sábado, 1 de noviembre de 2025

 


LA TÍA TULA, DE MIGUEL DE UNAMUNO

Del catedrático de griego como del Rector de la Universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, por más señas, poco se puede añadir a esta hora que no haya sido ya publicado o dicho, por lo que obviaré una mayor presentación de quien además fuera estandarte de la democracia, de la traída de la República, como también de su decepción y su siempre férrea defensa de la libertad y la educación, bajo cualquiera de las formas de Estado. Mientras en su obra intelectual, la narrativa, novelas, poesía y filosofía, además de sus clases magistrales, como también su forzado exilio por sus siempre polémicas declaraciones e incursiones políticas que le llevaron al destierro forzado, junto a sus nueve hijos, fueron parte de su acendrada vida.

Por cuanto antecede, nos centraremos en su novela la Tía Tula, que aunque ahora en el siglo XXI con la maternidad, la herencia y los valores de abnegación femenina tengan menos preeminencia, además de mostrarnos un modo de vida bien arraigado en la generación del 98, de la que su autor está inserto, parezcan menos relevantes, al menos son en esta novela, una fuente de enseñanza de esa fraternidad que no hace distingos, también la declaración de que alguien en la familia, en este libro la misma Tía Tula, o Gertrudis, como después Manuela, la hija de su sobrino Ricardo y una hospiciana, conserven el testigo y transmitan el testimonio de esa familia, como también esas dos mujeres, guarden la “llave” y la conciencia de esa familia.

Rosa y Gertrudis, que todos llaman Tula, son dos hermanas huérfanas a cargo de un tío que es sacerdote, don Primitivo, que busca pasar desapercibido y que, como hombre, sabe que esas dos niñas, bien pronto mujeres, saben conducirse lo suficientemente bien, por la herencia transmitida en sus genes por madre y abuela, para hallar lo mejor, sobre todo gracias al duro carácter y abnegación de Tula, a quien se dirige Ricardo para declarar su amor, pero que finalmente se casa con Rosa, la hermana, gracias a la insistencia de Tula, su miedo a los hombres, la debilidad de Ricardo y los primeros escarceos con Rosa.

Pronto llegarán tres hijos, a los que Tula les dedicará toda su atención y maternidad dormida: Ricardín, Rosa y Elvira, como también el fallecimiento de su hermana, con el último alumbramiento, sin que por ello, el viudo Ricardo y ella se acerquen, a pesar de los intentos de su cuñado, quien terminará volcando sus sentimientos y sensualidad hacia una joven y enclenque sirvienta, Manuela, huérfana de padres, quien quedará embarazada y, forzados por la ya llamada Tía Tula, o Gertrudis, casarse, tener otro alumbramiento más, el de Manuela y también fallecer, como también lo hará poco después el mismo Ricardo, sin que por ello los cinco hijos de éste hayan tenido madrastra, ya que la Tía Tula siempre se ocupó de ellos como si fuera su misma madre carnal.

Manuela heredará la mirada y los sentimientos de la Tía Tula, como el armazón de la familia, que en el nuevo engrandecimiento de la familia, con la entrada de la esposa de Ricardín, Caridad, quien fuera una hospiciana y la favorita de la Tía Tula, siga pastoreando la familia como en su día hiciera la misma Tía Tula.

Unamuno, con esta novela pretende decirnos, probablemente también a sus hijos, que uno o una de ellos, tendrá que seguir llevando la bandera de las tradiciones, las enseñanzas y ser la misma clave de bóveda del entramado de hermanos, sobrinos, cuñados y demás parentela de una familia, de manera a que, las diferentes y distintas mentalidades de sus varios miembros, como en una colmena, reina y zánganos, liben las plantas de manera a producir la miel necesaria para sostenerlos unidos a todos.

Aun cuando la novela pueda, en este siglo en que la mujer ha roto su techo de cristal y la igualdad entre hombre y mujer, en occidente y nunca entre musulmanes, sea una realidad, quizás haya perdido su razón de ser, pero no está de más leerla y recordfar un tiempo pasado, como por otra parte, sacar la lección pertinente de esa unidad familiar que, a veces, pareciera perderse o que quizás, unos mentecatos, pretendieran que no exista y se rompa.

LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL, DE GUSTAVE FLAUBERT

 


LA EDUCACION SENTIMENTAL, DE GUSTAVE FLAUBERT

Este autor francés, del siglo XIX, que admiraron numerosos otros escritores que le siguieron, entre ellos Vargas Llosa, por el realismo de sus composiciones, como también algunos rasgos de romanticismo, famoso por su libro Madame Bovary, es posiblemente, junto a Emile Zola, quien mejor ha sabido describirnos la sociedad burguesa y aristocrática parisina, como también relatarnos cuanto sucedía en esa época, que, en este libro de la Educación sentimental, además nos lleva de la mano por las calles de París en efervescencia política, pues sitúa a sus actores en los años cercanos al fin de la monarquía de Luis Felipe y la Revolución de 1848, siendo Frédéric su principal intérprete, quien desde su pueblo natal se desplazará a la capital de Francia para estudiar, aunque su tiempo estará dedicado a cortejar bellas mujeres, en su mayoría cortesanas, excepción hecha de la esposa del “densenfrenado” Monsieur Arnoux, siempre fiel a su emprendedor marido, que sin embargo mantiene como amante a la hermosa Rosanette, que terminará siendo también compartida por otros amigos y Frédéric, a quien termina dándole un hijo, inesperado, que  fallecerá a poco de nacer.

