INTRODUCCIÓN A LA CRÍTICA DE ARTE, DE
EUGENIO D’ORS
Eugenio d’Ors, (1881-1954) más
conocido como Xenius, sobre todo desde que diera sus primeros pasos
periodísticos en la Veu de Barcelona, catalán enamorado de Cadaqués y amigo de
Josep Pla, además de un hombre muy vinculado al Franquismo, desempolvado hoy
por los mismos que fueron sus principales beneficiados en esa época, como los
socialistas que ostentan el Poder en la democracia española de 2025, en la que
la corrupción de Gobierno y PSOE son la mayor gloria de esta nueva ola de
impresentables políticos, liderados por Pedro Sánchez Castejón, aunque esto es
ya otra historia; fue un gran crítico de
arte, además de uno de los principales responsables de la recuperación para el
Museo del Prado de las obras que, durante la Guerra Civil la República depositó
en Ginebra para su protección, y el autor, como no podía ser de otra forma, de
una introducción a la crítica de arte, con base en el Museo del Prado, libro
editado por Aguilar en 1963, donde plasma su enorme sapiencia sobre la materia,
teniendo como ejes de su enseñanza: 1º.
La crítica de los significados, 2º.La crítica de las formas y 3º. La crítica
del sentido.
En esas tres lecciones, tras una
breve Introducción, el genio de Ors se apoya en las enseñanzas de filósofos
como el francés Henri Bergson, premio Nobel, el crítico francés Taine, entre
otros, que en sus distintas facetas
intelectuales Ors aprovecha para insertarlos como herramientas que mejor
describan las percepciones que una obra de arte merece ser apreciada por un
crítico de arte.
En la primer lección, sus
enseñanzas tienen que ver con la formación del crítico de arte, de las varias
soluciones que se le ofrecen, los asuntos sobre los que ha de ejercer su
crítica, la composición psicológica del artista, las comparativas y la
relevancia del origen del autor o su nacionalismo, además de hacer una revisión
de van Dyck y de el Greco, ambos de una elegancia, en un caso de sesgo
británico, el otro de su influencia helena y del misticismo imperante en España
en esa época.
En cuanto a la crítica de las
formas, en su segunda lección, trata de hacer un balance con los significados,
incorpora ideas de Berenson y contempla la relevancia de los valores táctiles,
como la geometría y la arquitectura, presentándonos el número de oro y la
sección áurea como el exponente máximo dentro de un cuadro, por lo que nos
hablará de la relevancia de las enseñanzas de Pitágoras, la medida del hombre y
el microcosmos, además de tener muy presente la histolología (parte de la
anatomía que estudia los tejidos orgánicos, según la RAE) en la pintura y en
Rembrandt, a quien lo asemeja a un judío y se ayuda del poeta sueco Levertin,
además de hacer crítica de las formas y del sentido de una obra de arte.
En su tercera y última clase, que
ha de ver con el sentido, aparece el pensamiento figurativo, el individuo y el
símbolo, cómo ese sentido ha de aplicarse y busca ejemplos con el barroco,
Rubens, los cartones de Goya al arquitecto italiano Palladio y al mismo Goethe.
Se ayudará, en su narración y
escolástica, en recordarnos las obras de Velázquez, un clásico; Goya, un
feriante por el colorido de su obra; Rubens, una representación teatral y
Callot, con su microscópica bizarría.
Es un libro cuyas lecciones no
son nada fáciles de seguir, pues su autor, en cada una de las páginas de este libro,
muestra su profunda maestría académica, lejana de la percepción de cualquier
aprendiz y/o aficionado a una obra de arte, particularmente de pintura, aunque
logra hacer ver al lector las muyas variables que concitan una crítica para
desvelar el sentido de la obra, la razón de esa imagen, como la forma y los elementos
que el pintor o el artista elevan en ese plano, peana, paramento o lienzo,
donde el espectador se detendrá y el crítico, con su bagaje, podrá discernir en
su análisis, los muchos factores que conforman la obra de arte y por tanto, su
análisis y su crítica.
En todo en cuanto atañe al arte y
especialmente a las obras del Museo del Prado, Eugenio d’Ors es, posiblemente,
el más excelso crítico que España cuenta y, aunque ya hace tiempo que reposa
bajo tierra, sigue siendo en este siglo XXI, uno de los más reconocidos y
respetados críticos, aunque, por ese guerra civilismo de la política del siglo
XXI en España, un tanto ocultado, a pesar de su gran sabiduría y la profusión
de su obra sobre arte y crítica del mismo.

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