos, que un fabricante de terrazo, a las puertas de Granada, trataba de introducir con escaso acierto, pero cuya patente rentada por los italianos, haría posible la introducción del Silestone y una nueva vía de salida para lo que era ya su propia empresa y de sus hermanos: Mármoles Cosentino, como una menor dependencia del mármol blanco de Macael, con canteras en clara regresión e innumerables obstáculos para su explotación ante la enorme presión de los movimientos ecologistas y la pesada y desesperante burocracia.

 

Eran los felices años 80, Felipe González y su vicepresidente Alfonso Guerra, desde las filas del PSOE, tomaban el poder y llevaron a cabo una desenfrenada apuesta por incorporar a España al Mercado Común e instituciones como la OTAN, además de dar oportunidades a todo aquel que tuviera algo en mente y fuera laborioso, cuando nuestro mayor competidor Italia puso todas las trabas habidas y por haber, mientras nuestras ventas se habían siempre visto frenadas por pesados y arbitrarios aranceles en la UE, que sin embargo habían hecho más fácil la penetración en los mercados de los productos Made in Italy, amén de su innegable destreza para el comercio, la publicidad y la ingente masa de emigrados presentes,  tanto en Europa como en América, extraordinarios embajadores de los productos de su siempre añorada Italia.

 

Aun cuando Silestone diera algún que otro dolor de cabeza a los Cosentino, pues no fueron pocas las reclamaciones que recibieron, bien por descolorarse algún que otro modelo o por no cumplir los estándares necesarios en suelos de alto tránsito, su éxito fue en vertiginoso aumento en el mundo de las encimeras de cocinas, a la vez que la conquista del mercado exterior se hacía realidad, principalmente en Estados Unidos, donde la famosa cadena Wall Mart acogía sus manufacturados para encimeras y en España, la venta de mármol para peldaños decrecía y también se hacía fuerte en las cocinas de alto standing, ocupaban pues su espacio en pavimento otros competidores de la comarca, caso de Tino Mármoles, que se unía con un magnate de la construcción y Presidente del Atlético Madrid, en el escandaloso  y especulativo desarrollo urbano de Marbella.

 

Una planta industrial en Brasil, la continua transformación de su factoría de producción en Fines (Almería, España), con una envidiable exposición, modernas oficinas y sala de conferencias, diseñadas por un brillante estudio de arquitectura amigo de Almería, a semejanza de la pirámide del Louvre en París; su paso por la política de centro; la representación de la Cámara de Comercio de Almería y numerosos galardones, fueron jalonando los pasos de este magnífico empresario autodidacta, respaldado ciegamente por sus dos hermanos y a cuya sombra, nunca expuesta a los focos de la prensa,   su fiel esposa  iba llevando las riendas del hogar y la educación  de tres hijos que, a no mucho tardar, tomarían también las riendas del emporio Cosentino.

 

Si cuantos aconteceres que precedieron darían para escribir un libro o su ejemplar biografía personal, no se detendrá ahí. Hace una incursión en la hostelería, adquiriendo el Hotel La Tejera de Olula, donde tienen lugar las galas que organiza para seguir difundiendo el trabajo de él y sus vecinos industriales de la comarca, también con su aparición publicitaria en el mayor evento deportivo de los USA, la Super Bowl, y ya en el siglo XXI, se adentra en el campo de los aplacados y revestimientos con su marca Dekton, mezcla ahora de minerales, vidrio, porcelana y cuarzo, compitiendo de inmediato en el mismo campo de la potente y polarizada industria azulejera española. Trata de imitar a Porcelanosa,  con su posicionamiento de Centros de Ciudad, o City Center, desterrando así a la Distribución, que antiguamente respetó, sostuvo y le sirvió, ya que se dirigen directamente al cliente final, terminando, muy recientemente y, al parecer, a instancias de su hija Pilar,  por adentrarse en el mundo de la construcción, comprando al Sareb, seguro como una ganga, un proyecto abandonado en la playa de Macenas, Mojácar, convertido ahora en lujoso complejo turístico y donde poder posicionar sus propios productos sin que nadie estorbe.