Bellas y literarias descripciones de personajes, atuendos y la geografía de París, a la vez que sus contornos, mientras no deja de ser pobre atención al populacho capaz de levantar barricadas, con la Marsellesa siempre como himno de conjura y lucha, a la vez que, por parte de Lamartine en el balcón del ayuntamiento parisino, la defensa de la tricolor, frente al rojo de los libertarios, como bandera de Francia y de las libertades, que. Desgraciadamente, en España, los republicanos despreciaron la enseña que introdujera Carlos III, quer sin embargo, los franceses, con Monarquía y República, también cuando llegaron a plegarse a Hitler, siempre conservaron, con el único cambio del escudo.

La novela nos irá mostrando la varia evolución sentimental por la que atraviesa Frédéric, también sus amigos, que cuando al final de sus días, su siempre amada Arnoux se presente a él y quiera entonces caer en sus brazos, el pelo ya  blanco, solo conseguirá el rechazo de Frédéric, quien siempre la tuvo en su pensamiento, a pesar de los diversos amores y desengaños que tuvo a lo largo de su acomodada vida, pues entre herencias varias, pudo vivir de las rentas, no ya por el deterioro natural de ambos, con el paso del tiempo, sino porque rompía el ensueño que le causó como sus ahogados sentimientos de poseerla y amarla.

De este modo, tras el deambular de Frédéric en busca del amor, con la siempre presencia en su mente de la mujer de Arnoux, nuestro protagonista principal prefiere seguir solo y guardar el recuerdo de aquel amor platónico que siempre persiguió y nunca pudo alcanzar.

viernes, 24 de octubre de 2025

LA CONCIENCIA DE UNA COMARCA Y EL VALLE DEL ALMANZORA DE ALMERÍA

 


LA CONCIENCIA DE UNA COMARCA Y EL VALLE DEL ALMANZORA DE ALMERÍA

FRANCISCO MARTÍNEZ COSENTINO Y FAMILIA.

 

En la provincia de Almería, allá por  1975, los índices de pobreza alcanzaban los peores registros, dentro de una España donde Franco agonizaba y terminaría, ese mismo año, cediendo su poder omnímodo a una monarquía democrática, en la figura del entonces príncipe de Asturias, don Juan Carlos de Borbón, quien sería nombrado rey y auspiciaría un nuevo régimen orientado por las formas y postulados de gobierno y parlamento de una democracia, con la inestimable ayuda de los jóvenes jerarcas y funcionarios públicos de la ya extinta Dictadura, caso del carismático Adolfo Suárez, que liderará el CDS, y la repentina aparición de partidos políticos, en su mayoría, excepción hecha del siempre beligerante PCE del exilio y de Santiago Carrillo y la Pasionaria como algún grupúsculo universitario en la clandestinidad, de donde surgirían Alfonso Guerra y Felipe González en el PSOE, restos de exiliados de la fracasada República y con casi nula audiencia en suelo español. Todos ellos con mínima adhesión por parte de la ciudadanía, más preocupada por la emancipación de su juventud, la compra de un piso, de un Seat 600, la Marcha Verde promovida por el monarca Alauita de Marruecos,  el “opio” del pueblo que diría del futbol un líder socialista,  las oleadas de turistas y suecas que invadían las costas españolas, mientras los millones de emigrantes españoles en Europa, con sus transferencias, seguían contribuyendo en lo que se daría a conocer  como el “milagro español” del resurgimiento económico,  gracias también a ministerios del Opus Dei que apostaron por   los polos de desarrollo en Cataluña, donde habían llegado millares de almerienses; Madrid y el cinturón vasco, con su industria siderúrgica, que financiábamos obligatoriamente por orden del Régimen los andaluces con el ahorro depositado en las Cajas de Ahorros y Montes de Piedad, y sus dos grandes bancos: Vizcaya y Bilbao,  como la decidida apuesta empresarial de modestos emprendedores que desde la humildad de sus orígenes, como fuera el caso de los  Sáez de Tejada en Granada,  los Soriano en Castellón, José Manuel Lara en Barcelona y  la editorial Planeta, Gozalbo en Villarreal, Rossell en Roquetas de Mar, o Cosentino en Macael, por citar algunos que tuve la fortuna de conocer, que empezaron a cimentar lo que a no mucho tardar serían grandes emporios empresariales, con la dispar suerte y la rueda de salud y fortuna que a cada uno dispensaría, con sus logros y desaciertos como con sus luces y sus sombras, su propia andadura.

