LA TÍA TULA, DE MIGUEL DE UNAMUNO
Del catedrático de griego como
del Rector de la Universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, por más
señas, poco se puede añadir a esta hora que no haya sido ya publicado o dicho,
por lo que obviaré una mayor presentación de quien además fuera estandarte de
la democracia, de la traída de la República, como también de su decepción y su
siempre férrea defensa de la libertad y la educación, bajo cualquiera de las
formas de Estado. Mientras en su obra intelectual, la narrativa, novelas,
poesía y filosofía, además de sus clases magistrales, como también su forzado
exilio por sus siempre polémicas declaraciones e incursiones políticas que le
llevaron al destierro forzado, junto a sus nueve hijos, fueron parte de su
acendrada vida.
Por cuanto antecede, nos centraremos
en su novela la Tía Tula, que aunque ahora en el siglo XXI con la maternidad,
la herencia y los valores de abnegación femenina tengan menos preeminencia,
además de mostrarnos un modo de vida bien arraigado en la generación del 98, de
la que su autor está inserto, parezcan menos relevantes, al menos son en esta
novela, una fuente de enseñanza de esa fraternidad que no hace distingos,
también la declaración de que alguien en la familia, en este libro la misma Tía
Tula, o Gertrudis, como después Manuela, la hija de su sobrino Ricardo y una
hospiciana, conserven el testigo y transmitan el testimonio de esa familia,
como también esas dos mujeres, guarden la “llave” y la conciencia de esa
familia.
Rosa y Gertrudis, que todos
llaman Tula, son dos hermanas huérfanas a cargo de un tío que es sacerdote, don
Primitivo, que busca pasar desapercibido y que, como hombre, sabe que esas dos
niñas, bien pronto mujeres, saben conducirse lo suficientemente bien, por la
herencia transmitida en sus genes por madre y abuela, para hallar lo mejor,
sobre todo gracias al duro carácter y abnegación de Tula, a quien se dirige
Ricardo para declarar su amor, pero que finalmente se casa con Rosa, la
hermana, gracias a la insistencia de Tula, su miedo a los hombres, la debilidad
de Ricardo y los primeros escarceos con Rosa.
Pronto llegarán tres hijos, a los
que Tula les dedicará toda su atención y maternidad dormida: Ricardín, Rosa y
Elvira, como también el fallecimiento de su hermana, con el último
alumbramiento, sin que por ello, el viudo Ricardo y ella se acerquen, a pesar
de los intentos de su cuñado, quien terminará volcando sus sentimientos y
sensualidad hacia una joven y enclenque sirvienta, Manuela, huérfana de padres,
quien quedará embarazada y, forzados por la ya llamada Tía Tula, o Gertrudis,
casarse, tener otro alumbramiento más, el de Manuela y también fallecer, como
también lo hará poco después el mismo Ricardo, sin que por ello los cinco hijos
de éste hayan tenido madrastra, ya que la Tía Tula siempre se ocupó de ellos como
si fuera su misma madre carnal.
Manuela heredará la mirada y los
sentimientos de la Tía Tula, como el armazón de la familia, que en el nuevo
engrandecimiento de la familia, con la entrada de la esposa de Ricardín,
Caridad, quien fuera una hospiciana y la favorita de la Tía Tula, siga
pastoreando la familia como en su día hiciera la misma Tía Tula.
Unamuno, con esta novela pretende
decirnos, probablemente también a sus hijos, que uno o una de ellos, tendrá que
seguir llevando la bandera de las tradiciones, las enseñanzas y ser la misma
clave de bóveda del entramado de hermanos, sobrinos, cuñados y demás parentela
de una familia, de manera a que, las diferentes y distintas mentalidades de sus
varios miembros, como en una colmena, reina y zánganos, liben las plantas de
manera a producir la miel necesaria para sostenerlos unidos a todos.
Aun cuando la novela pueda, en
este siglo en que la mujer ha roto su techo de cristal y la igualdad entre
hombre y mujer, en occidente y nunca entre musulmanes, sea una realidad, quizás
haya perdido su razón de ser, pero no está de más leerla y recordfar un tiempo
pasado, como por otra parte, sacar la lección pertinente de esa unidad familiar
que, a veces, pareciera perderse o que quizás, unos mentecatos, pretendieran
que no exista y se rompa.

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