EL CLUB DEL CRIMEN DE LOS JUEVES, DE
RICHARD OSMAN
La novela del británico Richard
Osman, ya veterano y un best seller,
al parecer, El club del crimen de los jueves, además de
recoger el legado de aquellos libros policíacos o suspense de autores como
Agatha Christie, Conan Doyle o Chesterton, entre los más famosos, como aquella
escuela de libros de aventuras para niños escritos por Enid Blyton, de
misterio, investigación e intriga, se aventura en la solución de crímenes, no
resueltos por la policía, que entretiene cada jueves a cuatro pensionistas
habitantes de la residencia elitista de Coopers Chase, donde un elenco de un
centenar de jubilados disponen de un buen hogar y todos los atractivos para
pasar los últimos días de sus vidas, a saber: Joyce, una antigua enfermera, que
además lleva un diario; Elisabeth, que en sus deducciones y algún que otro
comentario del narrador, parece haber trabajado en el M16 durante la ocupación
de Alemania por parte de los aliados, frente a la Stasi de la URSS, en la
Alemania del Este; Ron, un antiguo dirigente sindicalista muy activo en su
época e Ibrahim, un psicólogo, muy ordenado, sesudo y encargado de las carpetas
que les sirven en esas reuniones semanales para entretenerse y no caer en la
abulia.
Estos cuatro jubilados, de
repente, se ven inmersos en la muerte de Ventham, un promotor y propietario de
la selecta residencia, y también del socio, Tony Curran, este último
violentamente en su casa y Ventham delante de los jubilados, opuestos a que un
cementerio de monjas en la colina cercana a la residencia, sea expoliado para
construir nuevas viviendas.
Mientras los cuatro se ponen a
investigar, también la pareja de policía local, formada por Donna de Freitas y Chris Hudson, como si cada caso estuviera encerrado
dentro de una matrioska, o muñeca rusa que encierra en sí misma otras más, así
se van presentado los casos, los posibles y supuestos asesinos, como el
análisis por parte de los cuatro ancianos, pues se mueven entre los setenta y
ochenta años, cada vez que aparece una pista o alguien les desvela algún hecho
o prueba que les haga avanzar en la búsqueda del verdadero asesino o, los
varios asesinos.
En esta tarea de destejer el
ovillo, se encuentran con otros residentes que también han cometido crímenes y
que lo han ocultado, como es el caso de John, el asunto del embarazo de una
monja por parte de Mathew, que se suicidó al saber que estaba embarazada, y que
la madre superiora Mary y él que oficiaba de cura, ocultaron y enterraron en
secreto en el cementerio de la colina.
Divertida obra, con protagonismo
de unos jubilados, del descubrimiento por parte de estos cuatro de dos
culpables, el que asesino a Iam Ventham y el que lo hiciera a Curram, pero que
queda sin denunciar a uno de los maestros para todo de Ventham, el polaco
Bogdan, quien al esposo de Elisabeth y en una partida de ajedrez, confesará ser
el postrer asesino de quien en realidad asesinó a Curran, cuando el muerto, valga como anillo al dedo la
expresión, le fue cargado a un turcochipriota que, a sus espaldas, tenía ya
otros asesinatos y una vida de tráfico de drogas y robo.
John, esposo de Elisabeth, y no
participante en ese club de los jueves, por su principio de Alzheimer, entre
movimiento y movimiento de las fichas del tablero de ajedrez, hará las
pertinentes preguntas a Bogdan, para al lector, hacerle entrega de las
respuestas que pongan sobre el papel los motivos y las razones de los
asesinatos.
En el transcurso de la novela,
con las pertinentes digresiones por mor del diario de Joyce, el autor va
deshaciendo el ovillo y haciéndonos partícipes de la búsqueda del asesino, como
de las posibles pruebas y justificación, mientras surgen nuevos entramados,
inesperados, pero que hacen más entretenida y original el discurrir de esta
obra.
Es pues un libro de divertimento,
nada sesudo y de composición muy actual, con elementos del siglo XXI y con unos
pensionistas que tratan de que lo que les quede de vida no se les vaya sin
seguir disfrutando y viviendo.

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