 

En esta tesitura, los descendientes de una hembra italiana de sonoro apellido como Cosentino, que quizás por el siglo XIX emigraran a España, en esos flujos continuos que siempre la Corona hispana y católica, desde tiempos inmemoriales, mantuvo con Italia, como hicieran mis antepasados los Orero desde el golfo de Génova y desde ese mismo pueblo de Orero, artesanos éstos de la madera y aquella otra estirpe transalpina, probablemente, expertos conocedores de los recursos y el arte de la piedra, ennoblecida en el valle del  río Almanzora, donde se estableció  a la sombra del fulgor de los rayos de sol que espejeaban desde las canteras del mármol, que ya extrajeron para sus palacios los mismos emires de la Alhambra, uniéndose posteriormente a un hidalgo castellano, de nombre Martínez, y que habría tomado posesión del lugar con los mismos tercios que comandara don Juan de Austria, cuando la guerra de las Alpujarras o la expulsión de los moriscos.

 

Si esta fue la génesis de la familia Martínez Cosentino Justo, solo los anales de la historia y los viejos legajos de las escribanías reales podrán certificarlo, lo que sí es cierto y verdad que en ese incipiente despertar de la sociedad española, de norte a sur y de este a oeste, tras las silenciadas amarguras de una nada lejana guerra civil, una atroz postguerra, los padres de tres varones del matrimonio Martínez Cosentino: Francisco, José y Eduardo, en una comarca paupérrima, lejos de rutas comerciales y con la minería como único sustento, sus gentes utilizadas como la mano de obra barata que pudiera contribuir en el desarrollo de Cataluña, abandonaban la comarca o tenían que soportar en Almería el estrago del mayor desamparo que una tierra pudo aguantar, y mira que en España y en el Sur  no fueron los únicos donde la Corona, el brazo político de las Cortes y los distintos Gobiernos liberales, conservadores y caciquiles, nada hicieron por cambar tan nefasto signo de abandono. Sin embargo, la contumaz resistencia y laboriosidad del matrimonio Martínez  Cosentino, como su enorme apego a esta tierra, sirvieron de ejemplo para que sus tres vástagos: Francisco, José y Eduardo, de manera solidaria y fraternal, acometieran una de las empresas más singulares y épicas que pudieron conocer estos lares, amén de ejemplar y orgullo para esa misma España que tuvo olvidado este rincón, cuyos paisanos para acudir a una simple gestión administrativa desde Macael a Almería, necesitaban cuatro horas en ir por desvencijadas carreteras y caminos.

 

Todo cogió velocidad de crucero cuando Francisco Martínez Cosentino,  desde el modesto negocio de mármol abierto en Macael,  que a duras penas había alimentado a esta familia en la comarca del valle del Almanzora, junto a numerosos otros empresarios del lugar, invitados por los siempre avispados industriales italianos,  a conocer sus establecimientos de las proximidades de Bolonia y firmar los pedidos de compra de maquinaria, en cuya ingeniería son expertos y, tanto en la piedra como en la cerámica,  tenemos con ellos una enorme dependencia, se convenció que tenía que dar un giro al negocio familiar, además de orientarlo hacia el resultado de una mezcla de cuarzos,  resinas  y diversos pigmentos, que un fabricante de terrazo, a las puertas de Granada, trataba de introducir con escaso acierto, pero cuya patente rentada por los italianos, haría posible la introducción del Silestone y una nueva vía de salida para lo que era ya su propia empresa y de sus hermanos: Mármoles Cosentino, como una menor dependencia del mármol blanco de Macael, con canteras en clara regresión e innumerables obstáculos para su explotación ante la enorme presión de los movimientos ecologistas y la pesada y desesperante burocracia.

 

Eran los felices años 80, Felipe González y su vicepresidente Alfonso Guerra, desde las filas del PSOE, tomaban el poder y llevaron a cabo una desenfrenada apuesta por incorporar a España al Mercado Común e instituciones como la OTAN, además de dar oportunidades a todo aquel que tuviera algo en mente y fuera laborioso, cuando nuestro mayor competidor Italia puso todas las trabas habidas y por haber, mientras nuestras ventas se habían siempre visto frenadas por pesados y arbitrarios aranceles en la UE, que sin embargo habían hecho más fácil la penetración en los mercados de los productos Made in Italy, amén de su innegable destreza para el comercio, la publicidad y la ingente masa de emigrados presentes,  tanto en Europa como en América, extraordinarios embajadores de los productos de su siempre añorada Italia.