 

Si de cifras de negocio habláramos, podríamos decir que en 2024 facturó 1.464 millones de euros, el 95% en Estados Unidos; acaba de comprar un solar para la nueva industria que proyecta levantar en Jacksonville, Florida; cuentan con más de 6.000 empleados, buen número de ellos en su fábrica de Almería, además de contribuir en el sustento de otro elevada cifra de empresas y autónomos auxiliares de la comarca del mármol y un elenco de los más preparados profesionales, técnicos, comerciales  e ingenieros, que no dudan en asentarse en la comarca, aunque la misma carezca de atractivos, colegios de élite y centros médicos relevantes, amén de unas comunicaciones que para nada ayudan en la captación y atracción de talento, a no ser los altos emolumentos que perciben.

 

No gusta alardear de su filantropía y altruistas actividades para ayudar a cuantos en la comarca le requieren, para un puesto de trabajo u otros menesteres, aunque están muy presentes en el museo Casa Ibáñez de Olula y en el de reciente apertura en  Almería del Museo del Realismo español Contemporáneo, como también en su colaboración con el nuevo proyecto del Instituto San Telmo para una cátedra comarcal, que fomente la aparición de nuevos empresarios y les facilite suficientes herramientas para su desenvolvimiento, en todos los ámbitos y con sede preferente en el mismo valle del Almanzora.

 

Y para el futuro del Valle del Almanzora y de Francisco Martínez Cosentino qué les espera o deparará el porvenir. Seguro que  seguir clamando para que el agua por fin llegue al sudeste español, tras la oposición  del PSOE de Rodríguez Zapatero y su charnego camarada José Montilla, que se negaron frontalmente al trasvase del Ebro. Que las inversiones en comunicaciones: autovía, AVE, electricidad, internet, o educación y sanidad, se hagan realidad definitivamente para toda Almería y particularmente en esta comarca, lo que permitirá un mayor asentamiento de población, a la vez que nuevos emprendedores se implantan en la zona, amén de un turismo que en la costa tengan un mayor poder adquisitivo y una mayor prolongación de su estancia.

 

En lo personal, y tras la dura pérdida de su hermano Eduardo, a pesar de los ligeros retoques de la cirugía estética y los inexorables estragos del paso del tiempo que por desgracia poco se pueden ocultar,  y la pesada carga emocional que soporta a buen seguro desde su más tierna infancia , y que no por ello han restado un ápice a su férrea voluntad, su apasionado discurso y conciencia,   Francisco Martínez  Cosentino  tiene delante retos nada desdeñables y que gravitan sobre su persona, a saber:

 

1º.- El daño que económica y de imagen golpean a su empresa por las denuncias de silicosis en distintos juzgados y con antiguos trabajadores.

2º.- El fracaso de su intento de salida a bolsa, que quizás hiciera más fácil sus inversiones, así como asegurar financieramente su industria y la herencia de sus descendientes.

3º.- El ser consciente de que hoy por hoy no puede fallar a una comarca que tanto depende de su timón, de su creatividad y de su Industria.

4º.- Que nunca olviden sus herederos y panegíricos que tres veces estuvo al borde de la ruina, y como dijera Winston Churchill: El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el coraje de continuar, que hiciera suyo y que, por desgracia la banca española nunca ha entendido, tampoco nuestros políticos, amantes de enterrar al desahuciado y poner alfombras, paraguas y dar palmadas en el hombro, al que aparenta triunfar, aunque sea mediante  el robo y la extorsión.

5º.- Si sus hijos: Pilar, hoy ya una brillante ejecutiva de Cosentino; Eduardo, haciendo armas en el correoso mercado yanqui,  y Francisco, como los numerosos sobrinos e hijos de sus hermanos, y por tanto integrantes del accionariado de Cosentino, sabrán perseverar y conservar la unión de la familia y de la empresa con el mismo grado de respeto y solidaridad mostrado por los fundadores, además de estar a la altura en valores humanos y empresariales atesorados por sus padres y raíces.