 

Aun cuando Silestone diera algún que otro dolor de cabeza a los Cosentino, pues no fueron pocas las reclamaciones que recibieron, bien por descolorarse algún que otro modelo o por no cumplir los estándares necesarios en suelos de alto tránsito, su éxito fue en vertiginoso aumento en el mundo de las encimeras de cocinas, a la vez que la conquista del mercado exterior se hacía realidad, principalmente en Estados Unidos, donde la famosa cadena Wall Mart acogía sus manufacturados para encimeras y en España, la venta de mármol para peldaños decrecía y también se hacía fuerte en las cocinas de alto standing, ocupaban pues su espacio en pavimento otros competidores de la comarca, caso de Tino Mármoles, que se unía con un magnate de la construcción y Presidente del Atlético Madrid, en el escandaloso  y especulativo desarrollo urbano de Marbella.

 

Una planta industrial en Brasil, la continua transformación de su factoría de producción en Fines (Almería, España), con una envidiable exposición, modernas oficinas y sala de conferencias, diseñadas por un brillante estudio de arquitectura amigo de Almería, a semejanza de la pirámide del Louvre en París; su paso por la política de centro; la representación de la Cámara de Comercio de Almería y numerosos galardones, fueron jalonando los pasos de este magnífico empresario autodidacta, respaldado ciegamente por sus dos hermanos y a cuya sombra, nunca expuesta a los focos de la prensa,   su fiel esposa  iba llevando las riendas del hogar y la educación  de tres hijos que, a no mucho tardar, tomarían también las riendas del emporio Cosentino.

 

Si cuantos aconteceres que precedieron darían para escribir un libro o su ejemplar biografía personal, no se detendrá ahí. Hace una incursión en la hostelería, adquiriendo el Hotel La Tejera de Olula, donde tienen lugar las galas que organiza para seguir difundiendo el trabajo de él y sus vecinos industriales de la comarca, también con su aparición publicitaria en el mayor evento deportivo de los USA, la Super Bowl, y ya en el siglo XXI, se adentra en el campo de los aplacados y revestimientos con su marca Dekton, mezcla ahora de minerales, vidrio, porcelana y cuarzo, compitiendo de inmediato en el mismo campo de la potente y polarizada industria azulejera española. Trata de imitar a Porcelanosa,  con su posicionamiento de Centros de Ciudad, o City Center, desterrando así a la Distribución, que antiguamente respetó, sostuvo y le sirvió, ya que se dirigen directamente al cliente final, terminando, muy recientemente y, al parecer, a instancias de su hija Pilar,  por adentrarse en el mundo de la construcción, comprando al Sareb, seguro como una ganga, un proyecto abandonado en la playa de Macenas, Mojácar, convertido ahora en lujoso complejo turístico y donde poder posicionar sus propios productos sin que nadie estorbe.

 

Si de cifras de negocio habláramos, podríamos decir que en 2024 facturó 1.464 millones de euros, el 95% en Estados Unidos; acaba de comprar un solar para la nueva industria que proyecta levantar en Jacksonville, Florida; cuentan con más de 6.000 empleados, buen número de ellos en su fábrica de Almería, además de contribuir en el sustento de otro elevada cifra de empresas y autónomos auxiliares de la comarca del mármol y un elenco de los más preparados profesionales, técnicos, comerciales  e ingenieros, que no dudan en asentarse en la comarca, aunque la misma carezca de atractivos, colegios de élite y centros médicos relevantes, amén de unas comunicaciones que para nada ayudan en la captación y atracción de talento, a no ser los altos emolumentos que perciben.

 

No gusta alardear de su filantropía y altruistas actividades para ayudar a cuantos en la comarca le requieren, para un puesto de trabajo u otros menesteres, aunque están muy presentes en el museo Casa Ibáñez de Olula y en el de reciente apertura en  Almería del Museo del Realismo español Contemporáneo, como también en su colaboración con el nuevo proyecto del Instituto San Telmo para una cátedra comarcal, que fomente la aparición de nuevos empresarios y les facilite suficientes herramientas para su desenvolvimiento, en todos los ámbitos y con sede preferente en el mismo valle del Almanzora.

 

Y para el futuro del Valle del Almanzora y de Francisco Martínez Cosentino qué les espera o deparará el porvenir. Seguro que  seguir clamando para que el agua por fin llegue al sudeste español, tras la oposición  del PSOE de Rodríguez Zapatero y su charnego camarada José Montilla, que se negaron frontalmente al trasvase del Ebro. Que las inversiones en comunicaciones: autovía, AVE, electricidad, internet, o educación y sanidad, se hagan realidad definitivamente para toda Almería y particularmente en esta comarca, lo que permitirá un mayor asentamiento de población, a la vez que nuevos emprendedores se implantan en la zona, amén de un turismo que en la costa tengan un mayor poder adquisitivo y una mayor prolongación de su estancia.

 

En lo personal, y tras la dura pérdida de su hermano Eduardo, a pesar de los ligeros retoques de la cirugía estética y los inexorables estragos del paso del tiempo que por desgracia poco se pueden ocultar,  y la pesada carga emocional que soporta a buen seguro desde su más tierna infancia , y que no por ello han restado un ápice a su férrea voluntad, su apasionado discurso y conciencia,   Francisco Martínez  Cosentino  tiene delante retos nada desdeñables y que gravitan sobre su persona, a saber:

 

1º.- El daño que económica y de imagen golpean a su empresa por las denuncias de silicosis en distintos juzgados y con antiguos trabajadores.

2º.- El fracaso de su intento de salida a bolsa, que quizás hiciera más fácil sus inversiones, así como asegurar financieramente su industria y la herencia de sus descendientes.

3º.- El ser consciente de que hoy por hoy no puede fallar a una comarca que tanto depende de su timón, de su creatividad y de su Industria.

4º.- Que nunca olviden sus herederos y panegíricos que tres veces estuvo al borde de la ruina, y como dijera Winston Churchill: El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el coraje de continuar, que hiciera suyo y que, por desgracia la banca española nunca ha entendido, tampoco nuestros políticos, amantes de enterrar al desahuciado y poner alfombras, paraguas y dar palmadas en el hombro, al que aparenta triunfar, aunque sea mediante  el robo y la extorsión.

5º.- Si sus hijos: Pilar, hoy ya una brillante ejecutiva de Cosentino; Eduardo, haciendo armas en el correoso mercado yanqui,  y Francisco, como los numerosos sobrinos e hijos de sus hermanos, y por tanto integrantes del accionariado de Cosentino, sabrán perseverar y conservar la unión de la familia y de la empresa con el mismo grado de respeto y solidaridad mostrado por los fundadores, además de estar a la altura en valores humanos y empresariales atesorados por sus padres y raíces.

6º.- El grado de aceptación del mercado a sus nuevas políticas y proyectos: nuevas marcas, ruptura con la Distribución, competir directamente en el terreno de los azulejos y cerámicas, sobre todo cuando la misma Porcelanosa, ejemplo en esta aventura comercial,  muestra signos evidentes de cansancio en su modelo de tiendas propias y venta directa a constructores; la hostelería; la promoción de viviendas; sus City center o Flagship, su nueva fábrica de California.

7ª.- Qué le espera a su Patria, España, de la que es un gran patriota, en este mundo global y en una sociedad nacional polarizada, donde rebrotan con fuerza los antagonismos políticos y nos retrotrae la memoria a los años previos al enfrentamiento incivil del 36. En una Europa donde Rusia quiere seguir imponiendo su discurso de expansión sangrienta, mientras la sigilosa China se arma hasta los dientes, es hoy el mayor productor del planeta, silencia los disidentes y sigue a marchas forzadas su industrialización sin que tenga conciencia alguna a la preservación del medio ambiente o la defensa de los trabajadores, en su desordenada carrera para erigirse en el líder mundial. Y de los EE.UU, con una democracia sustentada en una gerontocracia de ricos empresarios de escasos valores humanos y de fraternidad. Y la descontrolada inmigración en España, con la muy difícil asimilación de los musulmanes, por razones atávicas y religiosas. Qué quedará del eterno conflicto étnico entre judíos y palestinos, habrá paz alguna vez en Tierra Santa.

 

Seguro que en su fuero interno son muchas más las preguntas que Francisco Martínez Cosentino se hace, cuando el insomnio no le deja descansar o mientras atraviesa el piélago oceánico para celebrar una reunión con sus potenciales clientes americanos o revisar las continuas nuevas aperturas de establecimientos marca Cosentino, repasa un Cuadro de Mando y ve como una vez más está lejos de su Comarca y de su familia.

 

Es pues una conciencia saturada, sin manchas, libre y a cuya voz seguro que acude como tribunal objetor a quien ha de darle honrada y veraz respuesta, a pesar de que la duda siempre colapse sus decididas y perentorias resoluciones, sobre todo cuando el reloj vital cada vez está más presente y desgrana con parsimonia las horas que faltan, mientras uno mira atrás las huellas cuyos pies recorrieron un largo camino dentro del viejo canasto de mimbre,  donde, lejano ya, Eduarda Justo, llevara a las canteras a Eduardo Cosentino, el humilde pan y el frágil heredero de una alcurnia española de la que enorgullecerse y gritar a los cuatro  vientos: ¡Viva la madre que te parió!

 

P.S

 

Su autor no ha recabado nada de fuentes autorizadas y simplemente ha llevado al papel impresiones personales, anécdotas que quizás no se ajusten totalmente a la realidad, por lo que espero no se tome nadie este escrito como fehaciente y sólo tiene voluntad literaria de un héroe que César o el mismo Trajano lo hubieran querido tener como heredero, pero que simplemente vio la luz lustros más tarde en la comarca del mármol y emprendió una asombrosa carrera industrial,  que es hoy  ejemplo y referente a nivel mundial, llamase pues don Francisco Martínez Cosentino y su saga, quizás también su próxima leyenda, de quien espero perdone la osadía para quien esto firma y los errores que involuntariamente pudiera haber cometido, como también todo aquel que pueda haber sido citado en este ejercicio de juntar letras castellanas y que mi blog de Calle de Niños Luchando 12 no se cansa de pedirme publicar, ni tampoco el mismo Mirlo Blanco que me esclaviza como lacayo de su voluntad y de esta mazmorra donde ahogó mi voz, pero que con mi irreverente pluma y la concurrencia de las histriónicas musas, trato de dar suelta a los demonios que alberga mi alma y lo añosa de mi frente, que espontáneamente han brotado.