6º.- El grado de aceptación del mercado a sus nuevas políticas y proyectos: nuevas marcas, ruptura con la Distribución, competir directamente en el terreno de los azulejos y cerámicas, sobre todo cuando la misma Porcelanosa, ejemplo en esta aventura comercial,  muestra signos evidentes de cansancio en su modelo de tiendas propias y venta directa a constructores; la hostelería; la promoción de viviendas; sus City center o Flagship, su nueva fábrica de California.

7ª.- Qué le espera a su Patria, España, de la que es un gran patriota, en este mundo global y en una sociedad nacional polarizada, donde rebrotan con fuerza los antagonismos políticos y nos retrotrae la memoria a los años previos al enfrentamiento incivil del 36. En una Europa donde Rusia quiere seguir imponiendo su discurso de expansión sangrienta, mientras la sigilosa China se arma hasta los dientes, es hoy el mayor productor del planeta, silencia los disidentes y sigue a marchas forzadas su industrialización sin que tenga conciencia alguna a la preservación del medio ambiente o la defensa de los trabajadores, en su desordenada carrera para erigirse en el líder mundial. Y de los EE.UU, con una democracia sustentada en una gerontocracia de ricos empresarios de escasos valores humanos y de fraternidad. Y la descontrolada inmigración en España, con la muy difícil asimilación de los musulmanes, por razones atávicas y religiosas. Qué quedará del eterno conflicto étnico entre judíos y palestinos, habrá paz alguna vez en Tierra Santa.

 

Seguro que en su fuero interno son muchas más las preguntas que Francisco Martínez Cosentino se hace, cuando el insomnio no le deja descansar o mientras atraviesa el piélago oceánico para celebrar una reunión con sus potenciales clientes americanos o revisar las continuas nuevas aperturas de establecimientos marca Cosentino, repasa un Cuadro de Mando y ve como una vez más está lejos de su Comarca y de su familia.

 

Es pues una conciencia saturada, sin manchas, libre y a cuya voz seguro que acude como tribunal objetor a quien ha de darle honrada y veraz respuesta, a pesar de que la duda siempre colapse sus decididas y perentorias resoluciones, sobre todo cuando el reloj vital cada vez está más presente y desgrana con parsimonia las horas que faltan, mientras uno mira atrás las huellas cuyos pies recorrieron un largo camino dentro del viejo canasto de mimbre,  donde, lejano ya, Eduarda Justo, llevara a las canteras a Eduardo Cosentino, el humilde pan y el frágil heredero de una alcurnia española de la que enorgullecerse y gritar a los cuatro  vientos: ¡Viva la madre que te parió!

 

P.S

 

Su autor no ha recabado nada de fuentes autorizadas y simplemente ha llevado al papel impresiones personales, anécdotas que quizás no se ajusten totalmente a la realidad, por lo que espero no se tome nadie este escrito como fehaciente y sólo tiene voluntad literaria de un héroe que César o el mismo Trajano lo hubieran querido tener como heredero, pero que simplemente vio la luz lustros más tarde en la comarca del mármol y emprendió una asombrosa carrera industrial,  que es hoy  ejemplo y referente a nivel mundial, llamase pues don Francisco Martínez Cosentino y su saga, quizás también su próxima leyenda, de quien espero perdone la osadía para quien esto firma y los errores que involuntariamente pudiera haber cometido, como también todo aquel que pueda haber sido citado en este ejercicio de juntar letras castellanas y que mi blog de Calle de Niños Luchando 12 no se cansa de pedirme publicar, ni tampoco el mismo Mirlo Blanco que me esclaviza como lacayo de su voluntad y de esta mazmorra donde ahogó mi voz, pero que con mi irreverente pluma y la concurrencia de las histriónicas musas, trato de dar suelta a los demonios que alberga mi alma y lo añosa de mi frente, que espontáneamente han brotado.

 

Gracias pues sean dadas por tanta benevolencia a los intervinientes y a los lectores.

 

Roquetas de Mar (Almería), 24.X.2025.

F.O.S.T

Autorizado por:

El Mirlo Blanco.

 

 

 

 

 

 

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