 

Gracias pues sean dadas por tanta benevolencia a los intervinientes y a los lectores.

 

Roquetas de Mar (Almería), 24.X.2025.

F.O.S.T

Autorizado por:

El Mirlo Blanco.

 

 

 

 

 

 

jueves, 23 de octubre de 2025

EL BANDIDO ADOLESCENTE, DE RAMÓN J. SENDER. Un libro de otro exiliado por mor de la Guerra Civil

 


EL BANDIDO ADOLESCENTE, DE RAMÓN J. SENDER

Ramón J. Sender fue un prolífico escritor español que ya por el año 1935  era premiado, con el entonces mayor galardón de las letras hispanas, el Premio Nacional de Literatura, por su libro Mr. Witt en el Cantón,  contaba con 34 años de edad, había tenido una infancia y adolescencia con claros enfrentamientos con su rígido padre, secretario en diversos ayuntamientos del Aragón y sus ideas políticas eran claramente anarquistas.

Durante la guerra civil, mientras veraneaba con su mujer y dos hijos, en zona rebelde, cruzó a la zona republicana, se alistó en el ejército Popular de la República y fue ascendiendo hasta alcanzar un alto grado y ser consejero de Líster, después de conocer que su esposa Amparo Barayón y su hermano, habían sido fusilados, ella en Zamora y él en Huesca, a manos de las fuerzas comandadas por Franco y los generales alzados.

Numerosas fueron sus vicisitudes tras la derrota de la República y su paso por Méjico y los EE.UU, terminando en esta última nación a tener pasaporte y ejercer como profesor de español en diversas universidades.

Esa larga estancia en los EE.UU, donde fallece en 1982, cuando se disponía a regresar a España, le permitió la publicación de numerosas novelas sobre la historia y el pasado de España, como también hechos relevantes acaecidos en América.

El bandido adolescente, o la vida del bandolero Billy the kid, o Billy el Niño, es de lo que trata esta novela, con la aportación de buena parte del vocabulario que en el siglo XIX empleaban en Méjico y en la zona norteamericana fronteriza, tanto por antiguos colonos hispanos como por los mismo mejicanos, como también el relato de los asaltos, robos y asesinatos que cometió el joven Billy, desde su adolescencia hasta los veinte años, a manos del Marshall Pat Garret, en el condado de Lincoln.

Es una entretenida obra que recuerda la presencia española y el creciente auge de los anglosajones en aquellas tierras como Texas y Nuevo Méjico, como los principios de los nuevos colonizadores, las disputas con los indios y la creciente relevancia de las leyes provenientes de Washington y de los anglosajones y centroeuropeos.

También es el ir y venir por estas tierras de un Billy que dedicó buena parte de su corta vida en asaltar ranchos, robar reses y caballos, y tener una alta estima por sus amigos, también forajidos.

 

domingo, 19 de octubre de 2025

LUCES DE BOHEMIA, DE RAMÓN DE VALLE-INCLÁN. Una denuncia de ayer, presente todavía en el siglo XXI

 


         LUCES DE BOHEMIA, DE DON RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN

Luces de Bohemia, aparecida su publicación en 1924, con el subtítulo de Esperpento, que en el diccionario de la RAE encontraríamos su definición como estrafalario, grotesco o simplemente ridículo, es en puridad una obra escrita para el teatro,  muestra del talento del gallego manco, de inconfundible presencia por las costanillas y tertulias de Madrid de principios del siglo XX,  con su luenga barba blanca, su montura de cristal redonda y su ácido humor, alter ego del mismo Marqués de Bradomin en las Sonatas, como también del paseo por el Camposanto con el poeta Rubén Darío, tras enterrar a Max Estrella, un poeta ciego, por culpa de Venus o del deleite sexual, de inmaculados ideales, aunque nada ayuden para que su mujer Collet y su hija Claudinita, puedan ni siquiera vivir dignamente, o para que su amigo Don Latino, a quien él llama su “perro”, se aproveche, además de hacerle compañía para sufragar su depravación y el continuo latrocinio que sobre Max y su ceguera este supuesto amigo saca partido.

En ese siglo XIX, como en los albores del XX, Valle-Inclán, como cuando se pasea por el famoso callejón del Gato, no lejos de la Puerta del Sol de Madrid, donde los distintos espejos que allí lucen reflejan grotescamente el perfil del transeúnte, lleva a cabo en este libro, como en su propósito después de levantar el telón, mostrarnos la miseria de un tiempo, de una España que aparenta una hidalguía y un imperio que es ruina, a la vez que alberga los mismos valores de estupro, abuso y violación de los poderes públicos, tan semejantes ayer como hoy en la España del siglo XXI, cuando en la escena decimacuarta, otro sepultero exclama: En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.

Cuando uno lee esto, extraído de la poderosa imaginación, experiencia y cultura de don Ramón del Valle-Inclán, que viera la luz en Vilanova de Arousa un 28 de octubre de 1866, recordando lo sucedido a Santos Cerdán, Ábalos, Koldo, el Tio Berni, los Eres de Andalucía, Jordi Pujol y el tres per cent en Cataluña, o acaso a los rufianes, originarios de la emigración,  al servicio de las elites catalanas, con presidentes de Gobierno como Rodríguez Zapatero, comisionista de un dictador y un cártel de droga,  o el mismo Pedro Sánchez Castejón, que ha hecho de la mentira pertinaz su modus vivendi en su férrea voluntad de asirse al poder,  uno se da cuenta que nada hemos avanzado, que con el ropaje de los corderos, los lobos y los tahúres siguen presentes en España.

Son ese mismo Paco ministerial, el Excelentísimo Señor Ministro de la Gobernación que recibe a Max, su amigo de la bohemia y de los pasos perdidos por París ayer, ahora encumbrado, que le dice a su secretario y licenciado  Dieguito: …las pesetas que hemos de darle a Máximo Estrella las tomaremos de los fondos de Policía, el mismo “fondo de réptiles” que empleara el socialista que mandó en la Guardia Civil, Roldán; el mismo fondo de reptiles que utilizan para los sobornos, para las Jessicas de Abalos, para que la mujer del Presidente de Gobierno, Begoña Gómez, no sea un mero florero y pueda, desde la Moncloa, labrar su futuro, sin perder las enseñanzas recibidas en la administración de los burdeles del padre.

Luces de bohemia de unos sueños que ayer sucumbieron, enterrados en el fango, en cloacas donde el hedor se cubre con mascarillas trufadas de oportunidades para el negocio de políticos y empresarios corruptos, que mientras todos los ciudadanos estaban obligados a no salir de su domicilio, esa misma élite política socialista organizaba zambras y orgías en paradores, tasaba las comisiones que iban a recibir y nombraban a los testaferros que pudieran ocultar el desfalco, del mismo modo que se hizo con las Cajas de Ahorros, sin que por ello la sociedad no se levante en armas y acabe con esta lacra, la misma que socavó el Imperio español y que hoy, en el siglo XXI, todo lo contamina, sin que ni los intelectuales, la prensa y la misma ciudadanía, se percate que repetimos la misma hecatombe y el mismo despropósito que, con una maestría inconmensurable, el gran escritor español don Ramón de Valle-Inclán, en su prodigiosa obra Luces de Bohemia, denunció y que, por desgracia, pocos son los que han debido leerla y proponerse no volver a reeditar lo que mereció su excelsa denuncia.

EL JARAMA, DE RAFAEL SANCHEZ FERLOSIO. Un trozo de nuestro pasado.

 


EL JARAMA, DE RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO

En la postguerra española, ríos como el Jarama, durante la canícula de los meses de verano, particularmente en la meseta castellana y que decir de la villa de Madrid, éste que rodea la capital por el Este, pasa a la vera de pueblos vecinos como San Fernando de Henares, Coslada, Vaciamadrid, entre otros, de planicies areniscas y montes de escasa elevación, servía para que en domingo, por cualquier medio o mediante el tren, los madrileños fueran a bañarse y disfrutar de los modestos ventorrillos que a su orilla servían el vino, el paisano depositaba su tartera de arenques y tortilla,  o eran los lugares de encuentro de jóvenes y mayores, se mudaban el bañador tras las zarzas, como también había sido entre el 36 y el 39, un lugar proclive para la sañuda defensa de Madrid y de “el no pasarán” de la República, como milenios antes, lugar donde los primeros pobladores ibéricos cazaban al mamut, vivían de la caza,  establecieron sus primeros poblados, descubrieron el fuego y trabajaron la piedra.

En este meandro húmedo, a unos pasos de las compuertas de un pantano, entre el ribazo de hormigón y las breñas, a las puertas de San Fernando de Henares, el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, hijo de un prócer del régimen de Franco y casado con otra gran escritora como Carmen Martín Gaite, logra una narrativa en la que los intervinientes son el mismo ciudadano, que en todas y cada una de las páginas de esta brillante obra, que también fuera premiada en 1955 con el trofeo de Eugenio Nadal, nos muestra esa época de España antecesora de los 60, donde para nada nadie habla de política, excepción hecha de pinceladas por parte de los mayores que participaron en esa fratricida contienda y hoy son padres, comerciantes y humildes trabajadores, que a duras penas sacan su hogar adelante y quienes, a orillas del Jarama, un domingo buscan divertirse, reencontrarse con los amigos y ver como jóvenes estudiantes veinteañeros, que nacieron durante la Segunda República o mientras estaba en todo su apogeo la Guerra Civil, solo buscan pasar un buen día con los amigos y, probablemente, encontrar el amor con una chica.

Lo que es un ir y venir del paisanaje madrileño de aquella época, como la fidedigna descripción de los sucesos de entonces, su lenguaje, sus aspiraciones vitales y esperanzas, termina por truncarse cuando una de esas jóvenes excursionistas madrileñas, Luci, a la noche, en un intento de deshacerse de la arena y el polvo acumulado en la orilla, junto a otros tres amigos, de los once que habían dejado sus bicicletas en el ventorro de Mariano y Justina, para bañarse en el Jarama, pierde la vida y se ahoga, sin que nadie de los numerosos domingueros pueda hacer nada por salvarla.

La novela es bellísima, sin que tenga nada especial, simplemente la manera tan perfecta de transmitirnos, con una fidelidad asombrosa, cómo era esa geografía, seguramente irreconocible hoy día, y cuál era el modo de expresarse de los innumerables hombres y mujeres que desfilan por sus páginas, mostrándonos un trozo del mismo pasado singular de España, pues aunque el escenario fuera Madrid, y el río Jarama, de entrañables resonancias épicas, en toda España, ya fuera en Granada a orillas del río Genil, y en Badalona sobre la arena del Besós, solía suceder lo mismo, eso sí, con distintos acentos.

Sánchez Ferlosio, paso a paso, en  El Jarama, mejor que en un cinematógrafo u hoy Youtube, hará que salten a la palestra los habitantes de un tiempo, del caleidoscopio de esa abigarrada sociedad, nuestros antepasados, los mismos que en un escenario modesto, con un río silente, sin embargo es capaz de apoderarse de la vida de una joven, aunque pareciera que sus aguas eran nobles y discurren suavemente sobre el légamo dejado, desde el Neolítico, por millares de nuestros ancestros, que también sucumbieron en este aprendiz de río, cuyas aguas, tras Aranjuez y viajar por el Tajo, conocer Lisboa, terminan en un Océano infinito, el Atlántico.

Aun cuando esta obra sea de un tiempo pasado, sin embargo, literariamente es de un enorme sortilegio y arrastra al lector, que todavía en el siglo XXI, puede conocer mejor cual es el legado que nuestros compatriotas nos han dejado y porque nosotros llevamos en nuestra sangre y la memoria parte de los comentarios que hace el paisano y la dura tierra sobre la que se ha construido nuestra democracia.

 

martes, 14 de octubre de 2025

 


CUENTOS COMPLETOS, DE CARMEN MARTÍN GAITE

Pudiera parecer que todo en la vida le iba a sonreír a aquella hija de notario, venida al mundo en la muy castellana Salamanca, amante de las letras y que se casaría con el también escritor Rafael Sánchez Ferlosio, de padre ministro falangista tras la guerra civil, pero, desgraciadamente, varios fueron los golpes que la vida le propinó severamente, por lo que quizás, además de su innata sensibilidad, acrecentaron su continua observación, particularmente de seres desvaídos en aquella España de posguerra, de continua emigración a la capital y de barrios periféricos donde la pobreza y el abandono eran la nota predominante.

Por todo ello, posiblemente estos Cuentos completos son pequeños relatos, a veces casi de ficción, pero siempre cargados de una mirada de compasión y amargura, que dibujan la realidad de una época que hoy, en el siglo XXI, cueste trabajo comprender que sucediera.

Son como ese mismo vaso de flores sencillas y agua de la portada del libro o de esa amapola a orillas del camino, una soledad de los intervinientes y la descripción de los embates que la vida precisa para seguir viviendo, cuando todo el entorno es sórdido, se carece de todo y la magnanimidad de las personas es relativa, en ocasiones condicionada por la misma clase social, que marca el destino de aquellos seres.

Todos y cada uno de los relatos siempre llevan una enorme carga emocional, especialmente en La chica de abajo, Los informes o La conciencia tranquila, que muestran la crudeza del entorno y la insensibilidad por parte de las clases pudientes, que la mirada y la atención de un niño rompen siempre la crudeza de los hechos.

Su lado femenino, como los golpes que la vida pudo darle a la autora, se manifiestan claramente en el fondo de los relatos, todos ellos bien pergeñados literariamente y con una prioridad de mostrar la desolación y los golpes de la vida a esos seres solitarios, carentes de cariño y precisados de encontrar, a cualquier precio, un modo de vivir, aunque sea soportando el carácter despiadado de los vecinos o de la misma patrona.

Suave en las formas y descripciones, es, sin embargo, en el asunto de la perversidad humana donde descuella el relato o Cuentos que brotan en este libro de Cuentos completos, cual un macuto, aquella maleta forrada de pelo, incluso de madera, lo Carmen Martín Gaite nos deja, quizás para descargar ella su alma de tanto dolor como alberga su corazón y su propia vida.